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La luz del sol pegaba en mi rostro, recordándome que no cerré las cortinas, abrí los ojos lentamente y al hacerlo un dolor atravesó como un rayo mi cabeza.

Maldita resaca, pensé instantáneamente.

Escuche de lejos sonar mi teléfono, estire la mano y no lo encontré, en lugar de eso había una nota que decía “Nos volveremos a ver” me quedé un momento mirando el papel, me reí por la seguridad que transmitía en sus palabras y luego retome la búsqueda de mi celular que aún no dejaba de sonar

—Estoy viva, Julián—dije o al menos eso intente, mi voz sonó como de ultratumba.

—Claro, y con una resaca qué se siente aún por teléfono—respondió mi amigo.

Cerré los ojos frustrada,  tenía la boca seca, me levanté desnuda como estaba, caminé como zombie hasta la cocina y tomé un vaso entero de agua fresca.

—¿Sigues ahí?—pregunté al teléfono y Julián respondió afirmativamente—Bueno entonces, ¿Qué estás esperando? Veni para casa con un café y aspirinas—dije, y corté la comunicación, me puse el corpiño, que, dicho sea de paso, había encontrado detrás de la cajonera,  me desplome en el sillón más cercano, con el antebrazo me cubrí el rostro, y con unas sábanas las piernas, debo haberme quedado dormida porque lo siguiente que oí fue la llave en la entrada, indicando que Juli había llegado.

Abrí un ojo, y sonreí de lado al ver que había cumplido mis órdenes trayendo lo que le había dicho.

—Eres el mejor amigo del universo—dije sentándome en el sillón.

—¿Por qué aún estás desnuda?—preguntó Julián tomando su café y sentándose en un sillón.

—Semi desnuda, tengo el corpiño—lo corregí bebiendo de un sorbo la mitad del café, algo muy reconfortante.

—Es de encaje, creo que de acá puedo ver tus pezones, ojo no digo que nunca los haya visto antes, es más aún recuerdo el primer fin de semana después de aquel —así nos referíamos al idiota de Gustavo— cuando tuve que ir a buscarte a la fiesta de la piscina ¿Recuerdas?—preguntó mirándome con una sonrisa estampada en su rostro.

—Claro que no, bobo, recuerda que estaba tan ebria que no supe nada de esa fiesta, hasta un tatuaje tenía cuando desperté en tu cama al otro día—dije rodando los ojos.

—Cuestión, estabas nadando desnuda en la piscina y no dejabas que nadie se te acercará, mordiste a dos personas—comentó alzando una ceja

—¡Seguro que se lo merecían, cerdos cochinos! ¿Y cómo lograste que no te mordiera?—me surgió la duda mirándolo de frente

—Lo hiciste, pero te tape la nariz para que me soltaras, a diferencia del resto te conozco y no te temo—declaró resoplando solté una carcajada divertida

—Eres lo mejor de mis resacas—dije mientras intentaba ponerme mi tanga debajo de las sábanas—Pasame la remera/pijama de ahí—le apunte con el dedo, cuando me estaba levantando sonó mi celular.

—Es Pame—dijo Juli leyendo el visor de mi teléfono, hacía rato que no sabía nada de ella, estaba de intercambio en México.

—¿Qué pasó Pame?—pregunté contestando el teléfono.

—Al fin contestas, mujer—se quejó ella

—Sí, bueno, noche complicada—me excusé

—No sabes lo que me acabo de enterar acá—dijo

—¿Estás gastando crédito por un chusmerío?—me burle

—Esta clase de chusmeríos son los que valen la pena contar y no por mensaje—aseguró y yo rodé los ojos, cuanto drama.

Traición a la mexicana [COMPLETA]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora