Un Stark | Stoward - Stony

Capítulo 17

HERMANO

El corazón de Steve se detuvo, quedó totalmente paralizado, su cuerpo no le respondía.

¿Qué? ¿Le acaban de pedir matrimonio?

La ansiedad empezaba a apoderarse de Howard, Steve no le respondía, ni hacía nada, solo estaba ahí, quieto. Tal vez era demasiado pronto, quizá tuvo que haber esperado un poco más.

Una delicada y silenciosa lágrima rodó por la mejilla de Steve, la estaba reteniendo desde que Howard empezó con sus hermosas palabras

—Uhm... S-si piensas que es demasiado pronto e-está bien.

Esas palabras hicieron a Steve reaccionar.

—¡No! No es eso, ¡Por supuesto que quiero casarme contigo! ¡Si, si acepto!

Stark suspiró aliviado, quitándose un gran peso de encima.

Se levantó de donde estaba arrodillado y abrazó a Steve por el cuello, ganándose él también un fuerte abrazo. Y un apasionado beso.

—Por un momento creí que ibas a decir que no.

—Lo siento, me sorprendí bastante. —La sonrisota de Steve valía oro—. Pero amor, es ilegal que dos hombres se casen.

Howard ya tenía todo eso resuelto.

—En este país si. Pero he estado investigando, y hay un pequeño país que queda cerca de Rusia, casi desconocido para el resto del mundo, ahí te puedes casar hasta con tu perro si pagas una "pequeña cuota de impuestos maritales".

Steve sonrió grandemente, parecía estar soñando.

—Creo que me confié demasiado y aparté nuestro cupo para casarnos la próxima semana.

Rogers abrió los ojos, sorprendido.

—¿¡La próxima semana!?

—Si, lo sé, hay que esperar demasiado. Pero quería darte tiempo para acabar con Hydra primero.

—Amor, ¿Crees que nos de tiempo de organizar?

—Cariño, aunque me gustaría, no será una boda con un montón de personas. Será algo privado, tú y yo, con hermosos trajes y un testigo, firmando un documento que te declarará mi esposo para siempre.

La última frase hizo que la piel de Steve se erizara completamente.

Tomó a Stark por la cintura y lo pegó hacia él. Para luego chocar sus frentes y rozar sus narices, como un besito de esquimal.

Al Howard intentar poner sus manos en las mejillas de Steve, se dio cuenta que aún tenía la cajita de terciopelo en su mano.

—Oh, casi lo olvido.

Se separó del rubio y puso el objeto delante de él.

Dentro de la cajita, protegidos por una base acolchada, se encontraban dos anillos. A simple vista se notaban realmente hermosos.

Howard sacó los anillos y colocó uno en la palma de Steve.

—Este es el proyecto en el que he estado trabajando últimamente —confesó—, en esta velada, en la investigación de lugar para casarnos, y, sobretodo, en estos anillos.

Steve tomó la joya y la acercó a su rostro, para verla mejor.

—Están hecho del vibranium que saqué de tu escudo. El tuyo dice mi nombre y el mío dice el tuyo.

Los anillos eran plateados y gruesos, con una línea de diamantes incrustados en el centro, uno al lado del otro. Esta solo cubría la mitad del anillo, debido a que por la parte en la que no estaba aquella linea de diamantes, estaba tallado claramente, en la parte de dentro, el nombre «Howard Stark».