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Cuando desperté no tenía idea que hora era, tomé mi celular para descubrir algunos mensajes pero ninguno importante.

Eran las seis de la mañana, casi me muero cuando vi la hora, mis amigos debían estar en el quinto sueño pero yo que había dormido casi doce horas seguidas estaba muy despierta, también descarté llamar a Lorenzo era muy temprano.

Di unas vueltas en la cama, comenzaba a dolerme el estómago por el hambre y considerando el tiempo desde mi última comida era algo lógico, toqué mi barriga como acariciando a algo que aún no cobraba mucha forma en mi mente pero que a pesar de ello ya había conquistado mi corazón.

-Mami te dará algo para comer-dije cambiandome, en el salón comedor ya debían estar sirviendo el desayuno, puesto que ya eran pasada las siete, envíe por las dudas un mensaje a Julián haciendo lo mismo con Pamela para luego bajar tranquila.

-¿Podré tomar el desayuno?-pregunté curiosa y la chica de la entrada me dijo que por supuesto, la costumbre es que a las seis ya este listo el salón para los madrugadores.

Con razón cuando bajo para las nueve nunca hay nada ni nadie pensé automáticamente sonriendo.

Cuando entre al salón quedé maravillada con la fachada del mismo además de la increíble variedad de tentempiés para devorar que mis ojos descubrieron, mi estómago gruñó mientras mis labios se babeaban, tomé un plato grande y me serví un poco de todo lo que encontré, pero cuando digo todo, es to-do.

Medialunas, tortas, tartas, tostadas, queso fresco, queso untable, mermelada, frutas, huevos, jamón, además de una buena taza de café con leche.

Estaba por la mitad de mi desayuno cuando un carraspeo me quitó de mis pensamientos, volví mi rostro para encontrarme con un Julián despeinado mirándome con cara de asesino.

-Buen día, ¿Por qué me estás mirando de esa forma? ¡Todavía hay comida!-dije rodando los ojos

-¿Tenes una leve idea de cuántas veces te toque la puerta? ¡Hasta fui a buscar a alguien que me abriera, maldita sea! Y vos estas aca, comiendo vaya a saber Dios desde que hora-explicó sentándose en mi mesa

-Te envíe un mensaje-respondí agitando mi celular masticando mi tostada

-¡No lo vi!-se excusó quitándome mi jugo de naranja y bebiendo

-Cuando uno se preocupa por otro alguien, al menos en este siglo, suele enviarle un mensaje o llamarlo-contesté alzando una ceja

-Lo tendré en cuenta. Ahora que ya admití que estuve en tu cuarto, me tope con una carpeta negra siempre en el marco de la búsqueda de tu paradero-se excusó con media sonrisa

-Que chusma que sos… ¿Sabías?-dije golpeándolo con una cuchara de té

-Si lo sé, ahora cuenta… ¿Qué es?-pregunto y yo bufé ni tiempo había tenido de pensar en lo que Gustavo me había dado.

-Es un obsequio, Gustavo no quería que anduviera sin efectivo. Aunque no sé porque tendría esa impresión pero bueno eso no es lo importante. Me dio una tarjeta de crédito y una de débito para que las usara-expliqué alzando los hombros.

-¿Y es consciente que esto del niño no es por plata no?-preguntó Juli y yo asentí con la cabeza

-Si. Porque cuando me entregó la carpeta, me dijo aunque ya sé que no vas a usarlo así que en ese sentido es consciente-explique

Juli sonrío justo cuando llegó Pamela, quien le tapó los ojos.

-¿Quién soy?-preguntó con voz aterciopelada

-La chica de anoche-respondió mi amigo

-¿Cuál?-provocó ella

-La que gritaba más fuerte-respondió él y entonces Pamela le dio un codazo en el costado.

-¿Qué?-se quejó él mientras sé frotaba el costado.

-No digas esas cosas-murmuró mientras se ponía del color de un tomate.

-Yo hablaba de anoche, cuando cantabas… ¿Qué cruzó por tu pervertida mente?-la acusó Julián

-Muy ingenioso, pero te conocemos tanto que tenía derecho a sospecha de tus angelicales intenciones-intervine mientras masticaba una manzana, mi amigo me miró fijamente y alzó el dedo del medio.

-Eres muy maduro Juli-contestó Pame mientras se tomaba un café con medialunas

La charla derivó en la última actividad en México antes de volver a casa, era increíble lo mucho que extrañaba mi país y sobre todo a Lorenzo, pero sólo nos separaran un par de horas así que decidimos comer unos buenos tacos para despedir el país como se debía.

Al volver a mi habitación había un sobre en la entrada, “Antes de irte, pasa por mi hotel” decía la nota aunque no estaba firmada era obvio quien la firmaba.

-Juli, Gustavo quiere que pasemos por su hotel-dije mostrándole la nota

-Ahí no está generalizando, ahí dice  claramente “pasa” no dice pasen ni nada por el estilo-mi amigo alzó una ceja

-No voy a ir sola, quizás me secuestre-le contesté y él se soltó una carcajada

-Eso sí que es exagerar, ¿Tenes miedo de cómo reaccionarías sola con él sabiendo que Lorenzo está en otro país y yo en otra parte?-me desafío

-Por supuesto que no. Gustavo no me interesa, es capítulo cerrado-dije segura, Julián me señaló el estómago-Bueno más allá del bebé, eso es otro capítulo-añadí.

-Entonces puedes irte sola, yo te paso a buscar con el taxi y las valijas ¿Te parece?-preguntó y yo suspiré.

-Bien me parece genial-respondí.

Una hora y media antes de ir al aeropuerto, me diriji al hotel, estaba nerviosa pero no por ver a Gustavo, sencillamente porque el misterio no me gustaba. Al llegar, Rudy me dijo que el señor Pinelli estaba esperándome en su habitación, que por favor subiera.

-¿Gustavo?-pregunté golpeando la puerta

-En el estudio-respondió su voz, me acerque a la puerta y tenía una caja de madera entre las manos.

-Estas son las cartas que nunca me atreví a enviarte. Estaba por quemarlas porque sé que nada te va a hacer cambiar de opinión respecto a tu decisión y la respecto, el universo sabe que no soy digno de vos-explicó abriendo la caja.

-¿Y por qué me llamaste? ¿Querés que yo las queme?-pregunté incrédula

-No. Sólo quería saber si las querías porque en cierta forma creo que te pertenecen-explicó cerrando la caja y extendiendomela

-Gracias Gus, es un lindo gesto, un poco tardío pero bueno, lindo gesto al fin-respondí tomando la caja

-No Becca, gracias vos por las oportunidades y el cariño. Sólo fui un idiota que no supo ver a tiempo-dijo sonriendo

-Eso no te lo puedo negar-respondí poniendo un poco de tono de broma para disipar el ambiente.

Intercambiamos unas palabras más antes que Julián me avisará que me estaba esperando, entonces nos abrazamos y bajé.

-Eso fue demasiado maduro-murmuré cuando me senté en el taxi

-Dicen que pasa eso cuando te vas poniendo viejo-bromeó mi amigo,lo fulminé con la mirada

-No creo, porque tendría que haberte pasado primero anciano amigo mío-respondí

-Becca sólo tres meses más chica sos-bufó él

-Tres meses son tres meses, mira todo lo que cambió mi vida en tres meses-le señalé

-Ganaste-dijo alzando las manos.

Pame nos esperaba en el aeropuerto, nos abrazamos con promesas de volver a vernos y  nos subimos al avión.

Julián, mi bebé y yo, volvíamos a casa.

Traición a la mexicana [COMPLETA]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora