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Salí al living, para encontrarme a Lorenzo caminando en círculos.

-Estás asustándome Lorenzo-dije sentandome en el sofá

-Bien, porque yo estoy aterrado-respondió y yo abrí mis ojos grande

-¿Qué pasó?-pregunté él se acercó a mí y apoyó sus manos en mi rodilla e inspiró profundo.

-Bien, lo diré de una vez y por el amor de Dios, no me interrumpas o no podré volver a juntar el valor-dijo

-Bueno-asentí con la cabeza.

-Cuando nos encontramos la primer noche, estabas tan rota emocionalmente como yo, nos habían roto el corazón y encontramos la forma de apagar ese dolor momentáneamente, pero confieso que cuando me besaste por primera vez una extraña sensación recorrió mi cuerpo, ni hablar de saber que era el primero al que le entregabas tu cuerpo, tan plena, sin restricciones, Reb, no sé porqué tuve que esperar a que el idiota de Gustavo volviera para darme cuenta-dijo pasando su mano por la cara

-¿Darte cuenta?-repetí sintiendo mi corazón dar un vuelco

-Estoy enamorado Rebecca, esa noche que te dije que si Mel volviera yo haría lo que ella querría, mentí. Porque sentí que vos lo amabas aún, que lo habías elegido ebria porque sencillamente nunca lo olvidaste. Y me dolió porque yo ya no pensaba en Mel, yo había superado esa ruptura la noche en que te hice el amor por primera vez-se sentó a mi lado

-Me dejas sin palabras Lorenzo, siempre pensé que lo nuestro era una relación de sexo, nunca pensé en sentimientos porque estaba convencida que no era eso lo que buscabas-respondí

-¡Qué milagro dejarte sin palabras!-bromeó y luego ladeó su cabeza-Es extraño sentirte tan mía cada vez que teníamos sexo pero tan ajena cuando te ibas vistiendo-explicó

-Disculpa, nunca me pareció divisar sentimientos en nuestros encuentros, y como no decías de ir a un lugar público, interprete que disfrutabas de lo clandestino-repliqué

-No decía nada porque las veces que lo insinué me dijiste que lo pasábamos mejor en la casa y yo pensé que a vos te molestaría que nos vieran-concluyó, y me puse a pensar en las veces que me había dicho para salir, era cierto, siempre inventé una excusa porque no quería que lo placentero de nuestros encuentros sexuales se arruinaran por los pormenores de una relación

-Tenes razón-admití mirándolo de frente, su mirada bajó hacia mis labios y yo inconscientemente me los mordí.

-No provoques nena-dijo mientras yo sonreí

-Es todo tan raro. ¿Qué sería lo que me propones?-pregunté acariciando su rostro

-Salgamos, charlemos, cenemos, contame tus problemas y tus metas, déjame abrazarte hasta que te duermas-dijo suavemente haciendo que sintiera que me derretía por dentro. Me acerque y por primera vez en cinc años, lo besé, suave investigandolo con paciencia, pero cuando él entreabrió los labios para recibir mi lengua juguetona sentí la pasión llevarse por delante todo preámbulo, gemí ansiosa por conocer exactamente lo que tenía enfrente.

-Me volves loca-susurré sin separar mis labios de los suyos

-No tenes una idea de cuanto te entiendo-susurró pasando su mano por mi nuca para profundizar el beso. Había quedado semi acostada en el sillón, empezó a bajar con sus besos, primero por mi cuello siguiendo por mi pecho, pellizco suavemente uno de mis pezones haciendo que mi cuerpo reaccione rápido a sus caricias.

Lo agarré por su camisa verde oscura que tan bien combinaba con sus ojos mientras mordía mis labios lo senté en el sillón y me senté a horcajadas. Mordí suavemente el lóbulo de la oreja mientras sentía sus manos juguetonas subir por mi espalda, acariciando primero y luego quitando el broche de mi corpiño, en un rápido movimiento me quite las dos cosas entonces Lorenzo lanzó un sonoro suspiro.

-Ay nena-dijo besando uno de mis pechos mientras acariciaba el otro, haciendo que yo cada momento me desesperara por sentirlo dentro mío.

Traición a la mexicana [COMPLETA]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora