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Entramos al restaurante, sólo había ido una vez con la empresa donde trabaja antes del hotel, nunca había visto un lugar tan lujoso pero a la vez con calidez humana, sonreí mientras la moza nos llevaba a la mesa que Lorenzo había reservado.

-Espero disfruten su cena-nos dijo mientras nos daba los menú, por un momento pensé en levantarme y salir corriendo al ver los precios exorbitantes que la carta exhibía. Entonces la mano de Lorenzo cruzó por mi menú, alzó una ceja y frunció los labios en un mohín.

-Sólo pide lo que quieras comer, ¿Entendido?-preguntó

-¿Un vaso de agua?-bromeé

-Eres encantadora, pero deja que mis finanzas las conozco, así que elige sin pensar en el precio ¿Si?-me reprendió

-Está bien, quiero éste-señalé en el menú algo que no era un precio medianamente normal, Lorenzo llamó a la moza pidiendo la comida y un vino blanco dulce para acompañar. Luego, por un momento que me pareció eterno el silencio se apoderó de la mesa, podía sentir la respiración agitada y mi corazón latir fuertemente.

-Es extraño cenar con vos, y ni te cuento cenar vestidos-comenté rompiendo el silencio con una suave sonrisa  

-A mi, personalmente, todavía me cuesta entender que estamos en una maldita cita-comentó estirando su brazo para tomar mi mano, enredó sus dedos con los míos.

-Sos una persona muy extraña, jamás sospeche que albergaras otros sentimientos que no fueran meramente deseos sexuales-expuse

-No soy extraño, soy reservado. Me cuesta aceptar los sentimientos, me cuesta asimilar lo que me pasa y lamento que hayas creído por cinco años que sólo te quería para descargar necesidades fisiológicas-comentó alzando los hombros por un momento.

La sensación que me invadía a medida que hablaba me hacía sentir relajada, me sentía como cuando corres y abrazas a tu mamá para saber que nada malo iba a pasar.

A pesar de ello, mi mente repetía que era un hombre, que debía cuidarme de sus palabras, porque una cosa era lo que decían y otra la que hacían, además hacía menos de veinte horas estaba dispuesta a darle una oportunidad a Gustavo. ¿A quién quería realmente? Mi mente volvía a retomar el círculo vicioso de analizar, proponer, avanzar, pensar para luego retroceder, y volver a comenzar.

Nos divertimos mucho durante la cena, Lorenzo era un hombre con quién se podía hablar de cualquier tema, él siempre estaba informado y me hacía reír con facilidad.

-Ahora que ya pediste la cuenta… ¿Puedo pedir el postre?-pregunté relamiendo suavemente mis labios

-Pero si estas comiend…-freno su respuesta a medida que la información caía en su mente, estiró su pie debajo de la mesa y acarició descaradamente con él, todo el largo de mis piernas, haciéndome estremecer.

En mi mente se reprodujo nuestro último encuentro en ese bar, automáticamente sentí como me humedecía, pude ver la pasión nublar la visión de Lorenzo al momento que un disimulado gemido escapara de mis labios entreabiertos.

-Calmate muñeca o vas a llamar la atención de los chismosos-murmuró Lorenzo, justo llegó el mozo con la cuenta cuando estaba por responder.

-Llévame a casa-pedí acalorada mientras me levantaba, hábilmente Lorenzo cruzó su brazo por detrás mío. Tomando firmemente mis caderas, ese gesto entre posesivo y sensual provocó que me girará para comerle la boca a salud de todos los chismosos que nos seguían con la mirada.

-Deseo llegar a cualquiera de nuestras casas-afirmó Lorenzo después que me separé de él reanudando la marcha. Yo giré la cabeza levemente y sonreí

-Yo estoy ansiando llegar al auto-murmuré y él apretó fuerte mi mano mientras aceleraba paso.

Una vez que subimos al auto me acerqué para besarlo profundamente, hundí mis dedos en su cabello y tiré un poco de ellos, el gruñido que brotó de su garganta me hizo saber que lo estaba excitando a situación, deslice una de mis manos hasta su bulto y comencé a acariciarlo sobre el pantalón, escuché como la agitación comenzaba a apoderarse de la respiración de Lorenzo entonces soltando su cinturón saque el miembro para deslizar mi lengua sobre él, lo escuché respirar profundo mientras su mano se apoyó en mi cabeza para guiarme en mi tarea del sexo oral, sentí su miembro hincharse y ponerse muy duro, cada vez que salía de mi boca. Sabía que estaba por terminar, sentí sus espasmos y lo deje acabar mientras seguía en mi boca, me levanté y le sonreí.

-Creo que quiero un reanimador-bromeó él al tomarme de la nuca y besarme

-Exagerado-reí mientras me ponía el cinturón de seguridad.

Está noche prometía ser muy divertida, lamentablemente no siempre sale todo como uno cree, cuando llegamos a mi casa y vi la moto de Gustavo en la entrada supe que estaba en un problema. No creía que quisieran montar un trío, lo cual me dejaba en tener que tomar una decisión, ¿Qué haría? ¿Perdonar e intentarlo con Gustavo? ¿Avanzar con Lorenzo? Un carraspeo me sacó de mis meditaciones.

-¿Pasó?-pregunto Lorenzo y yo negué lentamente con la cabeza.

-Tengo que hablar con él-afirme mientras acariciaba su rostro

-¿Tomarás una decisión?-preguntó cerrando sus ojos verdes

-En eso estoy-respondí mientras bajaba del auto. Sentí el auto acelerar y perderse, esperaba no haber hecho mal pero creía importante una charla con Gustavo.

-Al fin llegas, pensé que ya no volvías a dormir-dijo él cuando me vio acercarme

-Hola Gustavo, ¿Qué pasó?-pregunté buscando mis llaves para abrir

-Recibí tu mensaje-respondió y yo cerré los ojos pensando en cómo iba a seguir la conversación.

Traición a la mexicana [COMPLETA]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora