14

1.6K 135 22
                                    

Había pasado el resto de la semana, con tanta tranquilidad y silencio por parte de Gustavo como de Mariano que me estaba asustando.

Llegó el sábado y con Julián habíamos organizado para ir a un bar nuevo que inauguraba ese día, Gina nos vería ahí.

-Necesito un ron con hielo-dije mientras subía al taxi

-Pensé que habías abandonado el alcohol-comento mi mejor amigo

-¿Que tonterias decis?-exclamé mirándolo extrañada

-Bueno, desde el tropezón con Gustavo pensé que no ibas a beber más-explicó mientras yo bufaba indignada por su ridícula conclusión

-No fue el alcohol el responsable, sería de cobarde echarle la culpa a la bebida, de mis decisiones-comenté mientras bajaba del auto.

El lugar era impresionante, con luces de color rojas que iluminaban la entrada como puertas al infierno, me gustó, con motivo de la apertura del lugar te daban máscaras venecianas de encaje negro para las mujeres y metalizadas para los hombres, interesante propuesta debo admitir.

-¿No te sentís en una película porno?-pregunto Juli y yo le di un codazo

-Creo que tu suscripción a esas paginas esta afectando tu cerebro-comenté, caminando hacia la barra, envié un mensaje a Gina comentandole nuestra vestimenta para que pueda ubicarnos fácilmente.

Mi mente pensó en enviarle un mensaje a Mariano, pero había estado tan frío las últimas veces que nos vimos, luego del percance en la oficina de Tobías que lo descarté rápidamente. Aún así mi mente regresaba a él cada momento libre que tenía.

-¡Por los idiotas!-alcé mi tercer vaso de ron, mientras empezaba a fallarme la estabilidad.

-¡Me uno al brindis!-dijo Gina arrimando su vaso, la miré sorprendida mientras hacía un fondo blanco-Tuvimos sexo hace cuatro, CUATRO MALDITOS DÍAS, y ni un mensaje, nada, que se pudra en el infierno-explicó mientras con Julián la miramos tomar otro tequila de un trago.

-Él se lo pierde, y hay demasiados hombres como para perder tiempo pensando o lamentándose por uno-dije enfadada, casi más para mí que para ella, pero ella asintió con la cabeza

-¡Tenés razón!-afirmó

-Busquemos acá, con antifaces todos están sexys-dije mirando a mi alrededor

-¿Incluso yo?-preguntó Julián

-Sobre todo vos-dijimos nosotras.

Estuvimos bailando un rato largo, y entonces divisé a un hombre que me interesó a primer a vista, alto, morocho, y ¿Para qué mentirme? Lo más similar a Mariano que encontré esa noche llena de propuestas indecorosas.

-Hola nene-dije acercándome

-Hola preciosa-respondió en mi oído, fruncí el ceño porque la voz se me hizo conocida

-¿Te conozco?-pregunté y él negó con la cabeza

-Creo que no, pero no perdamos tiempo-respondió tomandomé por la nuca y besándome, fue un asalto cargado de erotismo, no sé si serían las máscaras, el ambiente, el perfume de él o el alcohol que ya estaba afectando, pero lo cierto es que no sólo no me separé de su beso, sino que lo profundicé.

Cuando su mano se deslizó por mi cintura, sentí mi cuerpo estremecerse por el morbo del momento, mordí ligeramente su labio inferior mientras un gruñido escapó de su garganta, me tomó por la muñeca y arrastró hasta un sillón que estaba desocupado en ese momento, se sentó y me hizo sentarme encima de él, besó mi cuello lentamente, saboreando.

Después, llevo su dedo índice a mi boca y me hizo chuparlo, algo que me resultó muy sensual, ese mismo dedo usó para acariciar y estimular mi clítoris sobre mi ropa interior, estaba embriagada de deseo, quise quitarle el antifaz pero no me lo permitió, sonriendo de lado se acercó a mi oído.

-Las reglas del lugar, las máscaras se quedan-susurró mordiendo suavemente el lóbulo de mi oreja

-Como desees-respondí casi balbuceando.

Sus manos se tornaron curiosas y juguetonas, pero además eran sorprendentemente habilidosas, sabían qué tocar para hacer mi cuerpo reaccionar de distintas maneras, no pasó mucho tiempo para que lograra algo que hacía rato nadie hacía, hacerme llegar a un maravilloso orgasmo sin penetrarme, estaba tan complacida, además de ebria que demoré unos segundos en recobrarme.

-Decime tu nombre al menos-pedí mientras reposaba entre sus brazos exhausta

-Nena, ya me conoces, sólo basta que busques en tu cabecita y sepas cual de todos tus hombres es capaz de hacerte sentir así-respondió tomándome por la barbilla obligándome a mirarlo a sus ojos, fue entonces cuando sonreí.

-Mariano, sabía que eras vos-dije besándolo, le quité el antifaz para poder verlo bien, estaba precioso con una barba de días y sus increíbles ojos azules refulgían por el momento de pasión vivido hace segundos

-¿Por qué ocultarme quien eras?-quise saber

-Porque quería que vieras que no sólo puedo hacerte feliz, sino que puedo satisfacerte como ninguno lo haría-explicó besando mi muñeca

-Eso lo sé, y estoy consciente de eso, después de esto, no me queda duda alguna-comenté acariciando su rostro

-¿Entonces? ¿Qué esperas? ¿Qué más querés, Rebecca?-preguntó seriamente

-No quiero más nada, ese es el problema, Marian, te lo aclaré siempre, solo busco satisfacer mis instintos y pasar un buen rato. Sin sentimientos ni compromiso-expliqué

-¿Me estas queriendo decir que no me pensaste estos días?-quiso saber, yo rebuzne y rodé mis ojos

-Obvio que te pensé, te hable y sólo recibí frialdad, por eso estaba en este bar para buscar a alguien que calmara mi sed-me defendí

-¿Y el señor Pinelli?-preguntó receloso

-Desde ese día que nos viste juntos, no volví a saber de él, de ninguno de los dos, de hecho-comenté parándome, recordando que estaba enojada con ambos por el destrato recibido los últimos días

-¿Te vas?-dijo frunciendo el ceño

-Si, voy a ver a mis amigos, ya nos veremos en el trabajo-respondí, yendo a la barra dónde Julián estaba tomando con una rubia y Gina conversaba animadamente con un chico, enfadada y semi-despechada tomé el celular y lo llamé.

-Necesito verte, ahora-dije

-Decime dónde te busco-respondió.

Traición a la mexicana [COMPLETA]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora