Black Diamond (La redención de Kylo Ren)

Capítulo 36

Todavía aturdida por el abrupto corte de la comunicación con Ben y el resto de Caballeros de Ren, un chisporroteo lastimero e incesante llega a los oídos de Rey desde el fondo del búnker, sacándola de su abstracción. Camina hacia allí para ofrecer consuelo a un BB-8, envuelto en un cable inmovilizador que le impide hacer cualquier movimiento. La muchacha siente remordimiento por tener que tratar así al simpático droide, y se agacha a su altura para decirle tierna:

-Lo siento, amiguito. Pero no he tenido más remedio que atarte. Tus lealtades están con Poe, y él esta vez, está muy equivocado con la loca misión de "La Resistencia".

El robot chisporrotea una vez más, esta vez dándole una respuesta: -¡Lo siento, BB-8! Aunque me jurases que no harás nada, no puedo creerte. Los dos sabemos de lo que eres capaz, amiguito. –La muchacha le guiña un ojo, y acaricia cariñosa el frío fuselaje blanqui anaranjado que cubre los intrincados circuitos del droide, luego vuelve a ponerse en pie. Al instante, escucha la voz de Finn que le grita angustiado: -¡Rey! ¡Tenemos compañía! ¡Nos atacan!

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El rayo tractor del Supremacy II cumple con su función a las mil maravillas, y nada más aplicar su campo de fuerza, mangonea a su antojo la gravedad para arrastrar consigo a los hangares del formidable destructor del maldito Snoke, a las dos naves toydarianas.

Kylo Ren cierra los ojos mientras son remolcados, y hace acopio de fuerzas para encarar la decisiva batalla que tiene por delante. Quizá la más ardua de su vida. Enfrentarse al abominable ser que colmó sus pensamientos infantiles y adolescentes de pesadillas infestadas de dolor y humillaciones. Era la hora de ajustar cuentas, o morir en el intento.

El contador de Flamma llega a cero, justo cuando ambas naves entran en la colosal ensenada de hangares del destructor, y quedan bien ajustadas a los anclajes del grisáceo pavimento señalizado con franjas blancas: -Ren, ¡justo a tiempo! –Exclama la guerrera ya en pie para bajar de la nave, a su lado, su fiel compañero Tetraites hace lo propio. Ambos aguardan a que su antiguo maestro les acompañe.

El joven endereza su espina dorsal y da por terminada su corta meditación. Se levanta y sin más les dice con firmeza: -¡Bien! No hagamos esperar a nuestro anfitrión, y cumplamos con la misión que nos ha traído hasta aquí. Sabe lo que le espera afuera. Un blanco comité de bienvenida compuesto por soldados de asalto, a los que él mismo mandó hasta no hace mucho tiempo, y que no se lo van a poner nada fácil.

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Chewbacca lanza un descomunal rugido hacía el húmedo aire de Toydaria, alcanzado en un brazo por un disparo láser. Rey, apostada a su lado, observa la herida. No parece tan grave como el hedor que desprenden los pelos chamuscados de su brazo. Sin miramientos usa los dientes, para arrancarse un trozo de tela del chubasquero que ata alrededor del grueso brazo de wookiee a modo de torniquete: -¡Esto aguantará de momento, Chewie!

El disparo ha llegado hasta la puerta del búnker desde la espesura, aunque los soldados de "La Primera Orden" no se esconden. Son un número muy superior a ellos, y si alguien no lo remedia, muy pronto les apresaran, para destrozar después manualmente la maravillosa "Tela de Araña" de "La Resistencia". Ya que la súper arma les impide utilizar el armamento de sus naves imperiales, aunque todavía, se da cuenta al mirar al nublado cielo, pueden volar. El súper imán del arma necesita más minutos para cargarse: -¡Vayamos dentro! -Le dice a su amigo peludo.

El wookiee vuelve a rugir esta vez disconforme, y la joven le responde: -¡Ya sé que convertiré esto en un asedio! Y también que dependerá de nuestra resistencia. ¡Menuda ironía! Pero, ¿Qué más podemos hacer? Somos cuatro contra... ¿cincuenta? –ambos entran y las puertas del búnker se cierran sin apenas hacer ruido. Poe apoyado sobre una de las duras paredes les advierte: