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Estaba en el hotel como siempre, Tobías se encontraba de vacaciones lo que me permitía estar más relajada.

-Buen día-dijo Mariano al entrar, como todos los días salude con una leve inclinación de cabeza sin quitar la vista de mi trabajo, era obvio que todo había quedado sujeto con hilos muy delgados, pero esa mañana entendí que no fue culpa de él.

Al menos no la gran mayoría, quizás si creyó que me quería, pero luego se dio cuenta que no tanto como él pensó, así que decidí arrancar otra vez nuestra relación, seguíamos siendo compañeros de trabajo, ante todo.

-¿Estamos de acuerdo en que vos y yo podemos volver a trabajar como antes? ¿Regresar al punto de partida?-pregunté mirándolo fijo a los ojos. Pude ver como en su mirada se reflejaba el alivio, sonrió.

-Por supuesto, te extraño tanto, compañera-admitió abrazándome

-Lo sé, soy única-respondí volviendo a trabajar.

Estábamos hablando sobre el contingente de estudiantes que llegaron por la tarde cuando un carraspeo nos interrumpió. Alce la mirada y mordí mi mejilla internamente para intentar calmar mis emociones.

-Necesito hablar con vos-dijo Gustavo mirándome fijo. Su estado era deplorable, estaba desaliñado y los signos de no haber dormido eran evidentes.

-Por supuesto, señor-respondí siguiéndolo hasta su despacho entre detrás de él.

Cerré la puerta pero cuando volví para verlo él estaba justo detrás de mí, su rostro estaba a escasos centímetros, podía oler los restos del alcohol y el cigarrillo, me mantuve en silencio mirando sus ojos azules.

-¿Por qué es tan fácil para vos dejarme ir y yo no logro quitarte de mi mente ni dos minutos?-me reprochó en un susurro

-No dije que fuera fácil, fuiste una herida abierta por más de cinco años, sólo que ya te superé. Lo habría hecho mucho antes si no fuera porque me negaba a soltarte-admití sosteniendole la mirada

-No me dejes, por favor, dame una oportunidad-suplicó tomando mi rostro en sus manos, podía sentir como ponía mi mundo de cabeza, cerré los ojos un segundo.

-Te estoy liberando, nuestra historia terminó hace mucho Gustavo, es hora de dar vuelta la página, yo encontré a alguien que me hace feliz, te deseo lo mismo-dije acariciando su mejilla, me separé de él y tomé el picaporte

-Me voy a México. Salgo mañana a las cinco de la tarde, si queres ir conmigo te espero en el aeropuerto, acá está tu boleto-dijo extendiendo un sobre, volví sobre mis pasos para dejar un beso en su mejilla.

-Cuidate Gustavo-dije a modo de despedida, decir adiós no era algo que a mi me agradara.

Salí de esa habitación confundida porque sentí que dejaba una mochila que había cargado muchos años pero triste porque pensaba que terminaría con él, en el fondo siempre fue mi oscuro secreto.

-¿Todo bien?-preguntó Mariano cuando retome mi lugar.

-Oh sí, sólo era para avisarme que se va a México no sabe aún por cuánto tiempo, y como Tobías no está debía decírmelo a mí-inventé mientras volvía a mi trabajo, el trajín de gente que siguió impidió que Mariano pudiera preguntar más así cómo a mi mente le permitió descansar.

Me estaba terminando de cambiar para salir cuando me llegó un mensaje de Julián avisando que se iba a ver unos primos el fin de semana, que Gina le pidió que la dejará en la casa de sus padres de paso así que resumiendo mis amigos me habían abandonado un jueves y hasta el domingo no volverían.

-¿Estas sola, nena?-dijo la voz de Lorenzo sacándome de mis pensamientos

-¿Por qué? ¿Te gusto?-le seguí el juego mordiendo mi labio inferior

-Me encantas, lástima que estoy saliendo con alguien-respondió

-No tiene porqué enterarse-alce los hombros despreocupada

-Eres una chica mala, como mi nena, pero soy hombre de una sola mujer-respondió sin bajar de su moto

-Que suerte que soy esa mujer-dije llegando a su lado, lo bese suavemente para luego ir profundizando el beso, el fuego corrió por mis venas como el más efectivo afrodisíaco, Lorenzo tomó mi nuca mientras nuestras lenguas danzaban al ritmo de la pasión.

Nos separamos un poco agitados y visiblemente excitados, sobre todo él.

-¿Qué dices de una noche en mi casa?-preguntó Lorenzo mordiendo mis labios

-¿Una noche de las nuestras?-pregunté alzando una ceja

-Sí-asintió él besando suavemente mi cuello

-Digo que será un placer-respondí cerrando los ojos

-El placer será mutuo-murmuró él sonriendo

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Traición a la mexicana [COMPLETA]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora