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Era temprano por la mañana, aún no amanecía, mire a mi lado ahí estaba Lorenzo dormido boca arriba, su respiración regular indicaba que estaba profundamente hundido en su sueño. Estábamos desnudos, reviví en mi mente la espectacular noche que habíamos vivido, sonreí mordiendo mi labio inferior, me levanté sigilosamente acercándome hasta su miembro inerte, lo tomé entre mis manos, basto sentir mi tacto para que comenzará a cobrar vida, rozando mi lengua por su longitud para finalmente tomarlo todo en mi boca.

De un gemido se despertó Lorenzo, parecía que acababa de asimilar que no era un sueño, se sentó, tomando mi nuca empujó para que continuara lamiendo, seguí mi trabajo hasta que antes de acabar me quitó cambiando lugares, ahora era yo quién estaba con las piernas abiertas mientras su habilidosa boca me empujaba a un orgasmo.

-Te necesito-jadeé tirando de su cabello, él levantó el rostro, se relamió como un gato lo cual me pareció sumamente sensual, mordí mi labio, mientras lo atraía hacia mi. Lorenzo se puso el preservativo.

-No, nena. Yo te necesito a vos-susurró en mi oído mientras me penetraba, suspiré perdiéndome en sus ojos, entonces sus embestidas empezaron a subir de grado, comencé a gemir hasta que un gruñido de Lorenzo me indicó que había alcanzado su orgasmo.

Abrazados nos volvimos a dormir, cuando volví a despertarme estaba sola en mi cama. Confusa me puse mi remera y fui hacía el comedor, después pasé por la cocina, no había señales de Lorenzo por ningún lado, resignada volví a la habitación a buscar mi teléfono para ver dónde se había metido, tenía un email del hotel, lo abrí y vi que era el trámite de check-in del vuelo donde Gustavo me había reservado un lugar. Pensé en decirle que dejara de insistir que ya no había nada más que hablar pero mejor era el silencio pensé.

Busqué el contacto de Lorenzo, cuando apreté para llamar escuché que sonó en casa, fui hacia donde creía escucharlo y me encontré con él que sostenía un hermoso ramo de rosas color rojas además de una cafetera, recordé que la mía se había roto hacía unos días.

-¿Una cafetera?-me reí mientras besaba sus labios

-Pienso tomar muchos cafés con vos, nena-explicó mientras me abrazaba, apoye mi cabeza en su pecho y cerré los ojos.

-Me alegra escuchar eso-susurré

Después de un buen desayuno, cada uno retomó su rutina, mi primer problema apareció unos cinco minutos después de llegar al hotel, Mariano me explicó que Gustavo no firmó un papel que era vital para poder recibir gente sin él y Tobías en el lugar.

-¿Y qué se supone que haga? ¿Ir al aeropuerto?-ironicé pero entonces mire a Mariano y me dí cuenta que si era eso exactamente lo que quería.

-No puedo ir yo, no tenemos muy buenos términos además seguro que a vos no va a ponerte objeciones y lo firma sin problemas-explica y ciertamente suena lógico

-Llámame un taxi-pedí, comenzando a prepararme mentalmente

Llegué al aeropuerto al momento que en la pantalla aparecía que los del vuelo podían ir ingresando para dejar sus valijas, corrí buscándolo con la mirada, ya estaba perdiendo las esperanzas cuando unos brazos me abrazaron por detrás.

-Sabía que me amabas-dijo besando mi cuello-¿Dónde está tu equipaje?-preguntó

-No Gust...-intenté explicarme pero un beso de su parte me interrumpió, me aleje negando con la cabeza

-¿Qué?-preguntó confuso

-Necesito que firmes esto, es por eso que estoy acá-explique entonces frunció el ceño, bajó la mirada, tomó el papel, lo firmó y alzó los ojos para clavarlos justo en los míos

-Siempre habrá un lugar para vos en mi vida y sé que siempre tendrás algo de mí en vos-sentenció y yo negué con la cabeza

-Esto no es un hasta luego. No quiero volver a verte. Ya no te amo, y no estoy mintiendo. Ni siquiera soy importante, sencillamente soy un capítulo inconcluso. Seguirás tu vida como yo con la mía. Chau Sr. Pinelli-le mantuve la mirada y pude ver como sus ojos se llenaban de lágrimas, fui testigo que intentó ser fuerte pero unas cuantas rodaron por su mejilla.

No pronunció ni una sola palabra más, en silencio giró y desapareció por la puerta de abordaje.

Me senté en la silla más cercana y lloré en silencio la pérdida del que pensé era mi único y verdadero amor.

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Traición a la mexicana [COMPLETA]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora