Capítulo 7: Familia.

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07/09 – Domingo

- ¡Carter! – gritó mi padre desde el garaje. El enorme portón de aquella sala estaba abierto, para dar la auténtica apariencia de "la venta de garaje". Deposité la caja que tenía entre mis brazos al suelo, en el césped. Todo el patio delantero estaba lleno de mesas y cajas por doquier, con algunos muebles por allí también.

El día estaba hermoso, soleado y apenas una leve brisa soplaba. No hacía calor, pero los rayos del sol eran lo suficientemente brillantes como para que incluso el césped brillara también.

Me dirigí al garaje para encontrarme con mi padre, quien me observaba a través de sus gafas ovaladas. Su cabello largo se veía hecho un desastre, con sus rulos enmarañados al igual que su barba.

Me pregunté cómo había salido yo tan normal después de ser criado por un hombre tan leal a su cultura Hippie.

- Ayúdame con este sillón – pidió, señalándome el sofá bordó individual frente a él. Asentí con la cabeza y suspiré, algo cansado.

Cada uno se dirigió a un extremo y lo levantamos del suelo. Caminé de espaldas con sus indicaciones hasta que supe que estábamos sobre el césped. Lo dejamos en el suelo, yo lo solté rápidamente. Estaba agotado.

Me le quedé observando por unos instantes y fruncí el ceño.

- ¿Estás seguro que quieres venderlo? – pregunté mientras mis manos se apoyaban en mis caderas. – Era el sillón favorito de mamá... – siseé. Pude escuchar un suspiro de su parte.

- Lo sé, aún huele a ella – respondió mientras imitaba mi posición para observar el sofá. Una media sonrisa curveó mi boca.

- Pero el perfume de mamá olía horrible – recordé divertido.

- ¿Y por qué crees que lo vendo? – no pude evitar soltar una risilla mientras papá se alejaba hacia el garaje. A pesar de no haberme levantado de la cama con el pie derecho, accedí inmediatamente a la petición de mi padre cuando me recordó sobre su venta en el patio delantero de su casa y la ayuda que requería llevar a cabo tal cosa.

No era mi forma favorita de pasar el día, pero si no se trataba de ayudar a papá, la otra opción era evitar constantemente la mirada de Noah hasta que eventualmente captara mi atención y comenzara con su larga lista de preguntas. Y no, hablar con Noah era lo último que quería ese día.

La noche anterior había sido divertida, la pasé muy bien. Hasta que, por supuesto, Mickey tomó aquella guitarra y comenzó a cantar. Quizás aquella reacción mía de quedármele embobado observándolo era culpa del alcohol, o tal vez en serio me había cautivado. Pero no fui sutil, de lo cual me arrepiento terriblemente ahora. Porque Noah notó la clase de ojos que miraban a Mickey, que no parecían ser míos. Quiero decir, si hubiese estado completamente consciente, no me dejaría caer por los encantos del ojiazul. Pero, ¡Qué carajos! Era un menor de edad, algo en mí daba un increíblemente enorme rechazo a la idea de que Mickey me atrajera.

El resto de la noche fue mera preocupación mía, pues aquel sentimiento estaba inhibiendo un aspecto mío del cual estaba orgulloso, o eso creía. Al rechazar mi atracción por Mickey, sólo podía pensar en los tiempos pasados, cuando por primera vez me gustó un chico de mí mismo sexo antes de descubrir mi verdadera orientación sexual. Estaba asustado, me negaba absolutamente a dejarme llevar por aquel sentimiento. Hasta que, eventualmente lo comprendí y acepté con orgullo.

Sin embargo, no lo sentía correcto la idea de aceptarme frente a Michael. Él no era homosexual, o por lo menos no por lo que había visto. Incluso, noté la forma en la que de vez en cuando observaba a Fletcher la noche anterior. Entre Noah y Mickey, no sabía quién me generaba más inhibición respecto a mi verdad. Estaba inseguro de mí mismo.

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