27/09 – Sábado.
Despertarse con un Mickey dormido a un lado, su cabello más desordenado que nunca, sus lindas pestañas largas tocando sus pómulos, sus bonitos labios entreabiertos dejando salir suspiros y su cuerpo subiendo y bajando lentamente bajo las mantas, debía ser considerada la octava maravilla del mundo. La calidez dentro de la cama era perfecta y nunca me había sentido tan cómodo en mi vida. Claro, había estado usando a Mickey como almohada durante toda la noche.
Sin duda, había dormido muy bien. Y aquella mañana, cuando me desperté, sabía que ese día sería mejor que el anterior aún. Me mantenía positivo ante todo lo que pasaba por mi mente la noche anterior. Estaba dispuesto a hacer que todo cambiara para Mickey, y que por fin pudiera disfrutar de la linda vida que tenía. O, más bien, que ambos pudiéramos disfrutarla. Juntos... tal vez.
Mis ojos se habían abierto esa mañana para toparme con la camiseta de Led Zeppelin arrugándose bajo mi mano y mi mejilla izquierda. Levanté mi cabeza lentamente, y me alejé un poco para acostarla sobre la almohada. De allí, tenía una mejor vista de Mickey. Diablos, quizás tenía una obsesión con mirarle dormir. Tal vez es una especie de filia o algo así. Literalmente que los momentos más hermosos que he pasado con él, es cuando está dormido. Y es que no se necesita más que observarle para que el momento se vuelva el mejor de tu día.
Y mierda que sabía lo empalagoso que estaba siendo. Juro por Dios que nunca antes he sido así. Por supuesto, que con mis parejas anteriores, siempre había demostrado mi afecto, pero no tanto. Simplemente, Mickey me hacía sentir tan ridículamente cursi en todos los sentidos. Tal vez su forma de ser influía también en mi comportamiento con él. No lo sabía.
Ah, esperen. ¿Acabo de comparar a Mickey con mis anteriores parejas? Por Dios, Carter. ¡Ni siquiera estamos en algo aún! Bueno, no oficialmente. Pero lo tomaré como un sí. Ni siquiera quiero pensar en Mickey alejándose al encontrar a alguien más. Sin embargo, sé que las cosas estarían yendo muy rápido si digo algo. Podría, simplemente, esperar un poco más.
Estaba absorto en mis pensamientos, pero caí en la realidad cuando vi los párpados de Mickey moviéndose, y lentamente comenzó a abrir sus lindos ojitos. Aquel azul me miró rápidamente, a través del evidente sueño en su mirada.
Sonreí inconscientemente hacia él, lo cual provocó que él también sonriera con los labios cerrados. Sus hoyuelos se marcaron. La forma en la que sus ojos se estrecharon porque recién se despertaba, me pareció adorable.
- Buen día – dije, aún con una sonrisa en mi rostro. Mickey se inclinó un poco hacia mí, y comprendiendo sus intenciones, me alejé rápidamente hundiendo mi cabeza en la almohada. Llevé una mano a tapar mis labios y hablé entre mis dedos – Wow, nada de besos. Acabo de despertar y mi aliento debe ser horrible.
Mickey se había alejado y volvió su cabeza a la almohada, riendo por lo que había dicho. Todo su cuerpo estaba recostado sobre su espalda, pero su rostro estaba enfrentándome con una mejilla sobre el almohadón.
- Entonces, ¿puedo darte un beso en otra parte? – su voz sonó ronca. No estaba muy seguro de qué responder a su pregunta, y el calor invadió mi rostro y... algo más abajo también. Sin embargo, recordé lo inocente que Mickey era, y rápidamente reí.
- No vuelvas a decir eso, por favor – dije mientras continuaba riendo sutilmente. Giré sobre mi espalda y me apoyé sobre mi codo para inclinarme sobre Mickey y depositar un suave beso sobre su frente. Me separé, aún viéndolo desde arriba y con una sonrisa estirando mis labios.
- ¿Por qué no? – preguntó, frunciendo el ceño.
- Porque tengo la mente demasiado sucia, ¿de acuerdo? – Mickey juntó aún más las cejas por unos segundos, hasta que de pronto las separó y echó una carcajada, meneando la cabeza de lado a lado.
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SEPTIEMBRE📌
Novela JuvenilCarter Sherman tiene una vida aburrida, un trabajo típico y un compañero de piso al que quiere ocultarle su verdadera orientación sexual. Pero Carter tiene la suerte de que, el primer día de Septiembre, un chico se muda junto a su hogar. El chico al...