26/09 – Viernes.
Tenía los ojos fijos en el techo sobre mí. La almohada se hundía bajo mi cabeza. Capaz, haber estado tanto tiempo quieto en la misma posición era lo que provocaba que la cama bajo mi cuerpo se sintiera dura como una mesa.
Había sido un día aburrido. Cumplí con el horario laboral, el cual había sido más aburrido que nunca. Pocos clientes a cuales atender, y el reproductor de música en el comedor se rompió, por lo que no había canción que tararear para distraerme de las largas horas de trabajo. Además de que, esta vez, Ryan no estaba allí. En cambio, su hermano, el dueño del local se había quedado. Y, como he dicho antes, es la persona más arisca y malhumorada que alguna vez conocí.
Pero no podía evitar emocionarme pensando en quién iría a visitarme apenas mi turno terminara, lo cual me ponía de buen humor a pesar de todo. Sin embargo, Mickey no apareció, ni entonces ni después. Recordando lo que me había dicho la noche anterior antes de aquel beso comprometedor, decidí irme. A regañadientes, volví a casa. No había señales de Mickey, una vez más.
Entonces, allí estaba. Acostado boca arriba en mi cama dentro de mi cuarto, cansado del largo día que había tenido. Aunque el trabajo era agotador, no podía dejarlo. Tenía una buena paga. No obstante, era poco lo que normalmente gastaba, la mayoría en comida y pocas veces en ropa. El resto, solía ahorrarlo. Sabía que en algún momento me serviría, para cuando decidiera viajar hacia quién sabe dónde. Tenía lo suficiente como para un viaje a Australia ida y vuelta.
A pesar de que el trabajo ya de por sí era agotador, ese día estaba más cansado que de costumbre. Afuera llovía, y lo llevaba haciendo desde que había salido de Gigi's Pizza. Todavía sentía mi cabello ondulado ligeramente húmedo. Caminar bajo esa lluvia torrencial, me había cansado aún más de lo que ya estaba tras mi turno en la pizzería. Además de que me había emocionado, para, nuevamente, quedarme plantado.
Estaba aburrido, pero tampoco tenía las ganas de hacer algo con mi día. Quizás también se debía al clima afuera. La lluvia me deprimía, porque estaba obligado a encerrarme dentro de mi casa sin poder hacer nada productivo. Aquello me ponía nervioso y ansioso, porque lo odiaba. Soy una persona muy hiperactiva. O, bueno, la mayoría del tiempo.
No en aquel momento. No cuando estaba acostado sobre la cama desde que había llegado. Había pensado sobre ir hacia la casa de Mickey. Sin embargo, sabía que era mejor dejarlo hacer su propia vida. Quizás sólo estaba enfermo o mal del estómago y se quedó en su casa, ¿cierto?
Escuché a alguien tocar la puerta. El sonido me sacó fuera de mis pensamientos. Sabía que Noah era el que estaría afuera, ya que Fletcher no había dicho nada de ir hacia mi casa aquel día, y apenas se había ido esa misma mañana. No me moví de mi cama, ni siquiera un músculo fuera de la posición que había tomado como huevo estrellado apenas había llegado.
- Pase – exclamé, alzando un poco la voz. Pronto, oí como la puerta chilló abriéndose. Esperé a que Noah dijera algo, sin embargo, el silencio que se creó en la habitación fue suficiente para llevarme a apoyarme sobre mis codos y levantar la vista hacia la puerta.
- Hola – no, ese no era Noah. Era Mickey. Tenía una sonrisa en el rostro, que dejaba que se marcaran los hoyuelos de sus mejillas. Estaba usando su uniforme escolar, con el corbatín bordó que tan bien le quedaba. Y, bueno, sus apretados jeans negros. La diferencia sobre las otras tantas veces que le había visto con su uniforme, es que esta vez se veía ligeramente húmedo. Y su cabello se notaba un poco mojado, yendo hacia cualquier dirección.
Mis ojos se clavaron a él inmediatamente, con su tierna sonrisa. Pronto noté las dos bolsas plásticas que llevaba en las manos. Ambas tenían un logo que conocía muy bien, de un restaurante de comida china. Llevaba una tira de su morral colgando por uno de sus anchos hombros.
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SEPTIEMBRE📌
Novela JuvenilCarter Sherman tiene una vida aburrida, un trabajo típico y un compañero de piso al que quiere ocultarle su verdadera orientación sexual. Pero Carter tiene la suerte de que, el primer día de Septiembre, un chico se muda junto a su hogar. El chico al...