Capítulo 29: Cliché.

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- ¡Mickey!

Una sonrisa automática entonces se expandió por mis labios. No había visto a Mickey desde el día anterior, cuando me fui de su casa luego de una sesión de besos. Por fin, habíamos quedado entre buenos términos. Habíamos aclarado todo, y ambos nos disculpamos por lo que había pasado. Aún podía sentir sus labios sobre los míos y las huellas de mis dedos sobre las marcas de sus muñecas, con la simple mención de su nombre.

Oh, pero entonces, mi vista se alejó del pasillo por el que había desaparecido Fletcher antes de abrir la puerta, y mientras podía oír cómo intercambiaban unos saludos, mis ojos cayeron en la pantalla del televisor frente a mí. Podía ver mi reflejo en él.

Mi cabello era literalmente un desorden, más que nunca. Seguramente se debía al caótico juego de Twister que habíamos jugado hacía unos minutos. Si no fuera porque Fletcher había pasado su pie por mi cabeza reiteradas veces, desordenándolo, probablemente no tendría este problema en aquel momento.

No soy exactamente una persona insegura, pero me gusta verme presentable. Y más para la persona que me gusta. Además, podía sentir mi propio mal aliento cada que hablaba. Horrible. Me paré del sofá de un salto. No podía dejar que Mickey me encontrara así. Me escabullí hacia la escalera en sólo un segundo, sabiendo que ellos continuaban en la puerta.

Subí los peldaños a grandes saltos, y me quedé al final de la escalera espiando hacia la sala de estar por entre los postes de la barandilla.

- Pasa, Carter está justo... – Fletcher llegó a aquella habitación y se quedó mirando el sofá sorprendida y confundida. - ... aquí. – murmuró. Mickey entró justo después de ella. Se veía tan hermoso como siempre, con una remera negra de mangas largas que dejaba al aire sus clavículas en un cuello de corte recto. Usaba sus típicos jeans ajustados. Su cabello estaba revuelto, lo que me provocaba querer hundir mis dedos en él. Frunció el ceño.

Fletcher se dio la vuelta para mirarlo.

- ¿Quieres algo para comer? Carter estará aquí en un rato – dijo, con una sonrisa simpática. Pasó un brazo por sus hombros, lo que Mickey aceptó con una sonrisa. – Vamos, escuché por allí que te gusta la leche – en ese momento el rubio se tornó rojo, pero tuve que contener mi risa para que no me descubrieran. No podía dejar que así fuera, no cuando estaba usando un short deportivo con literalmente tres agujeros cerca de mi trasero y una musculosa blanca que tenía una mancha de café.

Con una silenciosa risita traviesa, continué mi camino a mi habitación tras ver cómo Fletch y Mickey desaparecían tras la pared que separaba la cocina. De vuelta en mi dormitorio, tomé unos pantalones de chándal con un cuadrillé blanco y negro en ellos, una tela fina que me encantaba usar gracias a la comodidad que proporcionaba. Pasé por mi cabeza una camiseta sin mangas de Jimi Hendrix y corrí al baño del segundo piso.

Mojé mis manos para luego pasarlas por mi cabello, y sin mucho éxito, controlar algo de las hebras revueltas y onduladas que habían allí. Claro que, el cabello desordenado puede llegar a ser sexy. Pero, eso es en el caso de personas como Mickey. Le hace ver condenadamente genial En mi caso, se parece más a un vagabundo borracho que cría un nido de pájaros en su cabeza.

Tomé mi cepillo de dientes y proseguí a cepillar toda mi boca con la pasta dental. Cuando finalmente olía a menta y no como si me hubiera tragado un guisado entero de cebolla y pimentón de la abuela, seguí a ponerme un poco de desodorante. Me había bañado esa mañana, pero soy de esos que transpiran mucho. Lo sé, terrible.

Entonces, salí finalmente del cuarto de baño y fui a las escaleras. Bajé los peldaños sigilosamente para encontrarme una sala de estar vacía. Caminé hacia la cocina, y fue ahí donde me encontré a un Mickey de espaldas. Podía notar cómo cruzaba sus brazos sobre su pecho. Sólo estaba parado allí, junto al refrigerador. Fletcher estaba adelante suyo, haciendo algo en la mesada. Estaban conversando sobre Dios sabe qué, cuando Fletcher se interrumpió a sí misma.

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