Capítulo 25

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Se toma su tiempo para recomponerse, y seca su rostro empapado por el llanto. Aún se siente confuso por lo que acaba de vivir. Es la primera vez que un fantasma de la Fuerza se aparece ante él, y ha sido ni más ni menos que su abuelo idolatrado: Anakin Skywalker. Su presencia y las revelaciones que ha traído consigo, son demenciales y terriblemente desoladoras. Recompone su actitud siempre taciturna y formal, y sale al exterior del sepulcro. La noche es fría y viene acompañada de una suave brisa que en la tierra mueve las hojas de los árboles y en lo alto sus copas, produciendo un grácil sonido y erizándole el vello del cuerpo de paso.

Rey, que contempla maravillada la impresionante panorámica nocturna que se le ofrece, se gira al percibir la llegada del joven y le pregunta con voz dúctil: -¿Cómo ha ido, Ben?

Con gesto circunspecto él le responde: -¡Bien! Debemos irnos ya. –El tono ha sido demasiado cortante y evasivo. La muchacha frunce el ceño. La actitud del joven ha cambiado e inquiere preocupada: 

-¿Qué ha pasado ahí dentro, Ben? –Se aproxima a él y le toma de la mano: -Sabes que puedes contármelo.

-¡Lo sé! Se deshace del sutil apretón y agrega: -Y ese momento llegará. Pero no será ahora. Debemos irnos. - Sin más le da la espalda e inicia el camino de vuelta al hangar de Theed. Confundida, Rey se ve obligada a seguir el ritmo de sus largas zancadas. Pese a la negrura que les circunda, Ben se orienta muy bien, y pronto se encuentran de regreso en el hangar. En el camino no han tenido ningún encuentro inoportuno, y parece que allí tampoco lo tendrán. El aeródromo parece un desierto a esas horas de la madrugada, y solo se atisban las habituales patrullas nocturnas.

Con un leve sonido la rampa de su nave desciende y ellos acceden a las tripas del carguero sin problemas. Ben sigue serio mientras se coloca en el asiento del piloto. Rey le secunda sentándose a su lado y le dice mirándole de soslayo: -Ben, debería ponerme en contacto con el Halcón. ¿Crees que pueda hacerlo ahora? No hay demasiado jaleo.

El joven exhala el aire que desde que abandonó el mausoleo retiene durante demasiado tiempo, y le contesta a la vez que alerta atisba por el frontal de la nave la perspectiva que se les ofrece: -Creo que es un buen momento. Te dejaré a solas. Iré fuera a vigilar.

-¡Gracias! - Le ofrece Rey con una ligera sonrisa. "Al menos no ha perdido del todo los buenos modales". Piensa para sí. Él traga saliva mientras se siente incapacitado para no devolverle el gesto. Sus carnosos labios se curvan un poco. Lo suficiente para que ella le mire como siempre lo hace, con la melaza derretida de sus ojos. Luego, se gira y sale de la cabina.

Rey contempla su ancha espalda hasta que desaparece de su vista. Sabe que ha ocurrido algo en el panteón de Padmé Amidala. Algo que le ha trastornado hasta la misma médula. Pero no puede obligar a Ben a contárselo. Es necesario que él acepte abrirle el corazón. Un anhelante suspiro escapa de sus labios entreabiertos. Después se gira en la silla para abrir el intercomunicador del carguero. Es hora de hablar con su amigo Finn.

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Cuando media hora después Ben sube a cabina, halla a una Rey tan circunspecta como él, o quizá más. No puede evitar preocuparse por su aspecto decaído y pregunta: -¿Qué ocurre, Rey? ¿Qué te ha contado el agorero de FN-2187?

La muchacha enarca una ceja y le fusila con la mirada al tiempo que responde: -Su nombre ahora es Finn, Ben. No tiene ninguna gracia.

-¡De acuerdo! Lo siento. ¿Puedo saber qué pasa?

-Me temo que no. Son asuntos de La Rebelión.

Ben clava su oscura mirada en la avellanada de Rey. Una invisible puñalada le atraviesa de hito en hito. Había olvidado que son enemigos. Que cada uno lucha en un bando diferente. Que sus ideales son opuestos. Con una pequeña brizna de Fuerza usada, percibe como ella siente lo mismo en su interior. La misma lacerante cuchilla hundiéndose en su carne. Pero, irremediablemente aquello que les aleja también es lo que les une. La guerra. Toda una vida de lucha, ya sea la de la propia existencia, o la que se juega en todos los espacios de la galaxia y acaba con las vidas de tantas criaturas humanas y alienígenas. Ella es tan distinta y a la vez tan igual a él. Su alma herida acaricia la suya con las yemas de sus dedos o con la miel de sus redondos ojos de gacela.

Con la mirada perdida en la bonita cara de su antagonista le dice: -Comprendo. No puedes contármelo. –Su tono es áspero y tiene un deje de amarga tristeza. Ella le responde:

-¡No! Igual que tú no puedes contarme lo que tanto te lastima.

-Rey... -Su grave voz muere sin poder ofrecerle una respuesta. Ha sido un golpe bajo. Han llegado a un callejón sin salida. Lo que les une es lo mismo que les aleja. Una y otra, y otra vez.

Ben aparta su mirada y la centra en el pilotaje al tiempo que le pide: -Abróchate el cinturón

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Ben aparta su mirada y la centra en el pilotaje al tiempo que le pide: -Abróchate el cinturón. Vamos a despegar.

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No tardan en flotar en el aire. Colgados en el anochecer de Naboo, su nave se escabulle entre las pocas nubes que empañan su cielo. Rey se siente triste y no le ayuda a reponerse la hermosura del firmamento plagado de hermosas estrellas de ese planeta de cuento. Su alma bucea en la melancolía. Observa a Ben de reojo, su perfil romano se percibe impasible. Ha vuelto a cerrarse en sí mismo, como ya lo hiciera en el maldito Supremacy, justo después de pedirle que se uniera a él y ella lo rechazara. Sin siquiera un sonido una lágrima furtiva resbala por su terso rostro hasta su barbilla. La aparta sin contemplaciones con el dorso de la mano y murmura ante la extraña quietud del carguero en el aire: -¿Nos vamos de una vez?

Entonces, Ben vuelve la cara para mirarla. Su semblante es reservado, pero sus ojos están tan húmedos como los de ella: -Nos vamos, Rey. Pero no a Nar Shaddaa. Todavía hay tiempo para una última escala.

-¿Qué estás diciendo, Ben? –Le reclama Rey con voz acongojada.

-Voy a llevarte al País de los Lagos. Al Lago Varykino.

Como el piloto avezado que es, cambia el rumbo de la nave virando noventa grados hacia la izquierda y sobrevuela veloz las cúpulas verdosas de Theed, perdiéndose en las milenarias montañas  y fecundos valles de Naboo.

Continuará...

Continuará

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Black Diamond (La redención de Kylo Ren)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora