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Tenía el pecho apretado mientras me despedía de él, jamás había sentido tanto sufrimiento interno al tener que alejarme de una persona, ni siquiera cuando vi por última vez a Abraham, estaba aferrada a él, con fuerza y sintiendo el calor de sus brazos rodeando mi pequeño cuerpo, estaba nuevamente vulnerable, no tenía explicación para esto, era más doloroso de lo que pensaba, sabía a la perfección que no sería para siempre, pero así se sentía, como un despedida de la cual jamás volveríamos a vernos nuevamente, que lo nuestro que recién comenzaba, había llegado a su fin, levanté mi mirada y le quede observando en silencio con mis ojos tristes y aguándose en cada minuto, quería recordar por último sus facciones, el color de su piel y el de sus ojos, recordar para siempre el dorado de sus cabellos bajo la luz de la sala, era el ser más hermoso, bondadoso y humanitario que había conocido durante la guerra, creo y estoy segura que nunca más habría alguien como él, nunca nadie más volvería a moverme el piso como él lo ha hecho desde el día en que lo vi, ya nada más me importaba, lo había perdido todo, pero perderle a él era algo para lo cual no estaba prepara.

Estiré mi mano y acaricie levemente su mejilla, era suave, él tomaba y tocaba con delicadeza el cabello de mi peluca, se sentí tan bien, pero a la vez tan lejano.

—tengo miedo... —le confesé mirando sus ojos— temo de que por mi culpa te ejecuten por haber querido, amado y protegido a una judía, no me lo perdonaría jamás —solté un sollozo fuerte, Theo me acerco más a él y me abrazo con fuerza.

—no debes temer de nada, cariño —se alejó un poco de mi para mirarme— no me sucederá nada, lo prometo —prometió acariciando mi mano izquierda.

—¿qué sucederá si te matan esas personas? —le pregunté secando con fuerza mis lágrimas.

—ya nada me importará, si eso significa mantenerte con vida, por último me iré tranquilo sabiendo que te conocí, cuide y protegí a la mujer que amaba —sonrió mientras acariciaba una de mis manos y mi brazo.

—me enamoré del enemigo, Theo, me enamoré de ti, te amo tanto —le confesé y con fuerza rodee mis brazos a su alrededor.

Escuchaba los fuertes y potentes latidos de su corazón, los quería escuchar para siempre, miré hacia la puerta y Hanh nos miraba con una sonrisa afirmando una parte de su cuerpo en el umbral de la puerta, voltee al hombre de cabellos dorados y ojos azules del cual me había enamorado, no le quería dejar, ni ahora, ni nunca, sé lo que dije en el pasado, pero me retracto, amaba al hombre que estaba parado frente a mí, y sentía la enorme necesidad de querer conformar mi vida a su lado, solo esperaba que el destino se encargará de darme eso, una vida junto a él.

Se acercó a mí y me beso, pensé en que pasaría si ese fuese la última vez que besará sus labios, nunca antes había sentido tanto temor de un hombre fiel al nazismo, no quería que él nos separa o nos impidiera esta juntos, o peor aún, que nos asesinará por ir en contra de sus creencias e ideologías, él no era nadie para arruinarnos, más que el señor Khöler.

—Theo... —escuché la voz de Hanh hablarle— ahí viene tú padre —masculló por lo bajo.

—¡Maldición! —exclamó por lo bajo Alaric— desaparezcan rápido, yo iré a distraerlo —nos aseguro

Asentí en silencio mientras que mi corazón se partía en mil pedazos , le di un beso fugaz y me fui de lado del fiel amigo del hombre del cual me había enamorado.

***
Estaba más segura aquí que allá, era una casa grande, bonita y amplia, con un tanto de temor y sabiendo que no debía temer de él lo hacía, no conocía a su esposa, ¿qué sucedería si ella decidía delatarme?, negué, no quería seguir desconfiando, aún tenía algo de esperanza en la humanidad.

Amor EntreguerrasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora