Me quedé unos momentos en silencio, podía oír el agua correr lo que significaba que Julián se estaba duchando.
Mientras el chocolate se deshacía en mi boca, mi mente se dedicaba a recapitular los últimos días, muchas cosas habían pasado, cambiado para bien o para mal, y las palabras de Lorenzo seguían de mi mente "Yo no lo dudaría, eso sí ésta vez serían mis reglas" pero yo no podía plantearme eso seriamente, Gustavo era un ser desprovisto de corazón, o al menos el Gustavo adolescente lo fue.
Mientras peleaba conmigo misma, sonó el timbre, estaba segura que era Gustavo.
—Mira Gustavo, muchas flores y colores pero no soy una chica superpoderosa, déjame en…—me silencié a media frase pues el que estaba en mi puerta no era él sino Mariano.
—Bueno veo que no estaba tan errado—musitó más para sí mismo que para mi.
—Hola Marian, pensé que estabas enfermo—dije haciéndome a un lado para que entrara
—No me sentía muy bien, demasiados tragos—admitió—¿Te pusiste una florería?—preguntó al ver las plantas
—Muy chistoso, no, son de alguien que no entiende un “no” por respuesta—expuse corriendo unos ramos para que él pudiera tomar asiento—¿Tomas algo?—añadí
—Si si, lo que vos tomes—respondió
—Y bien, ¿Qué te trae por casa?—pregunté llevando la taza de té hasta la mesita ratona.
—Bueno como dije anteriormente, anoche me pase de tragos, recuerdo poco y nada, pero creo que estábamos bailando cuando el señor Pinelli, nuestro huésped, te arrastró de la pista—explicó—Eso no sería todo, porque también te recuerdo descompuesta cuando leíste su nombre—añadió mirándome
—Resultaste ser un buen observador—declare con una sonrisa
—¿Eso es todo lo que vas a decir?—preguntó
—¿Qué es, exactamente, lo que querés saber?—le dije mirándolo seria.
—Si estoy en lo cierto—replicó
—Sí, con Gustavo nos conocemos y tenemos historia, fue mi primer novio—comenté
—Él es el cretino que te rompió el corazón—dijo suavemente como a quién le cae una idea desde el exterior
—Él es culpable de ilusionar a una nena de 17, sí. El resto es problema mío, yo arme el castillo de naipes Marian—expliqué tomando el té
—Pero por su culpa... nosotros… bueno… me entendes—balbuceó y yo tomé su mano
—No es su culpa, es mía, pero más allá de eso, te aprecio demasiado para meterte en este lío que es mi vida—le dije apretando la misma
—Siempre estaré ahí sabes ¿No?—preguntó y sus ojos me derriten por un momento.
—Lo sé, aunque prefiero que intentes que busques a otra a cuál brindarle todo ese afecto—respondí terminando mi té, en ese momento Julián apareció saludo a Mariano desapareciendo rápido porque según él su madre lo iba a matar por llegar más de dos horas tarde.
Estábamos en la puerta de casa cuando se produjo un mini silencio.
—Quiero una oportunidad Becca—dijo Mariano, negué suavemente con la cabeza
—¿Podrías salir con alguien que tiene a alguien más en la cabeza?—pregunté
—Yo te lo podría sacar de la mente—declaró acariciando mi rostro, su pulgar acarició mi labio inferior. Entonces alzó mi rostro, besándome tímidamente.
—No Marian—susurré pero respondí el beso, lo profundicé, se sentía sincero, suave y prometía mucho cariño, posó su mano en mi cintura y me acerco a su cuerpo.
Mi mano trepó a su nuca, mientras su lengua se introducía en mi boca, paseaba saboreando cada centímetro.
—Para—dije apoyando mi frente en la de él cuando nuestras respiraciones se agitaron.
—¿Por qué?—preguntó
—Porque está mal—respondí mirándolo a los ojos
—¿Cómo puede estar mal si se siente tan rico?—preguntó, me separé un poco para poder pensar con claridad, su fragancia no era de ayuda para que mi cerebro pensara
—Te dije que no quiero jugar con vos, me gustas, y te haria de todo, te lo admito, pero no busco nada serio—respondí acariciando su rostro, le di un suave beso en los labios—Chau Marian, nos vemos mañana y nada de abandonarme a la deriva como hoy eh—le reclame
—Ahí estaré mañana—confirmó admitiendo su derrota, me saludo como siempre y se fue.
Cerré la puerta despacio, me quedé un momento apoyada sobre ella.
Sonó mi teléfono de línea, y eso significaba que era mi abuela, la única que seguía usando teléfono de línea.
—Hola abue—dije contestando
—Hola cielo, te llamo para invitarte a almorzar mañana—respondió mientras yo hacía una mueca, sabía que mi mamá había nombrado el almuerzo pero no quise acceder pero si mi abuela llamaba no tenía opción alguna
—¡Por supuesto! ¿Llevo ensalada o postre?—pregunté
—Postre está bien querida—respondió—A las nueve más o menos, sabes—finalizó y tras un par de consejos alimenticios colgó la comunicación.
Necesitaría refuerzos, Julián tendría que ir conmigo, quisiera o no.
Ir a lo de mi abuela significaba estar al lado de la casa de los padres de Gustavo, y quizás él no estuviera pero a juzgar por mi suerte últimamente, no estaría tan segura.
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Traición a la mexicana [COMPLETA]
ChickLit-EN EDICIÓN- A Rebecca el amor, no le importaba, una vez creyó amar y se burlaron de ella. Por eso, ella juega y satisface sus necesidades igual que un hombre, beber y salir de fiesta es ley de los fin de semana. Lo último que imagino era que al de...