Capítulo 13

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—¡Despierte, mi señor! !Es el día de su boda!

Minato se forzó a abrir los ojos y gimió ante la visión de los donceles y alguna que otra mujer que se apiñaban en su pequeña recámara. Estaba agotado. Sus nocturnos intentos de fuga y el tiempo dedicado a pasear por su habitación le habían absorbido toda la energía. Después de la última conversación de anoche con Madara, había caído en un sueño profundo.

Uno de los donceles hizo a un lado las gruesas cortinas que cubrían la ventana y la luz del sol arponeó a través de los ojos de Minato con afilada claridad.

Su gemido fue más fuerte esta vez y provocó una serie de risitas disimuladas a través de la habitación.

—Nuestro señor no parece estar emocionado de casarse con nuestro Lord.

—Rin, ¿eres tú? —gruñó Minato.

—Sí, mi señor. Soy yo. Hemos traído agua caliente para que se dé un baño.

—Me bañé anoche—dijo—. Tal vez podría obtener una hora más de sueño.

—Oh, pero un baño en la mañana de la boda es una necesidad. Vamos a lavarle el pelo y aplicar aceites perfumados en su piel. Sarada los hace ella misma y huelen divino. Lord Madara estará de lo más agradecido.

Lord Madara no era lo más importante en su mente esta mañana. El sueño lo era.

Otra risa corrió por la habitación y se dio cuenta de que, una vez más, había dado voz a sus pensamientos.

—Y le hemos traído un kimono para la boda—dijo otro doncel.

Miró, tratando de recordar el nombre del joven que estaba sonriendo con excitación hacia él.

¿Hazaku? ¿Hazuki?

—Hikaku, mi señor. Hazuki es mi hermano.

Minato suspiró.

—Lo siento. Hay tantos nombres...

—No me ofendió—dijo Hikaku alegremente.

—¿Ahora le gustaría ver el kimono que hemos confeccionado para usted?

Minato se empujó con los codos y miró con ojos legañosos a los reunidos.

—¿Kimono? ¿Cosieron un kimono? Pero yo accedí a casarme con Lord Madara apenas anoche.

Sarada no lucía ni un poco avergonzada. Sonrió ampliamente y mantuvo el kimono en alto, de manera que pudiera verlo.

—Oh, sabíamos que era sólo cuestión de tiempo antes de que él le persuadiera, señor Minato. ¿No está contento de que lo hayamos empezado a coser? Se necesitaron dos días completos de costura, pero creo que usted estará realmente feliz con el resultado.

Minato se quedó mirando la hermosa creación frente a él. Lágrimas subieron a la superficie de sus ojos y parpadeó para mantenerlas a raya.

—Es hermoso.

Y lo era. Era de un rico brocado de terciopelo verde, con ribetes dorados en las mangas y el dobladillo. Alrededor de todo el eri había diseños intrínsecamente bordados con hilos de oro que brillaban con la luz del sol.

—Nunca he visto nada parecido en mi vida—dijo.

Las dos mujeres y el doncel le devolvieron la sonrisa. Entonces Sarada se acercó a la cama y tiró de las mantas.

—No querrá hacer esperar al Lord. El sacerdote llegó esta mañana al amanecer y está muy impaciente por celebrar la ceremonia.

Durante la hora siguiente lavaron, restregaron y frotaron a Minato, de la cabeza a los pies. En el momento en que el baño estuvo terminado le recostaron sobre la cama para así poder aplicarle los aceites perfumados. Minato estaba peligrosamente cerca de caer en la inconsciencia.

Enamorado de un UchihaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora