Capítulo 11: Compañía.

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¿Alguna vez sintieron la verdadera curiosidad?

¿Alguna vez sintieron algo de empatía?

¿Alguna vez conocieron lo que la palabra "importar" significa?

Y es que no hacen falta años de amistad, o un querer enorme, o una relación que nos una. De alguna forma, aquel chico que conocía hacía apenas una semana y unos días, me había provocado verdadera curiosidad, total empatía por todo lo que estuviera pasando e increíblemente él me importaba bastante. Y no, no lo conocía hace mucho, no había experimentado un "amar" con él, y tampoco había relación que nos uniese.

Él era mi simple vecino adolescente y yo un simple adulto carente de personas como él en mi vida. No había forma de negarlo, él había pisado en mi vida de forma diferente... Tal vez por su forma de ser, o sus hermosos ojos eternamente cansados. Y así fue como Mickey captó mi atención. Con aquellas expresiones que podrían estar gritando un sufrimiento silencioso.

Hasta me volvía un poeta por él.

Mickey me importaba. Y quería verlo, verlo de frente, hablar con él. No quería que se molestase por la escena que acababa de ver segundos atrás. Aunque quizás se equivocaba sobre su padre y no comprendía aún que él era una buena persona, Mickey no merecía preocuparse por tal cosa como la de ver a un amigo simpatizando con tu padre. Tal vez en mi mente, aquella rabieta que el rubio había tenido al vernos no tenía mucho sentido, pero ¿quién sabe? Debía tener todo el sentido para él.

Y la conversación en la sala de estar continuaba normal. Ya ni siquiera sabía de qué estaban hablando. Sólo me concentraba en mis pensamientos y en la leche de mi taza, que cada vez que la veía provocaba una ráfaga de recuerdos sobre aquella noche en el patio trasero de esa casa. Nuestra amistad había empezado con compartir leche en un vaso... por más ridículo que aquello suene. Quizás, podría reanimarlo con compartirle un poco de eso en ese entonces.

- ¡Oh, sí! Me encanta Picasso – escuché a Fletcher decir. Ella tenía una debilidad por las pinturas. Entonces comprendí que de eso hablaban, hasta que en un momento Gordon llamó la atención.

- Tenemos una bonita copia en uno de los cuartos, podríamos mostrársela, ¿quieren verla? – ofreció, señalando con el dedo en dirección a una puerta que se veía en una de las paredes del Living.

Fletcher asintió y se levantó del sofá, al igual que las otras dos personas que nos acompañaban. Lo de daba vueltas a mi leche hasta que algo se me ocurrió.

- Mud, ¿no vienes? – inquirió Fletch. Se habían detenido a verme, pero mis planes no incluían una pintura de Picasso y charlas que no escucharía por parte de aquellas tres personas frente a mí.

Así que meneé la cabeza.

- Creo que me quedaré aquí terminando mi taza de leche – forcé una sonrisa. Ellos asintieron antes de desaparecer por la puerta señalada con una sonrisa en el rostro. Sus voces aún se oían, hablando en examinación sobre el arte del pintor y el cuadro que supuse estarían observando.

Me levanté del sofá. No sabía cómo me recibiría con esto, pero no perdía nada con arriesgarme. Me dirigí a las escaleras y comencé a subirlas. Habían tres puertas en aquel pasillo en el segundo piso. La primera a la derecha fue a la que llamé antes. No oí nada, por lo que la abrí, encontrándome con un simple cuarto de baño.

Genial.

Fui a la segunda puerta, y cuando llamé, una voz grave contestó desde el otro lado.

- ¿Qué? – no tardé en reconocer la voz de Mickey, con su sexy acento australiano. Tomé el picaporte y lo giré lentamente, sin pensar en lo que podría encontrarme detrás.

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