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La luz de las linternas se alejaron de apoco, registro cada lugar sin dejar ninguno de lado, o por lo menos eso pensaba Erick, el corazón estaba a punto de salir de mi pecho, escuché que la puerta se cerró tras sus talones, en ese momento debería haberme tranquilizado por lo menos un poco, pero no, no se podía confiar en un sujeto como Müller, él solo quería encontrarme para aprovecharse de la debilidad que en el último tiempo estaba demostrando frente a ellos, pero no, ahora ya no, no me tocaría jamás nuevamente, tendría que ser sobre mi cadáver.

—por esta vez te salvaste Khöler, pero volveré —escuché que prometió Erick.

—te estaré esperando, ven y registra esta casa cuando quieras Müller —le respondió.

La puerta principal se cerró, pero el temor aún me inundaba, ese hombre había hecho que mis últimos días en el campo de exterminio, no fuera más de lo que normalmente era, un infierno. La puerta se volvió abrir, y el corrido de la madera lo vi, estaba ahí, frente a mi aún con su uniforme, no me importaba, me lancé a sus brazos y lo rodee con fuerza, no podía más, no sabía cuánto más podría soportar esta tragedia, ya me estaba superando cada día más.

—Isabella... —murmuró en mi oído— tendré que sacarte de aquí —me dijo tragando saliva con dificultad— tendré que enviarte a América...

América...

Sonaba tan lejos, mi corazón se había derrumbado un vez más, eso significaba estar lejos de él, y lo que menos quería ahora que le había confesado mis sentimientos por él, era alejarme, Theo acariciaba la peluca rubia que llevaba con tanta delicadeza, el latido de su corazón era cada vez más potente, no me quería alejar de él, no quería nada que me pudiese significar dejarle, solo pensar en ello todo mi yo interior se derrumba completamente, lo quería tener cerca por siempre.

Me aleje de él, y lo miré, amaba sus ojos azules, su tez blanca, y sus cabellos dorados, jamás pensé en sentir algo tan potente por un ser humano, y menos por él, un nazi, perteneciente a la SS, pero aquí lo estoy, sufriendo en silencio antes que los hechos sean concretados, es que el solo imaginarme estar lejos de él, es un dolor que me es imposible soportar, lo quiero cerca, por siempre y para siempre, lo sé, me negué infinidades de veces a lo que sentía por él, pero el hecho es que sentía que engañaba a mi pueblo y a mis propios ideales, pero ahora que quizá si lo conozco un poco más, tenemos ideales demasiados parecidos, más de lo que yo misma creía.

—no, Theo —negué con la cabeza— no me quiero ir América, no quiero ir a ningún lado que no sea contigo a mi lado —le confesé.

Theo, me miraba con ojos alegres, hasta el color de sus ojos había cambiado, de un azul intenso, a un celeste claro, simplemente hermoso, estiré mi mano y acaricié sus cabellos dorados, era tan radiantes como el sol, era un hombre tan precioso, como era posible que no hubiese querido nada con él antes, entendía el porqué, pero no dejaba de sentirme una tonta, perdí tiempo innecesariamente, y entonces ahora lo entendía, lo amaba más de lo que pensaba, porque si, ya era hora de reconocerlo, lo amaba intensamente, y no quería que nada ni nadie me alejase de él jamás, en estos tiempos es difícil pensar en un futuro o en un mañana, pero lo pensaba, y quería compartir con él lo que me quedase de vida, incluso si eso significaba perder la vida en esta guerra.

—Theo Khöler, te amo más de lo que un día me imagine —le confesé con una sonrisa— no me dejes, y si quieres que me vaya América, prométeme que te irás conmigo, que caminarás conmigo... —insistí mirándole.

Me tomó de ambas mejillas, y me beso con fuerza, con anhelo y deseo, una de sus manos bajo hasta mi cintura y me acercó más a él, jamás me había sentido así, estaba nerviosa, ansiosa, de una cosa estaba completamente segura, quería compartir por siempre mi vida con él, rodee mis piernas en su cintura, poco a poco el beso se fue intensificando y nuestros cuerpos fueron tomando vida por si solos, ya nada importaba más que él y yo, caminó conmigo hasta su habitación y me dejo caer sobre la cama, acariciaba mis piernas y abdomen, sentí temor, y cada una de las imágenes y los trauma que me habían ocurrido al estar en el campo, las imágenes de aquellos hechos pasaban por mi cabeza una y otra vez, no podía estar con él, estaba jodidamente marcada más de lo que pensaba, su abdomen estaba al descubierto cuando puse mi mano sobre él y lo aleje, no podía, sentía asco en este momento, no podía estar con Theo, no como él lo deseaba, esto recién comenzaba y no, no estaba preparada, no aún.

Amor EntreguerrasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora