-¿Qué te pasa? ¿Te volviste loco?-grité enfadada una vez fuera del bar, Gustavo levanto la mirada
-¡Claro que me volví loco! Estabas dejando que otro toque lo que es mío-exclamó
Quedé pasmada, estaba rematadamente loco si pensaba que no iba a reclamar semejante afirmación.
-¿Tuyo? ¿Qué diablos es tuyo?-pregunté cruzando los brazos mientras lo fulminaba con la mirada.
-Vos, Rebecca-afirmó tomándome por la muñeca y tirando, trastabillé por culpa de los tacos y el alcohol.
Me aferró fuerte entre sus brazos, por un momento no pude decir nada, sólo nos miramos, fue consciente de lo que él provocaba en mí, eso estaba claro.
Relamí mis labios, me paré y solté de él, lo mire confusa sin decidir que actitud tomar.
Entonces, oí la puerta del bar abrirse, Julián salió disparado seguido por Gina, ambos se petrificaron al ver la escena.
-Mejor nos vamos-dijo Gina tirando del brazo de Julián, éste asintió con la cabeza caminando, opte por la salida rápida.
-Chicos, esperenme, que con estos tacos se me complica caminar-grité dirigiéndome hacía donde estaban ellos.
-No te librarás tan fácil de mi-me dijo Gustavo mientras me observaba irme.
-¿No? ¡Mirame!-respondí alzando los brazos como alabanza mientras soltaba una pequeña carcajada
-No nos daban las piernas para correr cuando lo vimos sacarte del boliche-explicó Gina mientras entrábamos
-¡Qué justo que llegaron!-suspiré aliviada
-¿Y eso?-preguntó Julián
-Puedo decirte que quizás, echaba todo por la borda, cinco palabras más y perdía por goleada-afirme
-Eres un peligro-comentó Julián, pasandome un vaso de vodka con hielo.
-¡Tú culpa! Y sigues dándome alcohol-le reclame dándole un importante trago al vaso, que quemó mi garganta.
Sentía un vacío que no me gustaba, ya sabía que tenía que hacer, el sexo solía calmar esa sed y apagar el incendio que Gustavo iniciaba en mi ser tan sólo de aparecer en mi mente, tome mi teléfono y marque un número.
-¿Estás en tu casa?-pregunté, al otro lado de la línea me dieron el ok, así que después de despedirme de mis amigos me dirigi a tomar un taxi.
Estaba relativamente cerca de la casa de Lorenzo, así que no demore en llegar, toque a la puerta.
Me recibió con su sonrisa lobuna, tan característica de su persona, era un hombre alto, con un buen físico, musculoso pero no exageradamente, su cabello negro azabache estaba cortado para que pareciera despeinado siempre, pero lo que más me gustaba eran sus ojos verdes, siempre tan limpios y sinceros, con él teníamos historia, fue con él mi primera vez, la noche que Gustavo rompió mi corazón, ya que fue la misma noche que él se enteró que su novia era infiel, terminamos teniendo sexo de venganza y de consuelo.
A partir de ese día, cada vez que se nos ocurría, podíamos vernos, tener sexo y seguir cada uno con su vida.
-Hola muñeca-dijo besándome
-Hola bebé-respondí sonriendo de lado, me tomo por la cintura profundizando el beso.
-Estas para infarto hoy-musitó, pase mi lengua por mis labios, porque sabía que eso le encantaba, con mi mano derecha, quite la cinta que sostenía mi cabello, dejando que cayera por mi espalda, me quite de a uno los tacos dejándolos caer en la entrada, Lorenzo adoraba ese juego previo, algo que podía notar a través de su boxer gris, se sentó en el sillón, se quitó la ropa y con un dedo me llamó, caminé hacia él meneando mis caderas, consciente de que no perdía detalle de ninguno de mis movimientos.
Me detuve quedando justo fuera de su alcance, bajé lentamente cada bretel del top, dejando mis hombros al descubierto, pase una de mis manos sensualmente por los mismos sin dejar de mirar los ojos de Lorenzo.
Corrí mi cabello para un lado, pasé lentamente el dedo índice por mi boca, pasando por mi cuello, llegando a mis pechos, jugué con el borde del top unos instantes antes de quitármelo.
-Estas juguetona, muñeca hoy-susurro Lorenzo con la voz quebrada por la excitación.
-No tienes idea-susurré acercándome a él, puse mi pecho a altura de su boca para que pudiera lamerlos, los tomó y cuando el pezón estaba duro decidió morderlos suavemente, solté un gemido de excitación, estaba lista para él ya, y Lorenzo lo sabía.
-Quieto-susurré alejándome, me detuve unos instantes, mientras lo más lento que pude me quite el pantalón, llevaba una diminuta tanga roja que hizo que la respiración de Lorenzo se paralizará por un momento.
-Ven aquí-dijo tomando mi muñeca tirando de ella, caí en su regazo, me beso profundamente mientras una de sus manos se dirigía a mi clítoris para comenzar a acariciarlo, comencé a respirar entrecortado, fue entonces cuando introdujo dos dedos en mi húmeda cavidad, cuando estaba empezando a necesitar más, me quito la tanga mientras me ponía en cuatro, se colocó detrás mío y se introdujo de a poco, haciéndome gritar de placer.
Era lo bueno de tener sexo con alguien periódicamente, sabíamos que nos gustaba, como perdíamos la razón, así como aquello que nos desagrada.
Lorenzo, entraba en mí lentamente, y luego cada vez más rápido, estaba gritando como loca, había necesitado esto hacía días, reconocí.
La velocidad de sus embestidas empezaron a aumentar más, lo que me indicaba que estaba por acabar, entonces me quite, e introduje su miembro en mi boca, él soltó un gruñido.
-Eres-dijo entrecortadamente- malvada- sin dejar de moverse, un instante después sentí como me llenaba, me relami mirándolo fijo y con mis dedos limpie la comisura de mi boca.
-La peor-dije acostándome en sus brazos.
-Hace meses que no venías, ¿Pasó algo?-preguntó Lorenzo luego de un rato.
Me debatí un instante si contarle la verdad, pero resultaba que Lorenzo siempre había entendido mis locuras, me conoció y acompañó en un momento difícil, siempre siendo incondicional.
-Él volvió-dije prendiendo un cigarrillo.
-¿Y qué pasó?-inquirió
-Tuvimos sexo, en mi defensa, no sabía que era él-dije dándole una pitada al cigarrillo
-¿Estabas ebria no?-pregunto quitándome el cigarrillo para fumar él
-Si, y siento que voy a caer de nuevo, bebé, soy una idiota-me lamenté
-No creo que seas idiota, si Melanie volviera, no lo dudaría. Ahora, eso sí, serían mis reglas esta vez-aclaró dejándome analizando esa frase se fue en busca de algo para tomar.
Tuvimos sexo dos veces más antes que me subiera al taxi a las seis de la mañana.
-Nos vemos pronto-dije y él negó con la cabeza
-No mientas muñeca, fue un placer-dijo entrando a su casa.
Eso sonó a despedida, pensé inmediatamente, y por un momento iba a bajarme del taxi para decirle que estaba errado, pero entonces entendí que no tenía porqué decir nada, que todo fluya diría Julián.
ESTÁS LEYENDO
Traición a la mexicana [COMPLETA]
ChickLit-EN EDICIÓN- A Rebecca el amor, no le importaba, una vez creyó amar y se burlaron de ella. Por eso, ella juega y satisface sus necesidades igual que un hombre, beber y salir de fiesta es ley de los fin de semana. Lo último que imagino era que al de...