Capítulo 26: Lejanía.

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24/09 – Miércoles.

Honestamente, aquel había sido el día más aburrido de mi vida entera. Tomar pedidos, entregar pedidos, registrar el dinero, contar las sumas. En casa, comer, ducharme, dormir, y comer aún más. La comida era una buena forma de ahogar las penas, o de ahogar las mariposas en el estómago que sentía cada vez que recordaba lo que había pasado aquel fin de semana. O, adormecer esa extraña sensación cosquilleante en mis labios, por consecuencia de los recuerdos.

Sabía que era muy raro que alguien de hecho hubiera logrado alterarme tanto. Pero Mickey lo había logrado, y no había necesitado más que un simple beso. ¿Estaré mal por creer que aquel fue el mejor beso de mi vida? Vale, quizás exagero. Mi mente era un caos increíble, por lo que no podía estar seguro si aquellos pensamientos eran una exageración o la cruda verdad.

Tal vez, la primera opción, era la más conveniente. Que aquel beso significara tanto para mí era un error, un terrible y grande error, ya que Mickey no me había dirigido la palabra después de ello y no parecía tener las intenciones de hacerlo. En el trayecto de vuelta a casa, cuando la van ya estaba en condiciones nuevamente para seguir, ni siquiera me había dirigido una mirada. Al contrario de mí, que no había dejado de mirarle hasta que eventualmente me rendí ante su indiferencia y opté por mirar por la ventanilla.

Claro que los árboles que rodeaban la carretera no eran ni por poco más interesantes que la belleza rubia y de ojos azules que tenía al otro lado. Sin embargo, no quería ser tan obvio ante mi constante comportamiento acosador. Debía calmarme si no quería terminar de asustarlo y ahuyentarle lejos de mi vida.

Aunque, hablando de miedos y las inseguridades que vienen consigo, me sentía aliviado porque sabía que Mickey no me había juzgado. Tampoco le había dicho textualmente "Soy gay", pero supongo, lo habría notado. Además, la historia que contó... Era obvio que podría aceptarlo sin problemas. Y, no sólo eso. Conocer aquella historia sobre la niñez de Mickey me había dado la esperanza para saber que llamar su atención no era una misión imposible.

Claro que, aquellas esperanzas de una relación próxima con Mickey se esfumaron apenas hizo exactamente lo que, con voz ronca y sin aliento, le había rogado milésimas de segundos atrás. "No te alejes", y fue eso lo primero que hizo. Las horas que pasamos dentro de ese coche, prácticamente juntos pero tan separados por su maldita indiferencia. Dolía tanto que Mickey fuera así.

Tras el viaje y haber llegado a casa, bajé mis cosas y había caminado hasta la sala de estar para dejarlas por allí. Por mi infortunio, cuando regresé buscando a Mickey para conversar y aclarar las cosas, él ya se había ido.

Me sentía muy inseguro tras todo lo que había pasado. Las palabras de Mickey, sus labios, su cercanía, y su lejanía. Quería mantenerme positivo, pensar en lo bonito que había sido el beso y lo emocionantes que fueron sus palabras justo antes. Sin embargo, no podía evitar terminar pensando con los pies en la tierra: la forma en la que se alejó, y me dio la espalda, caminando lejos de mí. Había creado una lejanía en sólo cinco horas de viaje.

Ese miércoles, había ido a Gigi's Pizza a cumplir con mi horario laboral. Y a ese punto, no estaba esperando ver a Mickey llegando como lo había hecho otras veces. No lo había visto desde el domingo, y estaba seguro de que, si lo hacía, él me ignoraría o algo por el estilo. Sabía que no podía estar enojado ni molesto, pues no había razón para estarlo. Tal vez, sólo estaba confundido. Tal vez, sólo necesitaba tiempo.

Llevé una pizza sobre su bandeja hasta la mesa seis, llevándola sobre mi hombro. La deposité en la superficie una vez que llegué, cuidando de que no se me cayera.

- Muchas gracias – dijo uno de los chicos que estaban sentados allí, mirándome con una sonrisa coqueta. Tenía el cabello negro y una sonrisa grande y brillantemente blanca. Le di una leve sonrisa antes de darme la vuelta y para volver a la recepción. Pero algo me detuvo - ¿Cuál es tu nombre?

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