THEO KHÖLER
―tengo que sacarla de aquí ―le dije entrando al pequeño lugar que se me había destinado dentro del campo.
―no podemos hacerlo Theo, sacar a alguien de aquí es casi imposible, es una masacre segura ―me dijo Hanh.
―no la viste en el suelo ―comenté tomando de mis cabellos― llena de sangre, desnuda, amarrada ―le conté aguantando mis lágrimas― ¿cómo alguien puede ser tan miserable? ―le pregunté mirándolo directamente a los ojos.
―¿por qué la proteges tanto, Theo?, ¿te enamoraste de ella? ―preguntó serio.
Guardé silencio, no sabía que decir precisamente, ¿lo había hecho?, pues no tenía idea, solo tenía claro que no podía seguir sufriendo ni ella, ni nadie. Levanté la mirada y él estaba mirándome atento a mi respuesta, ¿qué se suponía que debía responder?, ni yo mismo sabía la respuesta a su pregunta.
―no lo sé Hanh ―respondí honestamente.
―no veo otra explicación Theo, te estás metiendo en la boca del lobo ―me reprendió― sacar a alguien de este lugar es casi imposible ―interrumpí.
―no será la primera vez Hanh, hemos salvados tantas vidas como hemos conseguido, los hemos enviado fuera de Europa, le conseguiré papeles falsos y la enviaré a América ―le dije casi suplicando.
―no la enviarás a América Theo, no te engañes a ti mismo ―respondió― la seguridad no es igual que el año pasado, ¿cómo lo haremos?, sabes mejor que nadie lo complicado que es coordinar las fechas, la metodología de escape, ya no es tan sencillo, esto cada día empeora más, necesitamos el momento preciso, ¿y si no lo conseguimos, Theo? ―pregunto caminando de un lado a otro― estaríamos involucrando a todos y haciendo entrega de nosotros sin intento de vivir, tú mejor que nadie sabes que una traición significa solo una cosa, la muerte ―me dijo mirándome directamente.
―Hanh... ―suspiré― no me importaría entregar mi maldita cabeza con tal de estar tranquilo conmigo mismo, por lo menos sabré que hice el bien, que salve vidas y fui en contra de esta Alemania, la Alemania nazi y su ideología, estas no son mis creencias, son las de un dictador, haré lo que mi corazón dicte correcto, si quieres me ayudas, sino me arriesgaré solo ―respondí.
Necesitaba alejarla de esto, y de todo esta miseria, nadie merecía vivir condiciones tan asquerosas como esta, no importaba la nacionalidad, religión, raza, color de piel, ojos o cabellos, por alguna razón estábamos habitando este continente, este planeta y nadie tenía el derecho sobre nadie para quitar su vida, a veces siento asco de mi patria, siento asco de vestir este maldito uniforme con todas estas medallas, desearía ser de cualquier nacionalidad menos alemán, no sé si un día vuelva a ser ese hombre al cual le arrebataron sus sueños y prácticamente le obligaron a pertenecer a este partido.
Volví por la tarde donde ella, era inevitable no hacerlo, muchas veces me preguntaba el porqué, entré al sanatorio y vi en sus ojos temor, jamás desde que le conocí había visto sus ojos así, vulnerables, asustados, caminé retirando mi sombrero, la miré fijamente y le regalé una sonrisa, la doctora estaba con ella al lado, al verme sé levantó inmediatamente, bajo la mirada, supuse lo que estaba pensando, se juzgaba en silencio por no haberla protegido como se lo ordené, sin embargo, negué con la cabeza y la tomé de uno de sus hombros, solo con ese acto le volvió la tranquilidad a su cuerpo, ella me explicó su condición, ahora no estaba aquí por su pie, sino por sus azotes, ella sabía que luego debería salir, pero ahora podía notarlo ya no sería tan fuerte como antes.
ISABELLA PODOLSKY
Me sentía jodidamente mal, me ardía todo el cuerpo, maldito infeliz, sé que en algún momento dije que no temía de nada, pues ahora si temía de ese tal Müller quien robo para siempre lo cual guardaba con tanto apreció, se dio el gusto de venir y arrebatármelo, no sabía precisamente como tomármelo del todo, estaba asustada, traumada, ¿cuántas veces más ocurrirá lo mismo?, solo de pensarlo o siquiera imaginármelo me siento sucia, una jodida y maldita judía con un retorcido destino.
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Amor Entreguerras
Ficción históricaAño 1939, inicio de la segunda guerra mundial... Él un teniente alemán perteneciente al partido nacional socialista, ella una judía escapando de las garras de Hitler, pero, ¿qué sucederá cuando estas vidas se crucen?