Capítulo 58

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ENDGAME
PARTE (III)

Lo habían hecho, habían creado un nuevo guante. Bruce chasqueó los dedos y Tony había estado muy preocupado por su amigo, pero al final logró sobrevivir.

Bien, lo habían hecho, sí, pero la pregunta era. ¿Había funcionado?

Todos intentaron ayudar a Banner mientras Clint caminaba hacia donde estaba su celular, el cual se encontraba vibrando, puesto que estaba recibiendo una llamada. Una llamada de...

—Pietro —susurró el arquero, viendo la fotografía de su amado en la pantalla.

Se apresuró a tomar el teléfono y a contestar, sintiendo su corazón latir a mil por hora.

—¿Pietro? —llamó dubitativo, colocando el aparato en su oído.

Y, joder, no pudo evitar soltar lágrimas cuando escuchó la voz al otro lado de la línea.

—¿Clint? —el marcado acento del peliplata era inconfundible—. ¿Dónde estás? ¿Qué ha pasado?

Barton no pudo hablar durante por próximos segundos, estaba distraído llorando de alegría y sintiendo como una parte de él volvía a su cuerpo.

Había funcionado.

Pero las cosas se volvieron a salir de control. Había llegado otro Thanos, uno del pasado, el cual al parecer había llegado gracias a la infiltración de la Nebula de su tiempo.

Había sido una locura. El complejo se había destruido, Scott, Clint, Bruce, Rhodey y Rocket estaban... fuera de combate, o quién sabe, la cosa es que no se encontraban con los demás.

Solo eran Thor, Steve y Tony. Ellos tres contra Thanos.

En eso, el dios hace uso de sus poderes para llamar al Mjölnir y a su hacha Stormbreaker.

—Por nuestros hijos —dijo Thor, antes de bajar junto con los otros dos hasta donde se encontraba el titán.

Y la pelea no había resultado demasiado bien.

Aunque a Tony se le salió el corazón del pecho por el orgullo que sintió al ver a su esposo con el martillo de Thor en la mano, eso no fue suficiente para parar al titán.

Él había estado inmovilizado y no pudo ayudarle a Steve cuando Thanos rompió su escudo. Y luego de eso, cuando vio el gran ejército que se avecinaba contra ellos, sintió miedo.

Miedo de lo que venía, miedo de perder de nuevo, miedo a estar solo.

Pero no lo estaba. Desde que conoció a Steve, nunca ha estado solo.

Hizo un gran esfuerzo por levantarse y caminar hasta donde se encontraba su esposo, quién volteó a verlo. Al estar suficientemente cerca, Tony se percató de la gran herida que tenía Steve en el brazo. Pasó entonces su mirada desde el corte hasta los ojos de su marido.

Eran solo ellos dos, viendo el ejército que tenían en frente, y luego viéndose entre ellos.

—Siempre desee una vida a tu lado —dijo el castaño con voz cansada, para luego soltar un suspiro—, y cuando la tuve, deseé que mi muerte también fuera a tu lado.

Un Stark | Stoward - StonyDonde viven las historias. Descúbrelo ahora