Capítulo 23: Malvaviscos.

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Decidí dejar de lado mis pensamientos. Una noche de diversión, tranquilidad, energía y positivismo. Eso necesitaba. Probablemente, todos los hacían. Sólo disfrutar y olvidarse de todos los problemas. Divertirse sin importar qué.

Esa era la primera ley en mi vida. Y lo había sido todo ese tiempo, hasta que, de pronto, sin siquiera saberlo, lo había perdido.

¡Pero nada importaba! Pues aquella noche sería como debía. Sería nuevamente, yo.

En eso pensaba mientras me dejaba caer sobre una colchoneta, con una exclamación de alivio seguido de una risilla al ver que la colchoneta inflable no estaba sola, sino que Fletcher estaba pegaba al conducto de aire y soplaba fuertemente dentro, hasta que caí encima y el aire dejó de entrar, para darle de lleno contra su propia boca. Pude ver que se infló como un globo antes de separarse con la lengua afuera y soltando todo el aire.

- ¡Me hiperventilaste! – se quejó sin aliento mirándome con odio. Sólo pude reír, junto a otras risas que se oyeron en el círculo que habíamos armado alrededor de la fogata.

Ésta se encontraba en el centro de la unión de las tres carpas, aunque estas estaban apenas alejadas del fuego crispante. Nos encontrábamos los siete disfrutando del calor que nos brindaba, sentados en una ronda alrededor.

Yo tenía a Noah a mi izquierda y Fletcher a mi derecha, quien se negaba a reposar el trasero sobre el suelo, alegando que sus músculos dolían si no estaba sobre algo cómodo. Por lo que comenzó a inflar su colchoneta con sus propios pulmones, actividad de la que se resignó después para bufar y volver la colchoneta a su tienda.

Del otro lado de Noah, estaba Kiara, luego Chloe, Brune y finalmente Mickey, a la derecha de Fletcher. Aunque había espacio entre nosotros. Anteriormente, habíamos comido unos sándwiches de queso tostados que Brune había traído de casa. Tras eso, comenzamos a tostar malvaviscos en palos típicamente como en cualquier campamento. Yo lo acompañaba con una lata de cerveza. Era la única que bebería, claro. Noah, Fletch y Chloe también lo hacían.

Mezclar cerveza con malvaviscos quizás no era la mejor de las combinaciones, pero me daba igual.

Sostenía el mío con una mano sobre el fuego. Con la otra, bebía ocasionalmente de mi lata de alcohol. Debía tener cuidado de alejarla lo suficiente de la fogata, para no cometer un suicidio.

- Me encantaría ser un hombre – saltó Brune, de pronto, mientras acercaba su malvavisco a su rostro y lo examinaba atentamente y con ojos grandes, interrumpiendo la conversación que habíamos establecido anteriormente, sobre banalidades de nuestras vidas y día a día-s.

- ¿Qué...? – Mickey habló, mirándola extrañado y con el ceño fruncido. Fletcher soltó una corta carcajada al cielo.

- Déjala. Es rara – explicó. Mickey subió su mirada a ella, aún con las cejas juntas. Supongo que a nosotros no nos sorprendían los comentarios ocasionalmente raros de nuestra pequeña hermana, al ya habernos acostumbrado.

Mickey se encogió de hombros y decidió dejarlo pasar, pero Brune volvió a hablar.

- Hoy en día hay transgéneros por todo el mundo – su comentario me tensó un poco y esta vez no pude encontrarle un sentido a reírme. Fletcher tampoco lo hizo. De hecho, todos la observamos un poco más confundidos que antes, sin saber cómo interpretar aquello. Sin embargo, Brune parecía hablar en serio, sus ojos fijos en su malvavisco.

- Bueno – fue Mickey quién habló. – No es un sueño imposible – en aquel momento, cuando Brune alzó su vista al rubio y éste le regaló una cálida sonrisa, algo revoloteó dentro de mi estómago. Dando por asegurado que, esta vez, había elegido correctamente de quién querer a mi lado.

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