19

1.3K 123 22
                                    


Conteste rápidamente y con voz quebrada me pidió que fuera al hospital en cuanto saliera, no quiso decirme nada provocando que mi mente navegaba las peores y más nefastas aguas.

-Me tengo que ir-le dije a Mariano, él asistió con la cabeza

-Todo está tranquilo y  comienza la hora donde todo se para, andate-me respondió, le sonreí y salí a la calle.

Estaba esperando un taxi en plena hora pico, porque no me creía con la capacidad suficiente como para manejar. Resople realmente enojada una vez más, cuando el cuarto taxi no paro.

-Vas a estar atascada como una hora más, ¿Te llevo?-dijo Gustavo quitándose el casco de la moto. No lo había visto llegar para ser sincera, acomode mi pelo en una cola alta y asentí con la cabeza.

-Si no es mucha molestia, estaría más que agradecida-dije subiendo a la misma, me aferré por su cintura y apoyé mi cabeza en su espalda.

-Al hospital, presumo-dijo, encendiendo la moto

-Pensé que estaba de más la aclaración-respondí en tono irónico entonces la moto salió disparada.

Llegamos al hospital en apenas diez minutos, mi corazón latía fuerte por la adrenalina, cuando me baje de la moto Gustavo tomó mi mano.

-Te acompaño-sentenció y yo no estaba en condiciones de pelear con nadie.

Apenas entré María vino a mi encuentro, me abrazó y pude notar lo afligida que estaba.

-¿Qué pasó?-pregunté temerosa de la respuesta, ella se separó de mí tomando mis manos

-Lo van a operar-dijo suavemente, nos habían dicho que era una operación de tres o tal vez cuatro horas, pero por más que nos dijeran que eran cinco minutos nuestra mente jugaba con los desenlaces.

-Tranquila María, estoy segura que  todo saldrá más que bien y tendremos que pelear con él para que no beba, para que se cuide luego-asegure con una débil sonrisa. Ella me la correspondió y luego se fue para la habitación donde Julián estaba.

-¿Querés tomar algo?-preguntó Gustavo acercándose

-Si, lo que sea-respondí sentándome cerré los ojos un momento y sentí que se sentaban a mi lado, sin abrir los ojos.

-Eso sí que fue rápido, ¿Qué me trajiste?-pregunté pero fue el perfume que me llegó lo que me obligó a mirar. Mariano con dos vasos de café y medialunas me observaba, cuando estaba por abrir la boca para decir algo, la mirada de él se desvío hacia el recién llegado.

-¿Qué hace él acá?-dijeron al unísono y por un momento me sentí protagonista de una de esas novelas de escaso presupuesto. Suspiré.

-Gustavo amablemente se ofreció a traerme al hospital después de que el cuarto taxi no me parara, y Mariano me trajo café y medialunas-expliqué a ambos, no dijeron nada.

Gustavo tomó asiento junto a mí pasándome mi café, lo tomé junto con el café que Mariano me estaba dando. Por unos momentos nadie dijo nada, y la tensión se palpaba en el ambiente.

Tomé un sorbo del café que me trajo Mariano y era demasiado fuerte para mi gusto, intentando disimular no dije nada. Cuando tomé el de Gustavo casi me da un coma diabético de la cantidad de azúcar que le había puesto, entonces sin planearlo comencé a llorar.

Primero fue un leve sollozo, pero a los pocos minutos ya los espasmos sacudían mi cuerpo, ambos se miraron y luego intentaron que yo me calmara.

-¿Qué pasó?-dijo Gustavo acariciando mi mano

Traición a la mexicana [COMPLETA]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora