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Ya estábamos estacionando en la puerta de la casa de mi abuela cuando Julián recibió una llamada de su madre, bajó del auto y atendió.

-Imposible ma, estoy a más de cincuenta kilómetros-explicaba por teléfono mientras paseaba de un lado a otro negando con la cabeza.

-¿Qué pasó?-pregunté mirándolo mientras descendía del auto y él tapó el auricular del teléfono.

-Mi prima se descompuso y no quiere ir al médico, entonces mi vieja quiere que vaya a convencerla-dijo rodando los ojos y respirando profundo.

-Andá-le dije seriamente extendiendo las llaves de mi auto.

-¿Segura?-preguntó sin contestarle a la madre.

-A seguro se lo llevaron preso-bromeé-La casa parece estar cerrada, quizás ni están, además me compré dos paquetes de cigarrillos-dije mostrandoselos él se rió y me abrazo.

-Después me contas-añadió subiéndose mientras yo salía del auto.

En ese momento mi mamá abrió la puerta.

-Cada año más cobarde ese hombre, no nos vamos a tirar sobre él cuando nos digas que están juntos- ironizó y yo la mire con el ceño fruncido.

-No pienso formar parte del harén de Julián-respondí saludandola-¿La abuela?-era extraño que ella no fuera quien me recibía.

-Está dentro poniendo la mesa, los invitados ya están en el living-comentó cerrando la puerta, giré sobre mis talones para que mi mamá pudiera ver mi estupefacción.

-¿Invitados?-pregunté ella tomó mi bolso junto con la bandeja del postre, me empujó suavemente hacia el living.

Lo hizo sin contar con mi torpeza, dado que me lleve puesto el escalón de entrada y pase la puerta en dirección al piso sin poder evitarlo entonces cerré los ojos esperando el impacto,pero en lugar de eso alguien me atrapó,confundida abrí los ojos.

-Eso sí que se llama hacer una entrada Becca-dijo Gustavo sosteniéndome, me liberé de él con mala cara.

-Quita esa sonrisa de idiota-lo amenacé acomodando mi ropa.

-Inevitable, es mi cara cada vez que te veo-susurró él sólo para mí.

Solté un suspiro y volteé a saludar a los invitados, entre los cuáles estaban sus padres, una tía mía, mi primo favorito y el hermano de Gustavo.

-¡Fede! ¡Qué alegría verte!-exclamé al verlo y me arroje a abrazarlo.

Mi primo era como mi hermano, pasamos toda la adolescencia juntos, hasta que su papá fue transferido a Córdoba, una provincia de nuestro país, y aunque eran ochocientos kilómetros nada más, no era lo mismo que vivir en la misma cuadra.

-¡Qué hermosa estás!-dijo haciéndome girar, yo le sonreí tirándole un beso.

-Mucho sexo y poco compromiso-respondí para él riendo, pude notar por el gesto de Gustavo que él también me había escuchado.

-Así me gusta, la libertad te sienta bien-comentó y nos sentamos en el sillón.

Estuvimos casi una hora hablando sobre nuestras vidas, Gael, el hermano mayor de Gustavo se unió a nosotros y se escuchaban risas en todo el living, debido a las anécdotas que nos contábamos.

Cuando mi abuela nos vino a buscar, Gustavo se las arregló para quedar sentado frente a mí, y yo no iba a cenar con la vista en mi plato, alcé la barbilla desafiante sólo para ver su gesto divertido.

-Bueno quiero proponer un brindis-dijo mi mamá, y yo la miré desconcertada.

-¿Por qué brindamos, Elizabeth?-preguntó mi abuela.

-Bueno, por la visita de Federico, que se hizo rogar. Además la sorpresiva vuelta de Gustavo, que me dijo tiene un anuncio para hacernos y me muero por oírlo-dijo señalando a Gustavo que se paró y sonrío al público.

-Bueno como casi todos saben-recalcó el "casi" mirándome directo, yo rodé los ojos-Soy un empresario de renombre en México donde actualmente es mi lugar de residencia, lo que no saben es que volver fue un golpe a mi yo interior que mantuve tapado durante años-tragó saliva, como reuniendo valor-por eso decidí invertir en el país que me vió nacer. Actualmente están hablando con el nuevo socio del "Wellington Apart Hotel"-finalizó alzando la copa, yo que estaba terminando de comer, me atraganté ruidosamente.

-Disculpen-dije levantándome y salí corriendo al baño.

¿Socio del hotel donde trabajo? ¿Invertir en el país? ¿Significaba que no estaba en sus planes próximos irse?

Moje mi cara con agua fría cuando y oí que tocaban la puerta.

-Ya voy ma, estoy bien-grité con los ojos cerrados escuché que la puerta se abría giré para decirle que exageraba.

Pero el que había entrado era Gustavo, se acercó y puso su dedo índice en mis labios.

-Andate-dije, entonces me giro frente al lavatorio, obligándome a mirarnos a través del reflejo del espejo, apoyó sus labios en mi cuello.

-Sé que aún me deseas, como yo lo hago. ¿Por qué luchas contra eso?-susurró, podía ver como intentaba descifrar mis pensamientos, analizaba mi expresión a través del reflejo.

Sentí como subía la temperatura, la imágen que devolvía el espejo era muy erótica, y no pude evitar que un suave jadeo escapara entre mis labios.

-Basta Gust...-quise decir cuando una de sus manos se deslizó por mi cintura hacía abajo, rozando mi muslo interior, mi respiración se agitó.

-Decime que no me deseas, Becca-pidió mordiendo suavemente el lóbulo de mi oreja, eso fue suficiente para girar y besarlo, con furia, con pasión contenida, y sobre todo mucho deseo.

Ardía en ganas de ser suya en ese preciso momento, me quite la tanga con un rápido movimiento mientras él sin dejar de besarme se abría el cierre de su jean.

-¿Segura?-preguntó mientras me miraba a los ojos.

-Haceme tuya, otra vez-pedí pasando mi dedo por sus labios, él sonrió y me levanto para introducirse en mí.

Nuestras respiraciones se aceleraron, mis uñas se clavaron en su espalda, estaba disfrutando de este sexo rápido,a escondidas y cuando ya casi estábamos por llegar al clímax unos golpes en la puerta nos devolvieron a la realidad.

-Becca, hija, ¿Estás bien?-preguntó mi mamá, Gustavo que se había quedado inmóvil sin salir de mi asintió con la cabeza.

-Si. Ya termino-dije significativamente mientras él reía aumentando la velocidad de sus embestidas, sacó un pecho de mi blusa y mordió juguetonamente mi pezón, solté un gemido y él tapó mi boca.

-Lo sabrán-susurró mientras me dejaba llegar a un delicioso orgasmo.

Estábamos arreglando nuestra ropa cuando tomo mi muñeca.

-Volví pensando que te había superado, me engañé completamente estos últimos cinco años, nena. Sos inolvidable-susurró mirándome a los ojos, su increíble mirada azul me congeló por un instante.

Negué con la cabeza, liberando mi mano.

-Estoy mayor para creer que sos eso que creí que eras, me encanta tener sexo con vos,pero sólo eso-dije saliendo y cerrando tras de mí la puerta del baño, me di una golpiza mental al darme cuenta que sus palabras habían calado más hondo de lo que creía.

Me senté en mi lugar para terminar la cena, y unos minutos después apareció él diciendo que había salido a fumar un cigarrillo, sabía que muchos de los presentes no creyeron su historia pero no me importó.

Envié un mensaje a Julián <Metí la pata hasta mi virgen trasero> la respuesta no tardó en llegar <jaja virgen? ¿Quién sos y qué hiciste con mi mejor amiga? YA preparó café y espero tu divertido resumen de la cena>

-¿Te alcanzó a tu casa?-dijo Gustavo cuando pedí que mi mamá llamara un taxi porque Julián se había llevado mi auto.

-Si no te importa, te digo donde vivo y me dejas- comenté delante de mi madre que había alzado las cejas por la naturalidad con la que Gustavo dijo "tu casa".

Traición a la mexicana [COMPLETA]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora