Me sentía diferente, se sentía diferente, mis ojos estaban pegados en la muralla y en la ventana que daba hacía la gran calle y la ciudad que me vio crecer, me levante de su lado y recogí mis ropas, sentí un tanto de vergüenza, supongo que la poca y las malas experiencias hacían que me sintiera de esa manera tan espantosa, me vestí y luego caminé hasta la sala, corrí ligeramente la cortina y observé hacia afuera, habían soldados marchando y recorriendo el lugar, supuse que era para cuidar el orden de lo que ellos creían correcto en aquel minuto, me apoye sobre el marco de la ventana mientras miraba atentamente, pensé en mi hermano, ¿cómo estaría?, ¿estará vivo?, me era imposible no pensar en ello, cuando todo era tan incierto en este año, a lo lejos algo llamó mi atención, unos soldados habían visto unos judíos, aún quedaban judíos por las calles, sonreí con tristeza, lo sentía así, los tomaron con fuerza y los llevaron casi a la rastra, una ráfaga de recuerdos me inundó, todo nuevamente me devolvió a aquel día cuando se nos fue arrebatado el hogar que con esmero mis padres habían formado para que nosotros, sus hijos, fuéramos felices y tuviésemos una vida prometedora, el recuerdo fue lleno de nostalgia, pena y lástima, porque la verdad era, muy en el fondo, sentía lástima de mí, aun cuando era la judía más afortunada del mundo, quizá si había perdido a mi familia, pero, ¿quién en tiempos de guerra se enamora?, ¿quién en días como este daría la vida por ti?... tenía lo que muchos no, alguien que estaba a mi lado, que me amaba y me cobijaba, alguien fuerte sosteniendo mi mano cada vez que lo necesitara, alguien en quien confiar, alguien a quien amar, me sentía afortunada, porque no solo había encontrado un compañero de vida, un hombre al cual amaba con locura y con el alma, sino también había encontrado en él a mi mejor amigo, mi confidente, mi todo.
—¿en qué piensas, Isabella? —salté por el susto.
Theo, había ingresado a la sala en completo silencio, me tomó por sorpresa, di un pequeño brinco, llevé mi mano derecha hasta mi corazón y exageré levemente la sensación de estar asustada, le di un pequeño golpe por el hombro y volví la vista a la calle, se veía tan triste, tan desolada.
—¿no me contarás? —me pregunto, mientras rodeaba sus manos en mi cintura y me daba leves besos sobre el cuello. Me reí levemente, por la cosquillas, apoye mi cabeza sobre su hombro.
—pensaba en lo afortunada que soy de tenerte a mi lado —le confesé, me volteé y lo mire a los ojos— no todo el mundo tiene la suerte que tengo yo —comente acariciando levemente su mejilla— soy una mujer muy afortunada —le aseguré, sonreí levemente aún con mi mano sobre su rostro.
Me quedo mirando fijamente, movió su rostro sobre mi mano, se sentía su piel áspera por la poca barba que tenía, no dejaba de pensar en todo lo que había dejado atrás y también en todo lo que tenía ahora, definitivamente era afortunada, no solo tenía al hombre que amaba y que correspondía a ese sentimiento a mi lado, sino también tenía algo más allá de eso, algo que me volvía en la persona más rica, y por lo cual no era una rata, ni mucho menos pobre como todos podrían catalogarlo, tenía un techo, comida, una cama donde dormir, tenía amor, tenía salud y un corazón que latía cada día, ¿qué más podría pedir un ser humano?, sino se encontraban lo suficientemente ricos con ello, no sé qué más podrían desear, ni querer, pues tener todo eso, era más que suficiente para mí, y por supuesto, tenía a Theo a mi lado, y cada día agradecía la hermosa y bella oportunidad de tener a ese ángel a mi lado, sin duda, lo afirmo, una y dos mil veces, era la judía y mujer más afortunada de la guerra, la más dichosa, y las más agradecida que en condiciones han inhumanas la hayan permitido conocer, lo desconocido, el amor, de tener la bella oportunidad de enamorarse.
—yo soy el afortunado —rompió mi pensamiento y esta vez su mano acariciaba una de mis mejillas— te tengo a ti, tengo a la mujer de mi vida y con la que quiero compartir todo, tan así que soy capaz de abrir mi corazón, y contar aquello que me destruyo —me dijo y luego guardo silencio.
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Amor Entreguerras
Narrativa StoricaAño 1939, inicio de la segunda guerra mundial... Él un teniente alemán perteneciente al partido nacional socialista, ella una judía escapando de las garras de Hitler, pero, ¿qué sucederá cuando estas vidas se crucen?