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Después de un mes evitando lo más posible a los tres hombres que me habitaban mi mente y dominaban mis sueños, decidí con Julián salir a tomar algo, él aún no podía tomar en cantidad pero un vaso de gaseosa seguro que no había problema.

-¿Estás seguro?-volví a preguntar mientras arrancaba el auto

-Ya te dije unas cuatrocientas veces que si, maneja por favor-me espetó refunfuñando

Llegamos al bar y Gina estaba esperándonos dentro, tenía un vaso con un licuado en su mano.

-Esto si que es un cambio-bromeé tomando un trago de su vaso

-Todo culpa del lisiado-se quejó mi amiga señalando a Juli

-Chicas, yo no puedo tomar alcohol, nadie dijo que si ustedes tomaban me iba a hacer mal a mí-explicó Juli tomando el vaso de Gina.

Luego se estiró sobre la barra, pidió un ron con hielo para mi y un martini seco para Gina.

-¡Fiesta!-bromeé haciendo fondo blanco, me quemó la garganta provocando que cierre mis ojos.

-Dos vasos más y la perdimos-dijo Gina riendo mientras bebía su trago.

Comenzamos a bailar inmediatamente después de pedir la segunda ronda, el bar se había llenado en cuestión de una hora y ya estaba teniendo calor. Sentí la gota de sudor resbalar por mi cuello perdiéndose en mi escote, me acerqué a Gina que bailaba con un chico para avisarle que salía a la azotea a tomar un poco de aire. Juli estaba muy perdido en un reservado como para preocuparse por mi ubicación, caminé un poco torpe, culpa de los tres vasos de ron además del tequila.

Cuando empuje la puerta que daba a la azotea el aire frío me dio de lleno erizandome la piel, frote con mis manos mis brazos, saque de mi cartera un cigarrillo pero cuando busque el encendedor resople frustrada.

-¡Genial!-me queje, sentí un carraspeo detrás que me hizo dar un salto del susto.

-¿Fuego?-preguntó una chica rubia son una sonrisa mientras extendía un encendedor. Era obvio que esperaba a alguien, tenía un top fucsia con una pollera blanca de cuero, y unas botas haciendo juego. Fumaba suavemente mirando el ir y venir de los autos, le dije que sí mientras sonreía amablemente y lo tomé, estaba prendiendo mi cigarrillo cuando la puerta volvió a abrirse.

-Lo siento, bonita… La barra era un infierno, dos horas para preparar un Cosmop…-Mariano se interrumpió a mitad de la frase mirándome. Su mirada reflejaba confusión y culpa, no tenía por qué sentirla naturalmente ya que no éramos ni habíamos sido nada pero eso decían sus ojos

-Hola Marian-dije naturalmente aunque mi estómago se estrujara al verlo tan endemoniadamente sexy con otra

-Hola Reb-respondió dándole el trago a la chica mientras ella nos miraba con una ceja alzada-Geraldine, ella es Rebecca, una compañera de trabajo-me presentó y por un momento sentí ganas de golpearme por idiota.

Pensé que sinceramente le interesaba, y sólo había pasado poco más de un mes y él ya estaba de don Juan en un bar hiper conocido. Por supuesto me enojaba, porque aunque yo hubiera puesto paños fríos sentí que todo lo que dijo fue mentira.

Con la mayor dignidad posible, sonreí a Geraldine, apague mi cigarrillo, sin voltear a verlo siquiera una sola vez y entré directamente a la barra.

-Dame un whisky doble en las rocas-dije mientras pensaba que se vaya todo al demonio, era sencillo apagar mis pensamientos con alcohol, lo complicado era a la mañana la resaca pero sinceramente no me importaba. Terminé mi whisky en dos tragos, el bar entero dio una vuelta cuando lo hice.

-No deberías tomar tanto-dijo la voz de Mariano detrás mío. Solté una risotada y bufé.

-Vuelve con tu chica, yo estoy perfecta-respondí mientras lo señalaba con un dedo

-¿Qué estupidez decís? No podes ni pararte-me respondió, pero no negó que fuera su chica, fue lo único que mi mente resaltó

-Por eso estoy sentada-dije haciendo señas al barman. Pero Mariano me tomó la mano y la bajo.

-Basta dije-me regaño

-No eres nadie para decirme que hacer-lo desafíe con la mirada

-Quise serlo, y me echaste de tu vida ¿Qué se supone que hiciera? ¿Esperar unos días, algunos meses o quizás años?-me refutó enojado

-Vete, al menos con Gustavo sabía que me esperaba-escupí enojada

-Son tal para cuál, no sé cómo no pude verlo antes-me respondió yo trague lentamente mientras sus palabras me atravesaban como puñaladas

-Te dije que sólo quería sexo, tu te ofreciste en bandeja con el combo completo, disculpa si no quise romper tu patético corazón, al menos fui sincera, no te pinte un arcoiris para terminar siendo una mentiroso más-le grité mientras las lágrimas caían por mi rostro. Julián apareció a mi lado tan rápido que no sé de dónde salió

-¿Estas bien?-preguntó, fulminé a Mariano con la vista mientras se alejaba y luego miré a Juli.

-No, quiero irme a casa-respondí mientras mi amigo asentía con la cabeza. Busco a Gina mientras yo me ponía en pie, estaba revolviendo mi bolso cuando sentí que me tomaban la mano.

-Fui un idiota, perdón-dijo Mariano mirándome

-No fuiste. Lo sos, ahora desaparece de mi camino y de mi vida. Bien lo dijiste, compañeros de trabajo, nos vemos el lunes-respondí quitándole mi mano mientras me iba a la puerta, la abrí y una vez fuera me derrumbé.

Las lágrimas salían solas, para cuando Juli y Gina llegaron para irnos ya no sabía exactamente porqué ni por quién estaba llorando.

Traición a la mexicana [COMPLETA]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora