Coming Home.

Nuevo comienzo.

Un infierno.
Con esas palabras​ podría resumir el interminable viaje que acababa de hacer hace un par de minutos junto a John y su familia, y no por el hecho de que el menor de sus hijos había llorado durante las últimas horas de vuelo, sino porque mi espalda me estaba matando desde que cumplí 9 malditas horas en ese asiento que ya tenía grabado mi trasero en él. Maldita sea.

John lo había arreglado todo, ya que vino junto a su familia, se quedarían en un área apta para sus hijos mientras que yo tendría una pequeña casa para mí en las afueras de la ciudad. Esa era la ventaja de tener a alguien como Johnny, se preocupaba de cada detalle y me conocía a la perfección, siempre preferié estar lejos de la multitud mientras me sea posible.

Llegué al lugar que sería mi hogar por bastante tiempo y luego de desempacar me tiré en la cama que ya estaba lista para mí, nuevamente, gracias a John.

Una videollamada interrumpió mis planes de dormir y sinceramente no esperaba que mi mánager fuera el primero que me llamara, pensaba en los Sanders, pero ya qué.

- Preciosa, mañana a eso de las 1 de la tarde te recogeré para iniciar las actividades que tengo programadas para tí.

- Que molesto eres, Jonh.

- Niña, agradece que te conseguí una casa solo para tí y no tienes que soportar a una adolescente molesta y un niño mañoso después de un vuelo de 17 horas.- Susurraba con la única intención de que sea yo la única en escuchar sus lamentos.

- Agradece que vienes con tu gente.

- Solo estarán de vacaciones aquí.

- Algo es algo.

- Está bien, ____, espero que estés lista a las 1.

- A sus órdenes, jefecito. Descansa.

- Nos vemos, niña.- La llamada terminó y me permití unos momentos para asimilar todo lo que acababa de pasar.

Mierda, estoy en Corea.