Capítulo 33: Green Day.

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- Hola, ¿está Mickey allí? – pregunté la primera vez. Marie me había mirado con una sonrisa triste, y alegó que Mickey se sentía muy cansado y que no quería ver a nadie. Eso me había dolido, aunque obviamente sabía que tenía razones para evitarme. Me había despedido de Marie sin protestar, y volví a casa a regañadientes. Pero no me mantuve allí por más de dos horas.

- Hola, de nuevo – risilla nerviosa - ¿Está Mickey? – de nuevo esa sonrisa triste que Marie me dio. Esa fue la segunda vez que me pasé por la casa de los Borjack, esperando recibir una buena noticia. Sin embargo, esta vez Marie me dijo que Mickey estaba dormido. Me invitó a pasar, pero me negué, sabiendo que no había forma de conseguir que Mickey me aceptara de nuevo.

La tercera vez ya era de tarde. El sol ya se había escondido y el cielo comenzaba a oscurecer lentamente. Llegué al porsche de aquella casa rascándome la nuca, intentando tragar el enorme nudo que tenía en la garganta. Así había estado desde la mañana, y no le había llorado aún. Aunque, sabía que aquella era la única solución para deshacerse de esa incomodidad, pero no lo hice.

- Hola, yo... – pero mi voz se detuvo a medio camino esta vez, porque del otro lado del umbral, estaba Gordon recibiéndome. Me puse nervioso inmediatamente. Sabía que la culpa no era suya por la discusión que había tenido con Mickey, y reconocía que la culpa era completamente mía. Sin embargo, verle de nuevo, me recordaba a la primera vez que lo vi y charlé con él. ¿Qué tal si nunca lo hubiera hecho? Probablemente me hubiera ahorrado una pelea sin sentido con Mickey y él se hubiera ahorrado aquella lágrima que cayó por su mejilla.

Gordon tenía una enorme e indiferente sonrisa. Le pregunté por Mickey, y no dijo más que un "debe estar ocupado", junto a una sacudida de mano para restarle importancia. Entonces, me invitó a pasar y a tomar una taza de té, o leche recordando lo que yo había pedido la última vez, pero simplemente escuchar eso me hacía pensar en Mickey y pensar en Mickey me hacía querer llorar.

Claro que, además de eso, no tenía ni la más mínima intención de charlar con el hombre. No quería ni verlo. Hacerlo significaba arrepentirme aún más por todo lo que había pasado, haciendo que mi cabeza volara por todas las mil y una razones que me decían que había hecho todo mal.

Tras ese tercer intento fallido, volví a casa cabizbajo y con mi corazón encogiéndose dentro de mi pecho. Incluso había comenzado a llover de nuevo afuera, y eso sólo me hacía pensar en el Mickey húmedo y mojado que había llegado a por mí el día anterior. Claro que eso no volvería a pasar, pero demonios que rezaba por volver a revivirlo.

Bueno, si intentaba ser positivo, podía pensar que Mickey en algún momento debía aparecer para devolverme mi camiseta de Led Zeppelin y mis pantalones de chándal, ¿no?

Pensar en "ser positivo" era lo último que pasaba por mi cabeza, realmente. No tenía nada para ser positivo. ¿Pensar en el pasado? Eso sólo agrandaba el nudo en mi garganta. Pensar en sus besos, sus caricias, y la reconfortante cercanía que habíamos compartido esa mañana sólo unos segundos antes de que todo se fuera a la divina mierda.

Aunque, si no me arrepentía para nada de todo por lo que había pasado junto a Mickey antes de hoy era ser positivo, quizás sí lo era. No podría nunca arrepentirme del cosquilleo que ese chico había dejado en mis labios para siempre. Como una marca, una hermosa marca. Pero también una herida.

Pues dolía pensar en que quizás no volvería a sentir eso de nuevo. Y quizás estaba siendo demasiado dramático, o quizás no me importaba demasiado. Sin embargo, me sentía mal y triste, y no hacía falta un argumento entero para explicar el por qué. De pronto no había razón para no estarlo, ni para esperar que todo mejorara en un futuro no muy lejano.

Simplemente estaba mal. Y mi cabeza no era exactamente la voz positiva en toda esta situación.

Me dejé caer sobre mi cama. Me gustaría decir que olía al hermoso perfume de Mickey, o que aún quedaban restos de su esencia por la noche anterior. Pero me dolía saber que en realidad no era así. No quedaba nada de él allí. Ni siquiera podía recordar cómo se había sentido besar sus labios aquella mañana. Se había ido sin dejar muchas marcas. Y eso dolía.

Lo único que quedaba era el desastre de basura en el suelo que habíamos dejado la noche anterior, del cual simplemente no encontré las ganas de limpiar. Y eso era extraño, porque amaba ver las cosas ordenadas y limpias. Sin embargo, había pasado de esos detalles por concentrarme en todas las emociones devastadoras que estaba sintiendo mi organismo.

Y no, aunque tanto lo deseara, las cajas viejas y vacías de la comida china tampoco olían a Mickey.

Por mucho tiempo durante aquel día me había quedado observando fijamente hacia la ventana del rubio, esperanzado de ver por lo menos su silueta. Pero estaba completamente tapada. Una cortina negra cubría todo el vidrio desde su lado, y parecía una barrera que sólo afirmaba la distancia que se creó entre nosotros.

No tenía nada que hacer, más que contemplar el techo y de vez en cuando echarle un vistazo a la ventana. Sin embargo, luego de una hora de la última vez que me presenté en la puerta de entrada de su casa, comencé a escuchar una melodía conocida proveniente de aquella habitación.

No tardé en reconocer el principio de When september ends por Green day. Esa era una de mis bandas favoritas también, sin duda.

Summer has come and passed

The innocent can never last

Wake me up when September ends

De alguna increíble forma, las canciones que Mickey ponía en su reproductora de música siempre llegaban a mi corazón. Y no podía evitar sentirme ligeramente identificado con esta última.

Here comes the rain again

Falling from the stars

Drenched in my pain again

Becoming who we are

Pensé en la lluvia cayendo afuera, y debido a que ya era de noche, parecía que las estrellas eran quienes llovían. Cerré mis ojos, concentrándome en la canción que peleaba por ser oída a través del ruido de la lluvia y el chapoteo en mi ventana. De todas formas, terminaba sonando como una melodía ahogada. Aquello sólo me hacía pensar en lo ahogado que yo mismo me sentía, con el dolor en mi pecho y el nudo en mi garganta.

As my memory rests

But never forgets what I lost

Wake me up when September ends

Aquella segunda línea había abierto una gran preocupación en mí. ¿De verdad estaba perdiendo a Mickey? ¿Acaso terminaría todo aquí? Diablos, Dios sabía cuánto quería que este no fuera el final. Mi vida estaría deshecha si ya no tenía aquella emoción que portaba ojos azules y el nombre de Michael.

No había forma de ser positivo ante eso. La posibilidad de que Mickey se alejara de mí existía, y era grande. Muy grande. Pero yo sólo quería volver a verlo, pedirle perdón por todo lo que había hecho y besarlo, tocarlo, pero más que nada, ayudarlo a que fuera feliz.

Si es que aún podía.

Corto, disfruten xx

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