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Me tomo por sorpresa y a la vez no, ya lo había mencionada antes, pero no imagine que hablara en serio, pensé que solo lo había dicho por decir, o más bien por mera posibilidad de realizarlo , y ahora que sus palabras se estaban concretando, no sabia como responder a su pregunta, le quedé mirando por algunos minutos con un enorme nudo en mi garganta, le quería, le amaba, pero casarme con él, era una decisión muy seria, eso significaba llevar el apellido de una de las razas que dije sentir repugnancia, al casarme con él estaría negando mi apellido y sin más le estaría dando la espalda a mi pueblo, cómo explicaría luego que una judía se casó con un nazi, con un teniente de la SS, no lo podría explicar y lo reitero, le estaría dando la espalda al pueblo y a todas las enseñanzas que recibí perteneciendo a el. Alejé mi mano de la suya y me levanté de la mesa, Theo me observaba atento, esperaba mi respuesta, no sabía que decir, estaba muy confundida como para responder justo ahora, él se levantó de la mesa y quedó frente a mi, me miro en silencio y acaricio mi mejilla con sutileza mientras aún aguardaba a mi respuesta, suspiro pesadamente y luego, finalmente el fue quien rompió el silencio.

— no tengo nada que ofrecerte justo ahora, tu misma ves todos los días lo que sucede, el futuro es incierto, al igual que nuestras vidas, pero si puedo ofrecerte algo  —guardó silencio y me observo atentamente — puedo ofrecerte este corazón  —lo señalo con su dedo índice y luego llevo su mano hasta el — que cada día y cada vez que te tiene cerca late por ti desde el primer día que te vi, supe que eras lo que yo necesitaba, por favor, se mi esposa, compartamos por siempre nuestras vidas, quizá mañana no tengamos nada, pero te prometo que mientras estés conmigo estarás a salvo, nada te faltara y si un día llegase a faltar no me importara sobrellevar la adversidad porque tendré a la mujer que amo a mi lado   —me sonrío y me acaricio los brazos y luego los rodeo sobre mi.

¿Qué se suponía que debía hacer?...

Tenía mi corazón sobre las manos, no sabia que hacer, no sabia si aceptar su propuesta, una parte de mi si, lo quiere, y lo desea con el alma, pero sin embargo existe otra parte de mi que me dice NO una y mil veces, es como si le diera la espalda a quienes murieron de mi familia, no tengo las respuestas, nunca me imagine en esta situación, además jamás pensé en siquiera casarme, quería tener mis cosas, mi propio trabajo, mi casa y vivir sin que un hombre me tuviera que mantener y mucho menos tener que aclimatarme a la mujer convencional de la época, quería independencia, pero ahora que me encuentro en la situación es totalmente diferente, estar en así me hace sentir incómoda e ir en contra de mis propios ideales, solo bastó eso para darme cuenta que tenía la respuesta. Me alejé de él y puse mis ojos marrones fijo en los suyos.

—no —le respondí negando con la cabeza— Tehodoro, te amo, pero no, no me quiero casar contigo, estaría yendo en contra de mis ideales, le estaría dando la espalda a mi familia, a las personas que murieron en esta guerra, por personas que visten el mismo uniforme tuyo, te agradezco todo los días lo que has hecho por mi, yahvé sabe que si, pero no puedo, no quiero, lo siento, quizás cuando todo esto acabe pueda reconsiderar mi respuesta de momento seguirá siendo no —le asegure, vi en sus ojos azules, dolor, decepción— cariño, no espero que me entiendas, solo que me perdones, veo en tus ojos la decepción, pero de verdad no puedo, solo perdóname —le pedí acariciando levemente su mano.

Él la alejó rápidamente de mi, y lo que parecía ser una hermosa velada, de pronto retomó otro rumbo, otra instancia, lo mire por algunos minutos, y si me preguntan, lo entendía, lo estaba rechazando, pero yo simplemente no podia, no quería casarme con un alemán, no en ese momento.

—pensé que me amabas igual que yo a ti Isabella, creí que querías compartir tu vida conmigo, que tonto e imbecil fui,solo me querías para cuidarte, nada mas,todos tenían razon, no eres más que una sucia e inmunda judía —me dijo mirándome a los ojos con rabia y decepción.

Amor EntreguerrasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora