Capítulo 8

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PROTECCIÓN

El molestoso sonido de la trompeta llegó hasta sus oídos. Creyó estar ya acostumbrado a él, pues los días anteriores no le molestaba para nada, pero justamente en ese momento quiso tener un control remoto capaz de mutear ese ruido.

Se removió un poco en la cama, pero se extrañó demasiado al sentir que su mano rozaba con algo muy suave. ¿Una manta? Imposible, él no tenía sábanas tan suaves.

Así que no le quedó de otra más que abrir sus ojos.

Se confundió demasiado al observar a su alrededor, esta definitivamente no era la habitación donde pernoctaba con los demás reclutas.

¿Lo habían secuestrado?

Ese solo pensamiento hizo que se alertara. Aunque, el notar por el rabillo del ojo un leve movimiento a su lado, hizo que girase su cabeza.

En ese momento, Steve tenía muchas sensaciones revueltas, estaba confundido, sorprendido, alertado, y encantado.

Pues sus ojos se posaron en Howard, quien estaba durmiendo con las manos apoyadas entre una de sus orejas y el sillón en el que estaba muy acurrucado. Tenía su boca semiabierta, respirando tranquilamente.

Sonrió por aquella preciosa escena.

Un momento, ¿Qué hacía él durmiendo en la cama de Howard?

Tuvo miedo de la respuesta a esa pregunta.

—Howard —le llamó.

Aquel hombre parecía no haberlo escuchado, pues seguía profundamente dormido.

Steve se levantó con cuidado de la cama, dirigiéndose hacia el sofá.

—Howard —repitió.

Y al no ver reacción por parte del otro, se vio obligado a removerle suavemente el brazo.

—Vamos Stark, despierta.

Howard comenzó a despertarse, y a sentarse en el sillón.

—Mmmph. —Se frotó un ojo con su puño cerrado— ¿Cómo es que sigues aquí? —Bostezó—.

Steve arrugó el entrecejo.

—Ni siquiera sé por qué estoy aquí.

Y, al escuchar esa voz, Howard enfocó mejor su vista en la persona que tenía delante, dándose cuenta que no era alguna chica con la que se acostó la noche anterior, era Steve.

Los recuerdos llegaron a él rápidamente.

—Steve —le dijo—, lo siento. ¿Cómo dormiste?

—Pues bien, supongo. ¿Qué pasó?

—Ayer te quedaste dormido en mis piernas, y yo también me dormí. Cuando desperté eran casi las once, no quería despertarte, y no podía dejarte en la zona donde todos los reclutas duermen, sería muy sospechoso, así que te cargué hasta acá recosté.

Steve se sentó en la cama y procesó, más rápido de lo que le hubiese gustado, esa información.

—¿Y crees que haber estado toda la noche fuera no será sospechoso?

—Cualquier excusa será más creíble si pasas toda la noche fuera a solo la mitad.

Howard se levantó del sofá y se estiró un poco, haciendo tronar su columna.

—¿Estás bien?

—Si, estoy bien, Steve.

—¿Dormiste toda la noche en ese sofá?

Un Stark | Stoward - StonyDonde viven las historias. Descúbrelo ahora