A pesar de que Mariano se opusiera, alegando que ya se sentía perfecto, fuimos hasta mi casa. Apenas entré me di cuenta que mi amigo no estaba todo estaba apagado.
-Vamos, terreno despejado-dije riendo mientras lo dejaba pasar al living, fui hasta mi habitación, me puse un short negro de jean y una remera musculosa de tiritas color gris melange, até mi pelo en una cola alta y volví con el botiquín en la mano.
-Esperaba el disfraz de enfermera-dijo bromeando cuando vio lo que llevaba en la mano.
-Tenés razón, estuve floja-admití sonriendo, me senté sobre él con una pierna colgando a cada lado. Sabía cómo provocarlo, me incliné un poco hacia delante mientras me estiraba para tomar del botiquín, que había apoyado en la mesa próxima, las gasas y agua oxigenada para limpiar las heridas.
Sentí su respiración fallar, meneé suavemente mi cadera contra él mientras llevaba a cabo la tarea de limpieza de su rostro.
-Haré que me golpeen más seguido-murmuró él y yo acerque mis labios a su oído.
-Nene malo, ¿Qué tengo que hacerte para que te portes bien?-bromeé.
-Haceme lo que quieras, muñeca-respondió, tomándome por la cintura y alzandome para poder ponerse en pie, me guió hasta mi habitación, espero en la puerta que yo lo detuviera pero mi sonrisa traviesa indicó que era el lugar donde quería estar.
Me recorrió entera con su mirada antes de obligarme a recostarme en la cama, se acercó a mis labios dándome un beso suave y profundo, enrede mi mano en su cabello porque ese beso había despertado cada fibra de mi ser.
-Eres un maldito romántico-mascullé mordiendo su hombro suavemente.
-Y vos una negada, sé que en el fondo sos como yo-reclamó besando mi cuello, me sacó la remera y descendió hasta mis pechos, tomó el pezón entre sus dientes, me estremecí de placer. Con los ojos cerrados al mundo pero la mente abierta al goce, disfruté cada segundo. Abrí los ojos mirándolo fijamente le quité la ropa.
-Eres tan delicioso, como siempre te imagine-confesé pasando mi mano por su trabajado estómago, cuando llegué a su pene él inspiró hondo.
Cerrando la mano a su alrededor, comencé a deslizarla por su longitud, masturbandolo. Disfruté de mi cuerpo conociendo el suyo, cuando estuve lista me quite el resto de ropa, mientras guiaba su pene hacia mi hendidura, Mariano me dedicó una mirada que me paralizó, jamás me había pasado, estaba lista para vivir una aventura y él me miró con ternura, desarmadome por completo.
Entró en mí suavemente, sin quitarme la mirada sólo se oían nuestras respiraciones agitadas, debo reconocer que ser lentos lograba excitarme aún más.
Levanté mi rostro para que quedará a su altura y acaricié su rostro, para luego besarlo suavemente.
Sus embestidas fueron subiendo de velocidad para alcanzar el orgasmo pero unos segundos antes Mariano hábilmente deslizó uno de sus dedos para acariciar mi clítoris a medida que seguía embistiendo, logrando que ambos alcanzaramos el orgasmo deseado con segundos de diferencia.
-Eso superó mis sueños-comentó Mariano acariciando suavemente mi espalda desnuda.
-Y sólo fue el primero de esta noche-respondí yo mientras me subía a horcajadas para retomar donde habíamos dejado.
Fue una noche muy entretenida, lo que Mariano me hacía sentir era algo nuevo, totalmente diferente a lo que sentía por Gustavo o hasta Lorenzo, analizando estos pormenores me encontró la mañana.
Sentada en el alféizar de mi ventana, con un cigarrillo en la boca estaba cuando oí que golpeaban la puerta, voltee para ver que Mariano seguía durmiendo y para mi sorpresa, lo hacía profundamente. No podía ver de quién se trataba pero estaba segura que Julián había vuelto a olvidar sus llaves.
-Ya voy-grité caminando hacía la puerta, tenía la musculosa de tiritas sin corpiño y me había vuelto a poner la tanga.
Abrí la puerta confiada y quedé estática. No era Julián quien estaba ahí, era Gustavo.
-¿Qué haces acá y a esta hora?-pregunté consultando la hora en mi celular, eran las cinco de la mañana.
-No puedo dejar de pensar en vos-murmuró y el aliento a alcohol disipó muchas de mis dudas.
-Que romántico Gustavo, ebrio y a la madrugada, lo que toda mujer sueña-ironicé negando con la cabeza.
-No seas mala, dale bebé-dijo intentando alcanzar mi cintura, me corrí justo y él cayó al piso, mordiendo mi labio inferior para no reír intenté levantarlo cuando una voz rompió en silencio.
-¿Todo bien Rebe...?-Mariano se detuvo a mitad de frase, estaba sólo con el boxer puesto y sus ojos azules se abrieron como plato al reconocer quien estaba en el suelo.
Gustavo se puso de pie rápidamente, nos miró a ambos y pude ver el momento exacto en que comprendió la situación, frunció el ceño y abrió la boca dos o tres veces antes de articular palabra alguna.
-¿Qué está pasando acá?-preguntó, yo simplemente alce los hombros.
-¿Cómo explicarte? A ver, tuvimos una cita, también sexo y Marian estaba durmiendo hasta que lo despertaste-dije dándole una pitada al cigarrillo, exhalé el humo.
-Pero, vos sos mía, ¿No lo ves Becca?-dijo Gustavo tomando mi brazo, sus ojos me miraron fijamente mientras mi ser se sacudía confundido por el remolino de sentimientos. Se oyó claramente un resoplido proveniente de Mariano, me liberé de Gustavo y fui a abrir la puerta, justo en el momento en que Julián intentaba abrirla.
-¿Había fiesta y no me invitaste?-comentó mirándonos a los tres con media sonrisa.
-¡Muy gracioso!-dije yo rodando los ojos. Luego volteé a ver a Gustavo-Vos, te vas, mañana cuando no estés apestando a alcohol, hablamos-declaré señalando la puerta y por un momento parecía que no iba a moverse, pero debió pensárselo mejor porque bajó la cabeza y salió por la puerta sin volver la vista. Inspiré hondo y miré a Juli.
-Me voy a dormir algo, en un rato tenemos que entrar a trabajar-comenté pasando por su lado, mientras tomaba la mano de Mariano para irme a mi habitación.
Cuando entramos, él se puso su remera, se acercó a la cama donde yo ya estaba recostada, me miró y acarició mi rostro de una manera tan tierna que me dieron ganas de besarlo.
-¿Tengo que preocuparme?-preguntó.
-No, porque yo no soy de él-respondí, dejando un suave beso en su mano-Ni de nadie-añadí, porque ni yo misma lograba comprender lo que sentía por Mariano, ni lo que seguía pasando con Gustavo.
ESTÁS LEYENDO
Traición a la mexicana [COMPLETA]
ChickLit-EN EDICIÓN- A Rebecca el amor, no le importaba, una vez creyó amar y se burlaron de ella. Por eso, ella juega y satisface sus necesidades igual que un hombre, beber y salir de fiesta es ley de los fin de semana. Lo último que imagino era que al de...