Capítulo 19

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El faldón del tapiz se cierra tras ella, que avanza con sigilo y a pasos cortos por un angosto pasillo envuelto en la más siniestra lobreguez. Con la respiración agitada decide encender su sable de luz para alumbrarse, y su rutilante llama azulada, le muestra un túnel estrecho también fabricado de viejas piedras. Con él, en posición de guardia, prosigue su travesía. Tan solo ha caminado unos cuantos pasos cuando su vista se topa con una escalera.

Se para justo en el empinado rellano y cierra los párpados para ampliar sus sentidos Jedi. La voz, que no ha parado de resonar en ese tiempo, se expande en sus oídos como un plañido clamoroso llamándola desde las mismas entrañas del Templo Sith. Aquel llanto se le clava en el alma, y decide bajar las resbalosas escaleras en su búsqueda.

Al final de la intrincada escalinata se haya ante otro pasillo. Pero éste es mucho más corto y abierto, y además está iluminado por el fulgor de las antorchas colgadas de las paredes. Respira afanosa. Partículas de arena flotan en el ambiente sin que allí haya ningún aspirador que se las lleve.

Su mirada se centra en una gran puerta de madera oscura que parece la única desembocadura del tétrico lugar. La voz se vuelve exigente invitándola con más insistencia:

-Eres una buena persona... ¡Vuelve conmigo! - El llanto se hace más intenso y desesperado, y en la misma medida, la angustia de Rey crece por llegar hasta la voz. Adelanta la mano que tiene libre y agarra el rudimentario pomo de la puerta. Ésta se abre ruidosa, como si sus viejos goznes no soportaran por más tiempo el peso de la madera.

Dentro también está alumbrado, pero la luz es mucho más tenue. La voz sigue hablándole: -¡No! Ya no eres el mismo.

Apaga su sable de luz y vuelve a colocárselo en el cinto. Luego trata de discernir de donde brota aquel doloroso reclamo y vuelve a extender sus sentidos Jedi. En un cuarto plagado de raros artefactos sus cautelosos pasos la conducen hasta un pequeño cofre en forma de pirámide que nada más acercarse empieza a emitir destellos asustándola. Una luz violácea la rodea extendiéndose hasta el rincón más apagado de la habitación cuadriforme, y las voces se hacen más intensas e implorantes:

-¡Vuelve conmigo! Aún estás a tiempo. ¡Deja todo lo demás atrás!

Hay tanto dolor en esas palabras. Hay tanta pena derramada, que Rey no puede soportarlo, y se tapa los oídos para no escuchar. Pero es inútil. Todo está en su mente. Aquel dispositivo ha penetrado en su cerebro y quiere que oiga lo que tiene que contarle. Cae de rodillas frente al tetraedro y con los ojos llenos de lágrimas oye:

-Obi-Wan tenía razón, has cambiado. ¡Me rompes el corazón! Has iniciado un camino que yo no puedo seguir.

Percibe más palabras implorantes: -¡Detente, espera vuelve! Te quiero. ¡No! ¡No! - Rey siente la misma asfixia que debió sentir la mujer, que ahogada, no soportó más la presión y se desmayó. - La voz se interrumpe tras el colapso. En el suelo, tirada como ella, Rey solloza afligida. Luego, más interlocutores discuten entre sí. Es una pelea a muerte. En la que hay más de un perdedor y ningún victorioso. Terribles imágenes se suceden ante sus ojos, proyectadas por la pirámide, hasta pronunciar unas últimas frases reveladoras:

-¡Tú eras el Elegido, Anakin! ¡El que destruiría a los Sith, no el que se uniría a ellos! ¡El que vendría a traer el equilibrio a la Fuerza, no a hundirla en la Oscuridad!

Todo cesa de golpe. La luz, los gritos, el dolor y la desolación. Rey respira con dificultad intentando recuperarse de la visión que acaba de tener. Levanta el rostro hacia el dispositivo piramidal y lo encuentra abierto. Casi sin energía, se incorpora de rodillas para mirar dentro. Alarga la mano y extrae de la cajita un sencillo colgante tallado con madera. Una lágrima resbala de sus ojos color avellana y cae sobre la talla bañándola con su humedad. Una inmensa pena se apodera de todo su ser y lo estrecha contra su pecho.

Black Diamond (La redención de Kylo Ren)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora