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Llegué al campo con la mitad de mi corazón destruido, y la otra estaba en alguna parte incierta de este planeta, todo se había desmoronado cuando escuche a la mujer que he admirado toda mi vida, mi madre, negué con la cabeza, jamás lo habría pensado de ella, siendo que siempre me dijo que nosotros éramos iguales a todos los que nos rodeasen, que no había ninguna diferencia, y que matar a un inocente era la aberración más grande cometida por el hombre, ¿tanto podía cambiar alguien a quien admiraba?, ¿tanto le habían lavado el cerebro?, la habían manipulado igual que a la mayoría, ese hombre, había logrado que la mujer que más he amado y admirado me decepcionara, ¿Qué sucedería si ella supiera que la mujer que yo realmente amo y a la que quiero como mi esposa, madre de mis hijos, y futuros nietos es judía?, no podía ni pensar en ello, por el solo hecho de imaginarme en esa situación me destruía, porque si la amaba, amaba a mi mamá, pero no podía siquiera permitir que me apartara de la única mujer que realmente he estado enamorado, porque nunca antes he amado de esta manera, nunca antes había sentido lo que estoy sintiendo justo ahora, en medio de una guerra de un horrible acontecimiento, no podía siquiera pensar que ella era capaz de mandar a asesinar a Isabella, solo pensar en ella me derrumba, me destruye por completo.

Caminaba de un lado a otro, aún continuaba inquieto, no podía estar de otra manera, estaba asustado y más que ello, me encontraba angustiado y muy preocupado no por mí, sino por ella, maldito Müller en el momento que lo viera lo mataría, había colmado mi paciencia, había logrado pasar todos los límites , y lo que más descontrolado me tenía de toda esta situación era que mi madre creyese en su palabra, y tuviera la duda de la mía, se suponía que yo soy su hijo, por ende debería confiar en mí, la rabia me estaba superando, y estaba perdiendo todos los estribos, no quería alejarme de ella, pero esto comprobaba, que hoy no puedo confiar en nadie, por ende debía enviarla lejos, tan rápido como se me fuese permitido, quizás en dos meses o más, cada vez las embarcaciones son menos, por lo cual no puedo confiar del todo en ellas.

Me voltee con brusquedad en el momento que escuche que la puerta se habría de golpe tras mis talones, ese infeliz estaba apoyado en el umbral de la puerta observándome con una sonrisa sarnosa en sus labios, disfrutaba lo que estaba pasando, disfrutaba que su palabra fuera más importante que la mía, y lo más importando, el gozaba que sufriera antes el mundo, y sobre todo antes sus ojos.

—¿Qué demonios haces aquí, Müller? —le pregunté mirando por la ventana.

—disfrutar de la victoria Khöler, mírate...., estas descontrolado, no podría haber pedido más —me confeso soltando una carcajada.

—no estoy para tus estupideces, Erick —le respondí seco— sal por esa maldita puerta y déjame en paz —le señale para que se fuese.

—esto recién comienza Theodoro, tenlo por seguro —me aseguro en un tono amenazante.

—no me interesan tus amenazas —le dije negando con la cabeza— ahora hazme el favor, ¡VETE DE MI OFICINA! —exclame casi en un grito, camine hasta la puerta y se la abrí.

—no lograrás salvarla, eso te lo aseguro, podría incluso firmarlo y cuando eso suceda ponerte el maldito papel en la cara —soltó un risa— hasta tus padres confían mas en mi que en ti —se encogió de hombros, levante levemente la mirada y le quede mirando.

—esos seres humanos que se hacen llamar mis padres están domados por satanás, por lo tanto no me importa lo que me digan, Müller —le mentí— ¡AHORA VETE! —grite.

Me quedo mirando triunfante y con una sonrisa burlesca en los labios, el poco autocontrol que tenia lo estaba perdiendo y él lo estaba consiguiendo una vez mas lo que quería, no aguantaba más y lo tome con fuerza del cuello y lo empujé sobre el escritorio botando todo lo que había en el, un puño no tardo en golpear su rostro, no me importaba, solo quería matarlo, me estaba ensuciando las manos con sangre innecesaria pero ya no aguantaba ni un segundo mas, luego vino otro tras otro, mientras su sangre caí y salía de su boca, mis puños se encontraban llenos de su asquerosa sangre pero no me importaba, porque estaba defendiendo su nombre, el mío y de todo lo que yo amase, ya no tenía nada mas que perder, me aleje de él y con el antebrazo me limpie el sudor de mi frente, lo mire y me daba asco, pero quería continuar golpeándolo, pero me retuve, solo estaba malgastando mi tiempo, en un ser humano lleno de odio y de maldad que denominaba su corazón.

Amor EntreguerrasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora