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Narra Lourdes (Camila)

- ¿Juan Luis y tú tienen algo?

Miré a Natalia y seguí lavando los platos.

- No lo se... Algo hay pero no es algo "seguro". ¿Por qué?

- Pregunto... Ojalá tengas suerte con él...

Asentí.

- ¿Dejarás que vea a Pablo?

- Si... No siempre pero si.

- Él me dijo que quería verlo aunque sea una vez por mes... Creo que eso no está mal. Pero bueno, tema de ustedes.

- Eso pensaba...

Sonrió. Terminé y la miré.

- ¿Que te pasa? Haz cambiado...

- Si es con respecto a mis actitudes, algunas he cambiado. En el físico sigo igual.

Intenté sonreír.

*

- Wow...

Reí viéndolo.

- ¿Qué?

- Estás... Diferente.

No sabía con exactitud que era, pero estaba distinto. Quizas fuera por la ropa o los lentes, pero estaba diferente (multimedia)

- Pasa..

Entró y fuimos al living.

- Creo que malinterpretaste lo que dije ayer...

- Mira, si no quieres estar conmigo sólo dímelo y yo lo entenderé.

Me acerque mas a él.

- No es eso sino que... Creo que sería muy de repente que estemos juntos... Yo necesito mas tiempo.

Asintió.

- ¿Estas sola? -Asentí- ¿Y Annie?

- En casa de una amiga...

- Entonces... No hay nadie.

Reí.

- Ya dije que no.

Y yo para que hablo...

Narra Juan.

Desperté asustado. Tenía pesadillas.

Mire a mi alrededor y sonreí. Eso si que no fue un sueño.

Ver a Camila boca abajo, con su espalda descubierta, la sábana cubriendo de su cintura hacia abajo, el pelo revuelto y su rostro hacia un costado era una de las maravillas mundiales. Se ve adorable.

Miré la hora, 8:30 am. El hambre me consumía, ya que anoche no comí.

Bueno, no comí nada sólido.

Me levante a hacer el desayuno.
Cuando estaba terminando, sentí unos brazos rodearme la cintura. Me di vuelta y sonreí.

- Hola dormilona.

Besé su frente.
Tenía puesto mi buzo rojo. Le quedaba gigante, daba mucha ternura.

- Hola... Me levanté para hacer lo mismo pero me ganaste.

Rió.

- ¿Tienes hambre cierto?

- Y... Si no me dejaste cenar anoche, es lógico. Mi cuerpo necesita energía y vitamina...

- Como si no te di vitaminas anoche.

Golpeó mi hombro, los dos reímos.

- Y energía tuviste hasta las 5 de la mañana.

- Callate.

Se sonrojó y rió a carcajadas.

- Ya... Come. Gorda.

Dejé el desayuno sobre la mesa. Los dos nos sentamos a comer.

- ¿Usaste protección no?

- Si.

Mentí, o no se. No recuerdo haber usado.

- No te creo.

- Es que no lo recuerdo.

Asintió y suspiro.

- Tengo que comprar la pastilla del día después.

- Ahora te lo compro yo...

- No, deja. Voy yo.

Suspire.

- Creo que no...

- Espera que me fijo..

Se fue, al rato volvió y negó.

- ¿Y si me quedo embarazada?

- Yo te cuidaré... Y me haré cargo del bebé.

Sonrió.

Dios... Ya me va a agarrar la sensibilidad y crisis existencial...

Un corazón en JuegoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora