Capítulo 39: Roto.

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30/09 - Martes.

Lancé mi brazo a tapar mis ojos. Un toque suave acariciaba mi brazo, de arriba abajo. El nudo aún ardía y bloqueaba mi garganta, haciéndome jadear. Pequeños suspiros abandonaban mis labios ocasionalmente.

Me sentía genuinamente roto. Como nunca me había sentido. Estaba bastante seguro de las líneas húmedas que surcaban mis mejillas, por las cuales anteriormente habían caído gruesas lágrimas. Todo en lo que podía pensar era en lo que estaba perdiendo. Volver a mi vida ordinaria y aburrida como lo era antes de conocer a Mickey no era una opción para nada atractiva en aquel entonces. Sólo quería ver al rubio y que me abrazara. Dios, me sentía como un pequeño bebé desamparado.

Si podía pensarlo, nunca me había pasado esto antes. Con nadie. Aunque sí podría haberme sentido mal por frustración o desilusiones, pero nunca había llorado por sentir que perdía a alguien tan importante en mi corazón. Porque sí, él ocupaba una gran parte en él. Y mis latidos lo extrañaban tanto.

Todo había comenzado con una simple atracción, inevitable ante mis ojos. Sin embargo, todo había cambiado. Las cosas subieron de nivel, los sentimientos se volvieron mucho más apasionados. Y aquellos mismos sentimientos eran los que me sentían sollozando sobre el sofá en el living de mi hogar.

Me había enamorado de Mickey. Estaba loco por él. Estaba pensándole todo el día. Estaba llorándole, porque estaba perdiéndolo. ¿Acaso me afectaría tanto si no tuviera mis respectivos sentimientos hacia él? Diablos, lo quería. Y eso era innegable. Lo quería mucho y lo quería a mi lado, pero eso no podía ser así.

Y no tenía las fuerzas para hacer algo más que dejarme caer sobre el sofá. Ni siquiera sabía si podría hacer algo después de todo. Mi positivismo sabría Dios dónde había quedado, dejándome completamente vulnerable a la situación. No quería intentar nada, porque sabía que fallaría. No sabía si Mickey estaría odiándome, o simplemente me quería oficialmente fuera de su vida. En todos los casos, los resultados dolían.

Aquel día no había hecho más que contener las lágrimas por la mañana. No había bajado a desayunar, y lo único que tenía en mi estómago era la cena del día anterior que únicamente probé algunas cucharadas para intentar ahogar el nudo en mi garganta.

Finalmente, en algún momento, Fletcher entró y de alguna forma terminé siendo arrastrado por ella hasta el living, siendo forzado a hablar. Increíblemente, las palabras se soltaron por mis labios. Le conté todo. Fue ahí cuando ya no pude retener algunas lágrimas, pensando en que me sentía roto. Como un pequeño niño tras su primer amor alejándose de él mismo.

Fletcher acariciaba mis brazos al descubierto. Hacía un rato había dejado de llorar, y sólo estaba allí, dudando si quedara un poco más de aquella agua salada en mis ojos. Después de toda la que había derramado los últimos días, creía que no podía ser así. Aunque, el ardor atascado en el medio de mi garganta, de alguna forma me decía lo contrario.

Mi hermana estaba sentada junto a mí, y aunque aún me sentía mal, su compañía me hacía sentir libre de soltar cualquier sollozo que subiera por mi garganta.

- Carter, toma - Aparté el brazo de mi vista, dejándolo caer a mi lado sobre los cojines afelpados del sofá. Noah llegó de la cocina, con una taza humeante entre sus manos. Se situó junto al sofá con cuidado, observándome con preocupación en sus ojos.

Me incorporé, sentándome con las piernas cruzadas bajo mi cuerpo. Fletcher se separó apenas para otorgarme lugar. Noah me tendió aquella taza que olía a café, y al agarrarla sentí la calidez en las palmas de mis manos. Lamentablemente, aquella calidez no llegaba a mi corazón.

Noah se sentó en el sillón de enfrente, aun guardando su distancia. Pude sentir cómo la mano de Fletcher volvía hacia mí, acariciando mi espalda de arriba abajo con sus dedos, por encima de la remera que llevaba puesta. Mientras, tomé un largo sorbo del café, sintiendo el líquido calentar mi boca. El vapor llegaba a mis ojos cuando la taza se acercaba a mis labios, haciendo que se sintieran más secos de lo que ya estaban.

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