Las discusiones cada día eran más fuertes, estábamos terminando el año 1942 pero hay cosas que jamás dejarían de hacer, y eso era quejarse, aún no soy capaz de comprender como prefieren estar allá afuera, la rabia me subía y me bajaba, últimamente prefería estar oculta a aquellas peleas innecesarias, si querían matarse entre ellos que lo hicieran pues yo estaría alejada de todo eso, quería vivir hasta que ya no tuviese los cabellos castaños, quería ser la mujer que he soñado desde que soy una adolescente, y sus estúpidas peleas no me detendrían, seguiría estando en contra de la doctrina, y de los nazis, no me callaría frente a ellos, eso jamás.
Era cierto, la comida se nos hacía más escasa y eso significaba una cosa, ¡más discusiones!, se suponía que éramos una familia y debíamos comportarnos como tal, sin embargo, todo se transformaba en una discusión constante.
—¡ya basta! —me levanté y golpee con fuerza sobre la mesa—¡dejen de quejarse! —exclame— reclaman porque están escondidos, porque debemos turnarnos para usar el baño, dividirnos las tareas, que están agobiados, que la comida es escasa, se supone que ustedes son los adultos, y yo al ser la menor, me tratan como una muchacha aún, no agradecen nada, miren a su alrededor, y dense cuenta, ya no estamos en los tiempos de antes donde todo se alternaba en alegría, estamos en una maldita guerra, sé que es difícil, pero es hora que comiencen a agradecer lo que tienen, ¿saben cuántas personas anhelarían estar en su lugar? —pregunté mirándolos a todos— son unos egoístas, amen lo que tienen hoy porque quizás nunca más lo tenga, vean los cielos, la luz del día, oigan el cantar de las aves, disfruten lo que tienen ahora, quizás mañana sea la última vez que lo disfruten, créanme ir a ese lugar no es agradable, si quieren morir, pues bien, yo no quiero, quiero ser una mujer, vivir, descubrir, disfrutar — finalicé, guardaron silencio ya nadie dijo nada, y se terminó la comida en paz.
Más tarde llegó Theo junto a su amigo Hanh, traían provisiones y se los agradecí en silencio, aquel hombre de ojos azules me miró, y al parecer notó la incomodidad que estábamos viviendo, me encogí de hombros y me limite a seguir fregando los platos y terminar con mi labor, al parecer era la única que vivía con la esperanza de un día ser libres, y poder disfrutar la vida que teníamos de antes de aquel 01 de septiembre de 1939, era extraño, pensar que un día lo tenía todo y al otro nada.
—¿trajiste lo que te encargué? —preguntó mamá. Theo no respondió.
—señora Podolsky, es fundamental que entienda que no buscaré esas cosas, son innecesarias, confórmese con lo que tiene justo ahora —dijo, dejé de lavar los platos, sequé mis manos en el mandil y salí de la cocina— en tiempos como este tiene que agradecer lo esencial
—pero.... no puedo andar toda una vida sin mí maquillaje —insistió mamá.
"como alguien podía ser tan superficial"
—¡ridiculeces! —sentencié entrando en la sala— confórmate con lo que tienes en este momento, no quieres estar aquí, que prefieres estar en sus manos, ¡te quejas todo el maldito día!, y ahora quieres esa basura que es innecesaria, mira a papá, no te das cuenta que ya lo tienes aburrido con tus caprichos —dije mirándola fijamente— recuerda madre, ya no estamos en los tiempos en que nos dábamos la buena vida, estamos en una guerra, que gracias a ellos morimos por decenas cada día, no sé en qué mundo vives, pero yo, como lo he dicho siempre, quiero una vida fuera de estás cuatro paredes, así que no arruines lo que más quiero...—interrumpió.
—¡Isabella! —exclamo papá— para ella es más difícil que para ti dijo.
—pobre —respondí con sarcasmo— ahora resulta que es el centro del universo, debería haber huido sola, y dejarlos tirados a todos, y que hiciesen esos nazis lo que se les diera la gana con ustedes —escupí.
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Amor Entreguerras
Historical FictionAño 1939, inicio de la segunda guerra mundial... Él un teniente alemán perteneciente al partido nacional socialista, ella una judía escapando de las garras de Hitler, pero, ¿qué sucederá cuando estas vidas se crucen?