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Me acerque a Julián para avisarle que me iba, Gina estaba muy entretenida como para molestar. Mi amigo si bien se mostró extrañado no dijo nada, cosa que internamente agradecí.

Abrí la puerta del lugar, el aire fresco me dio la bienvenida alborotando mi pelo, me estaba dando frío pues solo tenía un vestido ajustado negro, oí una bocina y alcé la vista.

-Pensé que no me llamarías-dijo Gustavo estacionando la moto.

-No te lo merecías, pero necesito sacarme una duda de la cabeza-respondí prendiendo un cigarrillo.

-¿Qué duda tenés en esa cabeza loca?-preguntó pidiéndome una pitada del cigarrillo.

-¿Por qué desapareciste?-pregunté apoyándome en su moto.

-¿Estos tres días?-preguntó y asentí con la cabeza. Meditó un segundo y suspiró -Porque estás confundiendome. Volví por vos pero nunca pensé que iba a sentir todo lo que siento-explicó pasando una mano por su cabello, devolviendo mi cigarrillo.

Detuve la mirada un momento en él y luego escuché como la puerta del bar se abría para dejar salir a Mariano. Él no pudo verme, fui más rápida y usando a Gustavo como escudo, lo besé.

Lo observé caminar a su auto, subir entre abatido y enojado, era mi culpa que estuviera así, unas manos colándose por mi espalda me devolvieron a la realidad, me separé y lo miré calculadoramente.

-Creo que necesito salir de acá-dije sin responder nada de lo que dijo él.

-¿Vamos a mi suite?-preguntó mientras me daba el casco.

-Sorpréndeme-respondí, y él aceleró la moto, me abracé a su cintura, el perfume Invictus inundó mi nariz y mordí mi labio inferior.

Aún sabiendo que iba camino a tener sexo con Gustavo, sólo Mariano aparecía en mi mente.

Estacionó la moto en el hotel donde trabajaba, el valet le recibió las llaves de la misma, y tras saludar, desapareció para estacionar la moto en el garage. Estaba encaminadome hacia la entrada junto con mi bolso cuando Gustavo, me tomo la mano y entrelazó sus dedos con los míos, yo lo miré confundida pero él se limitó a sonreír.

-No seas cobarde, no te propuse matrimonio-susurró mientras empujaba la puerta de entrada, pasamos directo al ascensor. En la mesa de entrada estaba Tamara la chica del turno vespertino y noche, cuando me miró le tomó unos momentos reconocerme, sonrió tímidamente justo antes de que las puertas del ascensor se cerrarán.

-Los ascensores son muy sensuales-deslizó Gustavo acariciando mi hombro, yo rodé los ojos.

-Hay cámaras grabando, así que quita tu sonrisa pervertida-respondí, Gustavo refunfuñó.

Llegamos a la suite, entré primera y me acerqué a un escritorio que estaba puesto cerca de una ventana, me detuve un momento admirando la vista de la gran ciudad, con sus luces y sonidos.

Entonces escuche que Gustavo puso música de fondo, era una melodía muy suave, parecía piano.

Respire hondo, cerré los ojos dejando que la música me inundara, entonces sentí su mano rozar mi cintura, descansé mi cabeza en su hombro, Gustavo besó suavemente mi cuello, apretando la mano que tenía en mi cintura.

-Me encanta tu cuerpo Becca-susurró entre besos, mis manos tomaron su nuca, giré quedando frente a él, me aplasté contra su cuerpo y lo besé profundamente.

Mis motivos eran meramente sexuales, sentía que mi corazón estaba en otra parte pero no podía admitirlo, así que seguí besándolo.

La respiración de Gustavo era irregular, me tomo por la muñeca y me arrastró hasta el cuarto principal, cuando me tuvo recostada, que quitó la ropa con desesperación y se colocó entre mis piernas, me quedé quieta esperando a ver que tal estaba en está nueva rama, sus labios comenzaron a besar delicadamente mi muslo interior, dando pequeñas mordidas, cuando su lengua acarició mi clítoris sentí una corriente recorrer mi cuerpo.

Inspire hondo y deje que el placer guiará mi mente, él con maestría lamió, mordió y chupó, logrando que alcanzara el orgasmo.

Estaba recuperándome del espasmo del mismo cuando me tomo por la cintura y acercó su boca a la mía, acarició mis labios con los suyos, suave, hasta casi con ternura.

No pude evitar sentir que mi corazón se estrujaba al darme cuenta que era la misma clase de besos que me daba de adolescente, me detuve en seco y lo miré.

-Lo recordaste-me acusó, negué con la cabeza.

-No juegues cartas de sentimientos, está sobrevaluado-respondí mientras me subía sobre él, dejando un camino de besos en su cuello y clavícula, llegué a su boca la cual devoré con hambre de sexo.

Entendió claramente mi intención pues me penetró sin pronunciar una sola palabra más, sentir como la última muralla caía dejándome totalmente expuesta a Gustavo fue algo extraño.

Cuando alcanzamos el éxtasis me quedé recostada sobre su pecho,mientras él acariciaba mi pelo.

-¿Por qué no me crees?-preguntó.

-Porque sos el maldito que jugó conmigo, que tiene el historial más sucio que conozco, que me mira con ternura y yo sólo siento cada miembro de mi cuerpo temblar de miedo y a mi corazón pidiéndome que huya-dije alzando la mirada, perdiendome en su mirada.

Reinó el silencio por un momento, ninguno de los dos dijo nada, entonces me apoye en mi codo y lo contemplé.

-Te odié tanto esa noche, yo estaba dispuesta a darte todo y lo tiraste todo por la borda-admití-Julián tuvo que juntar mis pedazos, estuve mal muy mal unos seis meses, entonces me tatué, el único tatuaje que tengo-le mostré mi cadera. Él lo acarició en silencio.

-¿El amor nos desgarrará?-tradujo y yo asentí con la cabeza.

-El amor a mi me había despedazado, se había llevado mi ingenuidad y sólo me había enfriado para hacerme una perra insensible, incapaz de sentir algo más que ganas de tener sexo-expliqué mientras encendía mi cigarrillo, solté el humo mirando hacia delante.

-Me encantas, quisiera que lo intentaramos Becca-dijo él acariciando mi barbilla.

-Resulta que yo ya no sé qué quiero, yo no puedo creerte cuando me decís que sos mío o que tengo exclusividad-dije cerrando los ojos.

-Entonces…¿Estoy peleando con mi yo de hace cinco años?. Si vos cambiaste en este tiempo, ¿Porque yo no puedo haber cambiado también?-preguntó.

-Es tan sencillo Gustavo. Desde que llegaste sólo repites que te gusto, que te encanto, como si yo fuera un objeto, sólo una vez las cosas parecieron no ser puramente sexuales, jamás dijiste nada del futuro, sos ambiguo, sos…¡Así! No hay nada nuevo que admirar y no te culpo, pero no comparto tu idea de romance-añadí parandome fui a buscar mi ropa, estaba cambiándome cuando me agarró por la cintura, depositó un beso en mi hombro.

-No quiero perderte Becca, voy a mostrarte que cambié -susurró.

-Pierdes tu tiempo-respondí con la perilla de la puerta en mi mano.

-No lo creo, no sos una pérdida de tiempo en mi vida-me contradijo.

Sólo le dedique una sonrisa irónica, antes de salir de esa habitación rápidamente antes de que mi cuerpo traicione mis palabras, porque podía sentir como mi corazón latía desbocado ante sus declaraciones.

Traición a la mexicana [COMPLETA]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora