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Me volteé y le quedé mirando fijamente, vestía un vestido elegante bajo sus rodillas y llevaba consigo joyas, un sombrero con unas flores sobrias en uno de sus lados, le mire atónica, estupefacta, con el miedo invadiendo mi interior el cual era acompañado de la angustia radiando mi sangre, y cada centímetro de mi cuerpo, lo obvio se me hacía presente, ella se parecía tanto a él que no podía negarlo, ni mucho menos evadir lo obvio,  ella no podía ser nadie más que la madre de Theo.

—Entonces lo que Erick decía sobre usted y Theodoro es cierto —rompió el silencio y caminó hasta a mi analizándome de arriba abajo, se notaba en sus ojos, sentía repugnancia solo de mirarme — una bonita muchacha, lástima que exista un detalle —continuo mirándome mientras se acercaba a mi para quedar solo a unos cuantos centímetros de distancia— eres judía....

—yo... —interrumpió.

—no quiero escuchar nada que salga de tu boca Isabella —mascullo con un tono autoritario— solo quería comprobar si lo que él decía era cierto, no puedo entender como un hombre como Theodoro se fijó en una cosa como tú —escupió con asco— sabes podría llamar a la Gestapo y que te aniquilaran de una buena vez —dijo tomando con fuerza de mi barbilla— uno más de tu especie, uno menos —me soltó y se acercó aún más quedando a centímetros de distancia— no harían la diferencia,  y así evitar la posible contaminación de mi familia con la tuya, pero eso sería entregar a mi hijo —me dijo aun mirándome con repugnancia— quizás no seas más que una mujerzuela en su vida —escupió.

—señora Khöler, si es partidaria de lo que se hace en los campos bien por usted, y si cree que lo correcto es entregarme a las autoridades, simplemente hágalo y ya —le desafié tranquilamente, evite demostrar debilidad y las emociones fuertes que ese momento me envolvían— déjese de rodeos, estoy cansada de las amenazas insignificantes y sin ninguna valides, no perdería nada adicional de lo que ya  he perdido —me encogí levemente de hombros— estoy segura que si su familia sufriera todas las atrocidades a las que nos vemos enfrentados todos los días, dejaría de pensar como tal —le asegure fijando mis ojos en los suyos— me da asco la gente que piensa como usted, las mujeres que se dejan llevar por sus maridos por miedo a tener una opinión propia, diferente —escupí, ignorando su último comentario.

No me importaba nada ni siquiera que aquella mujer que estaba frente a mi pudiese ser mi futura suegra o algo similar, como tampoco me tenía con cuidado que fuese la madre de Theo, no tenía por qué continuar aguantando las humillaciones de ella ni de nadie, solo por el hecho de ser lo que era ¡YAHVÉ!, estaba cansada de escuchar cada día los mismos argumentos vagos, las malas intenciones por ser lo que era, o simplemente el hecho de que perteneciera a una etnia diferente.

¿Cuánto más dudaría todo este infierno?... no he asesinado, ni robado, ni violado, ni nada que pueda hacerme pasar por esta situación, realmente, ¿cuánto más sería capaz de soportar?...

No tardo en sacarme de mis pensamientos, cómo tampoco noté cuando su mano de manera veloz volteó mi cara, el golpee había llegado directo en una de mis mejillas resonando con fuerza por la sala, ardía, no dude en llevar mi mano hasta ella, le mire con odio y levante mi mano para devolver el golpee, ella no era nadie para hacerme algo como ello, ni mi padre me había golpeado jamás, para que alguien que venía recién conociera, se tomase esas atribuciones, por ser diferente a lo que creía correcto, sin embargo, antes de que pudiese siquiera tocar un centímetro de su piel, ella había tomado con fuerza de mis muñecas, le desafié, pues ya no me importaba nada, ni siquiera que fuese una mujer mayor, a estas alturas de la guerra me había cansado de todo ¿qué más podría ocurrirme?, había vivido de todo desde el inicio, más de lo que ella nunca se podría siquiera imaginar.

—llamaré a la Gestapo, y mañana serás lo que siempre debiste ser, polvo —me amenazo  y  miro con odio.

La alenté a que lo hiciera,  una tortura más sería lo de menos en mi vida, si ella supiese todo lo que había tenido que vivir estoy segura que dejaría toda esta estupidez, esta mujer nunca en carne propia ha tenido que ver como su familia se va deteriorando, y mucho menos como sus seres queridos se van marchando frente a sus narices, al actuar de esta manera, dudaba que tuviese hijos, y mucho menos, que tuviera un hijo tan lleno de bondad como Theo,  ¿qué haría ella si un día uno de sus hijos fuesen llamados para realizar trabajos forzados?, nunca sabría la angustia, ni experimentaría ese dolor, porque no es su realidad, ni es lo que nunca viviría, pertenecer a la raza aria le aseguraba ciertos beneficios, estaba marcando el teléfono, para anunciar el encuentro de una judía cautiva en la casa de un teniente, la recompensa por judíos habían ascendido a una buena cantidad de florines, no solo existiría una judía menos en el mundo, sino que adicional se llevaría unos cuantos números a sus bolsillos, no me asuste, ni temí de su acción, simplemente me relaje y la observé desafiante, cuando sin previo aviso escuché unos aplausos tras mis talones y me volteé, Theo había llegado, ni siquiera me había percatado de la hora y que él no tardaba en regresar a casa ¿qué pasaría ahora?, ¿era el fin?...

Amor EntreguerrasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora