Capítulo 4- Lazos de sangre

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Cuando concluye la cena, me apresuro hacia mi habitación, en la que permanezco hasta las tres de la madrugada. Durante esas horas me dedico a unir trozos de la cortina de mi habitación y elaborar un plan de escape.

No pienso pasar ni una sola noche en este castillo dejando mi vida en manos de unas personas a las que acababa de conocer apenas unas horas atrás.

Sin embargo, sabía que no podía salir de aquí sin la ayuda de una persona de confianza. Esa persona era Sally, mi mejor amiga, a la que le había contado todo lo ocurrido por teléfono tras la cena. Sin pensarlo, se ofreció para esperarme con su coche en una calle cercana al palacio.

Cuando llega la hora a la que Sally y yo habíamos acordado, salgo al balcón junto con la cuerda que había improvisado a base de cortinas. Me asomo comprobando que no hubiera ninguna persona y despliego la cuerda.

Antes de proceder a deslizarme hacia abajo, cojo mi mochila con las pocas pertenencias que había traído conmigo. Afortunadamente, la poca altura con la que contaba el balcón, me permite llegar al suelo sin problema.

Una vez en tierra firme, me doy cuenta de la presencia de dos guardias de seguridad en uno de los rincones del jardín, a unos setenta metros de mi. Ello me obliga a cruzar el jardín escondiéndome entre los setos para pasar desapercibida.

La frondosa vegetación existente al final de los enormes jardines me permite salir de mi escondite tras haber dejado atrás a los guardias. Tras tres minutos andando entre una gran arboleda visualizo el muro que rodeaba la propiedad. Y justo donde le había indicado, Sally había colocado un cuerda que me facilitaría ascender por el muro.

Agarro la misma y comienzo a trepar. Me lleva un rato llegar a la calle, pero al final lo consigo. Miro a mi alrededor y me subo la capucha de la chaqueta que llevaba para ocultar mi cara en caso de que hubiera seguridad del castillo merodeando por la zona.

Corro hacia la calle en la que había quedado con mi amiga: debo apresurarme, por si alguien se da cuenta de mi ausencia. Llego exhausta al coche de esta, en el que me espera con una sonrisa.

Cuando cierro la puerta del copiloto suspiro liberando la tensión acumulada y ella arranca el vehículo.

- Digno de una película de acción- añade ella- me alegro de verte

- No sabes las ganas que tenía de salir de ahí- digo yo apoyando mi espalda en el respaldo del asiento.

- ¿Y cuál es tu plan?-pregunta- no sé si eres consciente de que tarde o temprano te encontrarán.

- Voy a esconderme hasta mañana- respondo mientras contemplo por el espejo retrovisor el castillo en la lejanía.

- ¿Qué quieres hacer mañana?

- Me disfrazaré para salir a la calle y que no me reconozca ningún enviado de mi nuevo "papá"- digo con ironía- e iré a cobrar la herencia de mis padres para poder irme a algún lugar lejos y que me dejen tranquila. Trabajaré mil horas si hace falta con tal de no estar encerrada ahí.

-¿Cómo llevas la pérdida?- pregunta ella sacándome el tema de mis padres.

- Mal, he pasado toda la tarde llorando- digo yo- ya no puedo llorar más.

- Tienes que ser fuerte- dice ella aparcando frente a su casa.

Yo asiento.

Ella abre la puerta con sigilo, ya que sus padres estaban durmiendo y no queríamos molestarlos.

Tras enseñarme unas gafas de sol y una peluca que me servirían para ocultarme mañana e ir a cobrar la herencia de mis padres, Sally y yo nos vamos a dormir.

Aprendiendo a ser princesa (En Edición)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora