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Habíamos dormido un poco, pero estábamos descansados para cuando el teléfono nos despertó.

-Es Pame, está en recepción-anunció Julián arrastrándose al baño para cambiarse.

Demoramos unos pocos segundos, enseguida estuvimos listos para un poco de charla, y por supuesto un buen plato mexicano.

-Este lugar es una delicia, preparan los mejores platos-nos dijo Pame mientras entrábamos se llamaba Restaurante Terraza era un lugar muy elegante, pero lo más impresionante era la vista. Se podía observar gran parte de la ciudad desde la mesa que nos habían otorgado.

-Está precioso Pame-murmuré maravillada, un revoltijo en el estómago me volvió a la realidad y disculpándome corrí al baño más cercano.

Después de dejar mi escaso desayuno en el inodoro decidí que sería un almuerzo muy liviano, volví a tomar asiento y Pamela me miró alzando una ceja.

-¿A qué viniste a México? No creo que vengas de vacaciones con Julián por tres días-preguntó directamente

-Estoy embarazada-dije lisa y llanamente.

Ella pareció demorar unos momentos en procesar la respuesta, luego miró a Julián quien asintió con la cabeza.

-¡Pero! ¿Cuándo?¿Cómo? ¡No bueno eso ya lo sé! ¿Con quién? ¿Gustavo?-todo esto lo dijo mientras me abrazaba fuertemente.

Cuando me soltó, retomó su asiento para oír cómo habían transcurrido los hechos y además de cómo habíamos terminado con Julián en México.

-¿Y ya le dijiste que estás acá?-preguntó Pamela.

-No, pero hoy iré a donde sea que esté porque dilatar este encuentro sólo me pone más nerviosa-admití tomando agua de a sorbos para evitar las náuseas.

-¿Sabes dónde vive?-preguntó mi amiga y yo negué con la cabeza.

-Contaba con que pudieras averiguarlo-dije mientras miraba admirada la casa de Gobierno mexicana que se encontraba justo delante de mis ojos.

-Bien, déjame hacer un llamado-me respondió Pamela levantándose.

Me dejó con Julián el cual deglutió con una asombrosa rapidez el plato de comida que le pusieron frente a él, lo mire alzando las cejas divertida.

-¿Qué? ¡Estoy famélico!-expresó, yo resople por tremenda mentira.

-Nunca dejaste de comer Julián, ni una pausa de tres horas hiciste-critique riendo. Él me miró fingiendo ofenderse para luego reír conmigo.

-Ya tengo la dirección, está a unas cuadras ¿Vamos?-preguntó Pamela acercándose.

-Quiero hacerlo sola-expliqué, ellos asintieron quedamos en que me acompañaban pero esperarían lejos, paseándose por los alrededores.

Llegamos a un lujoso hotel, estaba claro que no podía esperar menos de Gustavo. Rodé mis ojos inconscientemente, sintiendo mis pies caminar pero mi mente cada vez volaba más lejos, hasta Julián se puso nervioso al dirigirse al chico de la entrada, según él para molestar “al señor” tenía que darle mi nombre y apellido.

-Bien, dile que Rebecca está acá y que es urgente que la atienda-dijo Julián frustrado.

Entonces el chico,  que se identificó como Rudy, nos dijo que Gustavo dijo que subiera a su habitación, pensé que era lo mejor porque así podría huir en cuanto soltara la bomba.

Julián y Pamela aseguraron que se tomarían un café en el restó del hotel, así que mucho más tranquila subí al ascensor.

Mire mi reflejo, respire profundo y seguía sin lograr que el aire entrará en mis pulmones, cuando el ascensor indicó que había llegado al piso dieciocho bajé, busque la puerta correspondiente y toqué dos veces, casi como si hubiera estado parado detrás de la puerta, Gustavo abrió de golpe, perdí el equilibrio y caí redonda en sus brazos que como siempre supieron agarrarme antes de caer.

-Siempre tan equilibrada-murmuró, me puse de pie rápidamente.

-Perdón pensé que ibas a tardar más en abrir-admití claro alzando los hombros.

-¿Qué haces en México?-preguntó Gustavo cerrando la puerta tras de mi.

-Tenemos que hablar-dije tomando asiento en un sillón.

-¿Te arrepentiste de tu decisión de dejarme?-preguntó sentándose frente a mi

-Mi decisión fue la correcta, pero… Hay una variante de la cuál creo que debes saber-comenté y por su rostro cruzó la confusión.

-¿A qué te referís?-preguntó frunciendo el ceño, respire profundo

-Por casualidad, recordas tus palabras en el aeropuerto?-inquirí

-Si, claro. Te mire y te dije “Siempre habrá un lugar para vos en mi vida y sé que siempre tendrás algo de mí en vos” pensé que era bueno que supieras lo que significarás siempre, estemos o no juntos- explicó Gustavo

-Bueno tu frase tuvo algo de premonitorio-comenté poniéndome de pie caminando hasta la ventana más cercana

-Rebecca, me estas asustando y no te estoy entendiendo-me dijo

-Lo voy a decir de una vez, bueno aquí voy-junte aire.

-Dale-me apuró

-Estoy embarazada, y probablemente, casi seguramente es tuyo-dije mirándolo asimilar la noticia.

Su mirada se dirigió de mis ojos, a mi abdomen como si esperara ver algo que había pasado por alto, parecía calcular y pensar, frunció el ceño, abrió la boca para luego cerrarla unas tres, cuatro veces. Cuando el silencio que se prolongó por la habitación se estaba volviendo molesto, decidí toser al menos para que se diera por enterado.

-Yo… Creo-tragó ruidosamente y cerró los ojos, apretó el puente de su nariz

-Si sientes que es mucho para procesar, puedo irme ahora mismo-sugerí levantándome

-No. No te vayas, claro que es mucho pero es algo muy… Inesperado, pero lindo-concluyó y mi corazón dio un vuelco, no esperaba menos de él pero su silencio había comenzado a preocuparme.

-Sos consciente que esto no cambiaría mi decisión ¿Cierto?-pregunté con cautela sentándome nuevamente

-Esto lo cambia todo, al menos para mí. Si no puedo tener tu corazón, créeme que tener un hijo con vos es un regalo del cielo-murmuró acercándose a mí.

Se detuvo justo frente a mis ojos, tomó mis manos entre las de él y sonrío.

-El destino tiene unas curiosas sorpresas-susurró antes de depositar un suave beso en mi muñeca, la sangre corrió rápidamente por mis venas y mi respiración se entrecortó.

-Ya lo creo, Gus. Ahora me voy que Julián me está esperando abajo-dije poniéndome en pie

-¿Por qué Julián y no tu novio?-preguntó rascándose la nuca mientras movía su cabeza de un lado al otro, lo miré evaluadoramente, no daría explicaciones de más, caminé hacia la puerta.

-Considere que necesitaba un amigo antes que un novio acá-respondí cerrando la puerta tras de mí.

Apoye mi espalda contra la puerta, cerré los ojos fuertemente. Ya había pasado, se lo había dicho, con el dorso de mi mano sequé las lágrimas que ni siquiera sabía que estaba derramando.

Traición a la mexicana [COMPLETA]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora