Un Stark | Stoward - Stony

Capítulo 3

ENTRENAMIENTO

Debería haberse sentido como niño cuando lo atrapan en alguna travesura, pero vamos, era Howard.

Abraham Erskine lo veía, esperando pacientemente una respuesta.

—¿Por qué trajo a un hombre con tantos problemas de salud como recluta del proyecto? —preguntó sin rodeos.

El doctor suspiró, acercándose hacia Stark.

—Eres un hombre muy brillante, Howard. Pero no eres perfecto, aún te hacen falta muchas cosas por aprender.

—¿Me va a regalar un libro de mecánica?

—Oh, no hablo de ese conocimiento, sino de otro.

—¿Cuál?

—Uno no tan... teórico, digamos. Tiene que ver con los sentimientos, y lo que hay que ver realmente en las personas.

Howard escuchaba atentamente las palabras del contrario.

—Vi en Rogers algo que no había visto en ningún otro hombre, por eso está aquí.

Erskine no pudo evitar soltar una ligera risa.

—Y, estoy seguro que tú también podrás ver en el algo que nunca has visto en nadie.

—¿Qué insinúa, doctor? —se atrevió a hablar.

—Insinúo que debería acercarse a Rogers, estoy seguro que no se arrepentirá.

—Preferiría mantener una relación estrictamente profesional, él es un recluta y yo soy, bueno, soy Howard Stark.

—Claro, estoy seguro que escabullirse en la oficina de registros y husmear su carpeta es mantener una relación profesional.

—Solo tenía curiosidad del porqué había sido reclutado.

—Y solo puedes hacer una cosa para quitarte la curiosidad.

El doctor se acercó aún más hasta donde estaba Stark.

—No mires su registro, Howard...

Seguido, le quitó la carpeta de Steve de las manos.

—Mira dentro de él.

✤

Howard consideraba al doctor Erskine una persona admirable y muy sabia, por eso le hacía caso en aquello que le dijera.

Pero no entendía del todo a lo que se quiso referir.

¿«Mira dentro de él»? ¿Qué se supone que significaba eso?

Sea lo que sea, de seguro no se quería referir a estar observando a Steve fijamente como psicópata.

Así como lo había hecho esos dos últimos días.

Pero se podía excusar diciendo que su trabajo ahí era supervisar a los reclutas.

Lo único que había visto era lo que se esperaba. Efectivamente aquel rubio tenía un desempeño físico muy inferior al de los demás reclutas, aunque parecía nunca darse por vencido.