ISABELLA PODOLSKY
No sabía que decir, y me sentí muy mal, después de todo quizá si había heredado algo de mi madre, fui una egoísta y no pensé en nada y en nadie más que en mí y solo me deje llevar por mis malditos impulsos, acariciaba su espalda, porque sabía cómo debía estar sintiéndose, lo entendía mejor que nadie, a mí ya había me había tocado vivir ese dolor en carne propia, y sabía perfectamente cómo él se sentía, lo miraba atentamente, estaba sin palabras y temía que al abrir la boca no hiciera más que involucrarme en sus temas personales que no eran para nada de mi incumbencia, estaba silenciosa, mientras él continuaba con la mirada baja, vi como una lagrimas fue derramada por una de sus mejillas, el recuerdo de seguro era aún muy latente, más que nada, debía sentirse culpable ya que no fue capaz de cuidar, salvar y proteger a su hermana, personalmente y en lo que a mí respecta no dejaba de sentirme como una maldita incapaz de salvar a alguien, de esa misma manera debía sentirse Theo.
-lo siento, Theo -le dije con un nudo en garganta- jamás me quise entrometer en tus cosas, es solo que... -tragué saliva y lo quedé mirando fijamente.
-¿es solo qué?...
-es solo que... te veías tan feliz, diferente, atractivo, que por un momento pensé que me gustaría ver a ese hombre de la fotografía justo ahora -le confesé encogiéndome levemente de hombros.
-¿sientes algo por mí, Isabella? -me preguntó.
¿qué?...
Me quede aturdida mirándolo, su pregunta me descompuso, no sabía que responder, estaba atónica y al mismo tiempo me cuestionaba una y otra vez ¿será que finalmente me enamoré de él?, lo observaba en silencio mientras que el corazón se me salía del pecho y latía con tanta fuerza, jamás me había sentido de esa manera antes, nadie me había movido el piso de esa forma, sentía un nudo en mi garganta, en mi pecho, suspiré pesadamente, era una cobarde, porque eso me estaba cuestionando, estaba perdiendo la oportunidad de amar, de sentir algo así, sabía que él era enemigo y que lo nuestro era prohibido, que nada de esto para su raza y dictador era correcto, ¿qué me importaba?, sí, me importaba, porque no quería exponer su vida, ni la mía, aunque siempre he tenido claro que soy una mujer valiente, luchadora por sus ideales, y nada de lo que se espera que sean las mujeres, no soy sumisa, no me someto a lo que me dicen, voy en contra de todo el mundo e incluso me atrevería ir en contra del mismísimo Hitler si eso estuviese en mis manos, iría en contra incluso cuando dice que la mujer debe abarcar las órdenes del hombre, y todo lo que una sociedad machista abarca, ¿por qué ahora debería actuar diferente?, ¿por qué no podía romper las reglas como muchas veces antes lo había hecho?, ¿por qué?...
Lo analice por unos minutos más, sonreí, él tenía su mirada azul clavada en la mía, su color me recordaba al océano, quizá cuando podría volver a ese lugar, pensar en ello fue inevitable, aun cuando la conversación que estábamos teniendo era completamente diferente, estire mi mano y acaricie con mis nudillos su mejilla, era tan suave.
-sí Theo -confesé- creo que cada día que pasa me enamoró de ti, fue inevitable, por más que una y otra vez me negué a esto, sé que somos prohibidos, lo sé, es una locura, pero prefiero arrepentirme de algo que hice, y pagar la consecuencias de mis actos incluso si eso significa pagar con mi vida, que arrepentirme por algo que no hice y no me atreví -sonreí y luego solté un suspiro, se sentía tan aliviador.
Con una de sus manos acariciaba mi mejilla, y con la otra tomaba de mi mano izquierda, mostrando sus dientes, podía verlo en sus ojos él estaba feliz, cerré mis ojos al sentir su contacto sobre mi piel y me deje acariciar por el con deseo y anhelo por primera vez desde que lo conocí, se sentía tan bien, un lugar tan seguro, tan pleno, quería pertenecer ahí por siempre incluso si eso significase la muerte, se acercó un poco a mí, su respiración chocaba con la mía, sentía el calor de ella, su boca no tardo en unirse a la mía, finalmente estaba sintiendo la calidez de sus labios, y probando una vez el sabor de ellos, esta vez no había remordimiento, no había cuestionamiento, esta vez estaba segura de lo que sentía por ese hombre y no me importaba que pudiese ocurrir, solo quería disfrutar el momento que la vida me estaba presentando para ser feliz aun cuando la guerra era un impedimento para enamorarse.
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Amor Entreguerras
Ficção HistóricaAño 1939, inicio de la segunda guerra mundial... Él un teniente alemán perteneciente al partido nacional socialista, ella una judía escapando de las garras de Hitler, pero, ¿qué sucederá cuando estas vidas se crucen?