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Después de pasar por un baño a ponerme medianamente decente, volví al lobby del hotel donde mis amigos sentados en un elegante sillón esperaban mi regreso.

-¡¿Y bien?!-exclamó Julián levantándose

-Dijo que era un regalo del cielo, que obviamente se haría cargo-murmuré abrazándolo fuertemente.

-No esperábamos menos de él-afirmó Pame sumándose al abrazo, luego de irnos del hotel volvimos al centro, comimos unas masitas con un café, yo no pude terminar mi taza porque era demasiado fuerte y me costó tomar los primeros sorbos.

-¿Tampoco toleras el café?-preguntó incrédulo Julián mientras yo negaba con la cabeza

-No, este bebé sí que vino a poner mi mundo de cabezas-me queje tomando un trago de la soda que acompañaba al café.

-Leí que no es buena la cafeína en el embarazo-acotó Pame y yo me volteé a mirarla indignada.

-Si vas a leer todo lo que dicen, más vale que me encierren y me alimenten como a un animal, porque la mitad, o aún más, de las cosas que consumo diariamente están prohibidas-me quejé.

-Parece que las hormonas también están cobrándose su buen humor-masculló Julián recibiendo un suave pero certero golpe en una costilla.

-Muy creativo-lo felicitó Pamela mientras se reía del golpe.

Caminamos recorriendo un poco de México pero enseguida mi cuerpo pidió un descanso, el estrés más el viaje debía estar pasando factura.

-No se preocupen por mí, sólo me acostaré a dormir, quizás llame a Lorenzo para contarle las novedades pero nada más-aseguré a mis amigos abriendo la puerta de mi cuarto, me recoste sobre la misma unos instantes antes que alguien golpeara. Segura de que era mi amigo abrí la puerta con cara de pocos amigos.

-Ya te dije Julián.. -abandone la frase a la mitad, pues era Gustavo quien estaba del otro lado de la misma.

-¿Qué? ¿Cómo supiste?-pregunté entrecerrando los ojos.

-Becca, manejo una cadena de hoteles, tengo fácil acceso a esta clase de información-dijo alzando los hombros.

-Debí imaginarlo, bien… ¿Y qué haces acá?-pregunté haciéndome a un lado mientras me recostaba en el sofá más cercano.

-No lo sé, sentí que tenía que venir pero aún no logró definir para qué-explicó rascándose la nuca.

-Debe ser tu hijo el que te llamó-bromeé pero me arrepentí al verle la mirada de ilusión

-¿Vos crees?-preguntó

-Gustavo mide lo mismo que un arroz, claro que no es él. Pero quizás por él fue que sentiste necesidad de venir-expliqué, él se sentó a mi lado

-¿Segura que no cambia tu decisión?-preguntó en un susurró mirándome directo a los ojos.

-No. Lo amo a él-afirme y el asintió con la cabeza, me extendió una carpeta negra, que no había notado que tenía.

-Ahí están dos tarjetas de crédito y una de débito, sé que eres una mujer orgullosa y quizás nunca la uses. Pero si llegas a necesitar, quiero que sepas que a pesar de los kilómetros ahí estoy. A cambio sólo quiero pedirte una cosa-dijo tomando mi manos

-¿Qué?-pregunté cautelosa

-Quiero que me cuentes todo o al enorme hagas partícipe de su crecimiento, ecografías, informes, el bebé es lo único que tengo-se sinceró, acaricié su mejilla.

-Por supuesto y serás un gran padre, lo sé-añadí, Gustavo cerró los ojos con una sonrisa.  -Gracias, y vos también vas a ser una excelente mamá-añadió parándose-Me voy a ir, te oí decir que estabas cansada. Pero no sabía cuánto permanecerás en México así que debía actuar pronto.

-Si estoy exhausta, quiero dormir algo, mi vuelo sale mañana a la noche-añadí evitando que tuviera que buscar mi apellido entre los vuelos para saber cuando me iba.

Me abrazo y detuvo su mano frente a mi vientre sin atreverse a tocarlo, tome su mano haciendo que la apoyará.

-Felicidades papá-añadí mientras, él sólo sonrió y luego se alejó para que por fin yo pudiera dormir algo.

Traición a la mexicana [COMPLETA]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora