Capítulo 22: Pantalones.

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El extremo que sostenía rasgó la tela de la manija, sin entrar en ella. Era un trabajo difícil y me había estado robando demasiado tiempo. Simplemente se negaba a entrar.

- Vamos, Carter, ¿qué acaso no sabes meterla? – gruñó Fletcher mientras estiraba la lona frente a mí.

Habíamos estado una hora intentando armar las tiendas. Noah y Kiara, increíblemente, habían logrado armar las suyas y la de las chicas en sólo unos minutos. Claro, ellos eran los ejemplares de la perfección, los típicos chicos que todo lo que hacen, les sale bien. Yo, en cambio, luchaba con el palo curveado que debía entrelazar entre las manijas que tenía por fuera la lona. Servía como un sostén.

Ante el comentario de Fletch, no pude evitar lanzar una carcajada al aire mientras echaba mi cabeza hacia atrás. Volví a intentar pasar el extremo por debajo de la manija de lona, pero al ser firme y sin flexibilidad, no era nada fácil. Volvió a rasgar por fuera de la manija, sin entrar.

- Obvio que sé, soy top – le respondí a mi hermana mientras intentaba hacer una pose de diva, aunque era difícil si debía sostener el extremo. Si casualmente resbalaba de mis manos y lo soltaba, se caería y perderíamos el poco progreso al que habíamos llegado.

Pude ver del otro lado de la tela de la tienda a Fletcher haciendo una media sonrisa.

- Sólo eres top porque tu culo es demasiado feo para ser un muerde-almohada – atacó. Fingí una exclamación de indignación muy exagerada mientras ella reía un poco. Aunque finalmente hice una mueca y subí mis cejas.

- Touché – Finalmente pude lograr mi objetivo con el mástil curvado y la lona de la tienda. Pronto llegué al otro lado y tomé dos pasos de distancia para observar la lona del techo parada sobre el suelo, en la forma de un domo pequeño. La puerta estaba entre abierta por una cremallera gruesa y dentro había un pequeño suelo hecho de tela.

Sonreí, feliz porque finalmente había terminado. Inflaría las colchonetas más tarde. Con eso en mente, me giré y antes de que pueda hacer algo más, Fletch llamó mi atención con un gruñido.

- Nunca más te ayudo a armar tu tienda – hizo una mueca de molestia mientras yo lanzaba una pequeña risa al aire.

- ¿Y por qué lo hiciste, eh? Nunca te resistes a ayudar al pobre Carter – digo con una media sonrisa, sabiendo que estoy en lo correcto. Fletcher chasquea su lengua antes de mirarme con cejas arriba.

- No lo hice por ti, lo hice por Mickey – se excusó. Alcé mis manos, dando por clara mi rendición. Ella sonrió victoriosa. Claro que compartiría tienda con Mickey, así como Noah lo haría con su novia y Chloe, Fletch y Brune estaban en la otra. Estas últimas dos no disfrutaban de la idea, ya que la compañía de Chloe no les era para nada grata. Les pedí que se tranquilizaran, que era sólo por una noche. Juraron no cortar todo su cabello mientras dormía, o dejarla con su colchoneta flotando sobre el agua en el medio del lago. Ojalá y cumplan sus promesas.

Kiara y Chloe parecían ser muy amigas. Luego de que ésta primera terminara de arreglar las tiendas junto a Noah, se acomodaron sobre el césped a la orilla del lago desde donde se las veía charlando animadamente. Noah estaba yendo hacia todos lados, preparando el lugar donde prendería la fogata. Más allá, también junto al lago, se encontraba Brune aún con su beanie sobre su cabello rosa y Mickey junto a ella. También charlaban animadamente.

Aquella tarde, hacía sólo un par de horas, cuando observé al rubio alejándose, creí que estaba molesto. Me había dedicado a empezar con mi tienda, pero cuando Mickey apareció saliendo de los baños me dedicó una sonrisa amistosa y se ofreció para ayudarme. Me sentí aliviado, aunque me negué, alegando que no era necesario. Desde aquel momento, se los había visto bastante entretenidos con Brune en una conversación animada. Quería unírmeles y oír un poco de aquella risa de niño púbero que extrañamente me encantaba. Aunque, por otro lado, disfrutaba verle feliz aunque no sea conmigo. Eso significaba que de hecho sonreía aunque yo no estuviera allí. Por lo menos sabía que, si yo no alcanzaba a estar a su lado, alguien más podría hacerlo.

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