Capítulo 2: Papá.

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02/09 - Martes

Al día siguiente salí a correr. Una buena forma de comenzar la tarde del segundo día del mes. Había tomado el camino entre los árboles. El sector de la ciudad donde vivía estaba rodeado de un bosque hermoso, igual al de mi niñez. Siempre se oía el agua de un arroyo cercano y los pájaros. Aunque al ser tarde, no eran demasiados los que se podían distinguir.

En mis audífonos sonaba Run de Gnarls Barkley. Amaba escuchar ese tema mientras corría, me ponía entusiasta y más enérgico de lo que ya era. Subía mis ganas. Mechones de mi enrulado cabello se pegaban en el sudor de mis sienes y mi frente.

Había trotado ya por mucho tiempo, hasta que decidí parar en una pequeña laguna donde se acumulaba un poco del agua del arroyo. Me senté frente a ella y detuve la música para concentrarme en el sonido natural del ambiente. Ese lugar me hacía recordar a las películas de drama y romance. Amaba la actuación. Apenas terminé la preparatoria, supe que era tiempo de emprender el largo camino hacia mis sueños. Comencé a presentarme en audiciones y entrevistas, aunque ninguna había dado un resultado aun. Pero, ¡oigan! ¿Por qué perder las esperanzas? Nunca renunciaría a mi sueño, y eso lo tenía claro. Así que llegaría a actuar, quizás en una película musical, aunque tuviese que apuntarle al director en la cabeza con un arma.

Mientras y para recaudar dinero, trabajaba en una cafetería local. Me daba lo suficiente para ayudar a Noah con los gastos generales de la casa y para mis propias necesidades. Casi nunca llegaba a poder ahorrar algo, pero hacía lo que podía. A veces, tomaba horas extra, porque se me hacía difícil aceptar vivir en la casa de Noah sin ayudarlo con el cincuenta por ciento. Él me había intentado calmar respecto a aquello, que él tenía suficiente que sus padres le daban, que no me preocupase, pero yo me negaba. No era una persona dependiente.

Decidí volver trotando a casa. No era muy atlético que digamos, pero me gustaba mantenerme saludable. Al llegar, fui a la cocina por agua fría, pero la suciedad en la encimera me descolocó y algo molesto, comencé a limpiarlo todo. Luego me dispuse a tomar mi agua y comer un sándwich que había encontrado en la heladera.

- ¡Mud! - Oí a Fletcher gritar mientras se acercaba a la cocina. Cuando llegó parecía sacada de una película de terror a causa de su pelo hecho un desastre. Siempre era así. A pesar de ello, Fletcher era bastante guapa según los chicos de su edad, cejas gruesas, ojos grandes y nariz respingada. Destacaba su surco nasal muy delineado. Eran las buenas herencias, claro. A causa de ello, cuando apenas la presenté a Noah, él se había embobado. Maldito Noah y sus preferencias sexuales que no concuerdan con las mías.

Cuando llegó grité exageradamente y ella me miró extrañada.

- ¡Tienes un monstruo en tu cabeza! - fingí y ella rodó los ojos.

- Ya me voy. Papá no ha dejado de llamarme - dice con su característica voz ronca. Yo asiento y sigo con mi agua. Ella se da media vuelta pero no termina de salir de la cocina que se gira de nuevo hacia mí y agrega - por cierto, ¿quién es ese lindo chico que vive al lado?

La miro confundido. Luego recuerdo... Mickey. Su cabello rubio, sus ojos hermosamente azules.

- Es el hijo de la señora que nos devolvió a Muyu - le explico. Y luego susurro, para que Noah no escuche - Es muy lindo - ella sonríe.

- ¿Cómo se llama? - también susurra.

- Michael - le respondo y tomo de mi vaso. Pero trago rápidamente y agrego - Es muy tímido, se le nota - Fletcher sonríe.

- Yo me ofrezco a quitarle la timidez - dice y hace un baile extraño con sus cejas. Se da media vuelta y se aleja de la cocina.

- ¡La próxima vez que vengas deja lo pervertida en tu casa, jovencita! - le grito para que me escuche. La oigo abrir la puerta principal.

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