Capítulo 16: Sonrisas.

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Sabía que era un poco tarde para despertarme. Había dormido toda la noche, o bueno, desde que me digné a tocar la cama. Eso había sido alrededor de las tres de la madrugada. Oh, pero, lo que había tocado no era la cama, sino el sofá, lo cual me di cuenta cuando al despertarme, me removí un poco y el espacio era tan pequeño, que rodé fuera de los acolchonados cojines y caí de bruces contra el suelo frío.

Pegué un alarido de sorpresa que sonó claramente ahogado. Me levanté del piso confundido. Tenía las piernas envueltas cual panqueque en una manta celeste. En el suelo junto a mí, se encontraba mi hermana, roncando como si fuese a expulsar sus pulmones. No había tomado mucho el día anterior, apenas dos vasos de cerveza y claro, la mitad de lo que sea que Fletcher nos había servido para jugar. Por lo que, a fin de cuentas, no necesitaba quejarme de ninguna resaca ni falta de memoria del día anterior.

Entonces, sólo me tomó dos segundos, recordar lo que había ocurrido la noche anterior.

Después de la charla con Mickey en el baño, algunas palabras de aliento y que se colocara de vuelta las vendas, salimos de allí. Estábamos cansados, somnolientos. Mickey prefirió no irse a su casa y le invité a pasar la noche... había dejado que el chico de ojos azules descansara en mi habitación, en mi cama, por lo que yo había elegido el sofá en la sala de estar. No era la primera vez que dormía allí, claro.

Recordé el abrazo con el rubio, la cercanía en su momento, la calidez de su cuerpo y el perfume de su cuello. Vaya, no creí que tendría tan buena memoria. Sonreí inconscientemente. Su tacto y tenerlo tan cerca, sin duda, había sido una sensación demasiado bonita, a pesar del motivo por el que nos encontrábamos allí...

Me levanté del suelo y fui escaleras arriba. Quería ver si Mickey seguía ahí... Tal vez había vuelto a su casa horas antes, ya que era bastante tarde y pudo haberse despertado temprano. Pero cuando llegué a la puerta de mi habitación y giré el picaporte, me sorprendí al ver su pálido cuerpo envuelto en las sábanas de mi cama. Dormía como un ángel, aunque apuesto a que los ángeles duermen en una posición menos... extravagante. Mickey tenía una pierna y un brazo fuera de la cama, la espalda hacia arriba y la cabeza mirando girando a un costado, sin siquiera tocar la almohada. Sus labios estaban entreabiertos y soltaban jadeos leves y tranquilos. Sus ojos cerrados y su cabello como siempre y capaz peor, hecho un desorden.

Sonreí de nuevo.

Cerré la puerta. Tenía que hacer un gesto por él, algo que subiera sus ánimos o provocara que se fijara en mí. Algo por lo que se sintiera querido. Y, ¿qué mejor que despertarlo con el desayuno hecho?

Bajé rápidamente por las escaleras y fui a la cocina con una ancha sonrisa. Sin duda me había despertado con el pie derecho... Aunque el primero que tocó el suelo al despertar fue mi trasero. Me sentía enérgico y positivamente feliz. A pesar de que la noche anterior había visto a Mickey en uno de sus peores momentos, las consecuencias de un dolor que aún no conocía... Pero no podía ser pesimista respecto a eso. Había confiado sus secretos en mí, sus cortes, sus heridas. Y ahora que sabía eso, podría ayudarle. Y, con ayuda, ¿para qué ser pesimista? Prometí que lo ayudaría, y cortaríamos sus problemas de raíz.

Lo primero que hice fue limpiar un poco la mesada. No podía trabajar con suciedad alrededor. Luego fui en busca de un perfume de ambiente y rocié por la sala y el living también. Amaba esos aromas de ambiente y lo bien que olía nuestra casa después de usarlos. Comencé a hacer panqueques. Sí, lo más cliché que se me había ocurrido. Era una lástima que no supiera las preferencias en comida de Mickey. Al fin y al cabo, sólo lo conocía hacía dos semanas, exactamente ese día domingo.

A mí no me importaba el tiempo, de hecho. Una vez leí sobre una pareja que comenzó a salir desde el segundo día de conocerse. Una vez, una amiga me contó que conoció a un chico y a la semana comenzaron a salir. Una vez, Ryan nos presentó a su novia, con la que llevaba sólo un mes de conocerse.

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