Epílogo

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Itachi miraba a su alrededor, las tierras de su clan le rodeaban y lidiaba con la indecisión que le azotaba.

Respiró el aire frío y miró hacia el cielo. No nevaría el día de hoy, pero pronto lo haría. El otoño había llegado. El aire era más frío y los días se habían vuelto más cortos.

Después de tantos años de lucha para ganarse la vida, para reconstruir su clan, su hermano Madara había hecho grandes progresos restableciendo la antigua gloria de los Uchiha. Este invierno, su gente no pasaría hambre, nadie se vería privado de la ropa adecuada para protegerse del frío.

Ahora era el momento de Itachi para hacer su parte por su clan.

En poco tiempo viajaría a las tierras de los Uzumaki, donde pediría formalmente la mano de Naruto Uzumaki en matrimonio.

Era pura ceremonia. El acuerdo había sido cerrado semanas atrás. Lord Kurama quería que Itachi pasara un tiempo entre ellos, en el clan que un día se convertiría en suyo cuando se casara con su hijo doncel y único heredero.

Incluso ahora, el patio estaba lleno de actividad mientras un contingente de soldados Uchiha se preparaba para acompañarle en el viaje.

Madara, su hermano mayor y Lord del clan Uchiha, había querido enviar a sus hombres de confianza para que le acompañasen en su viaje, pero Itachi se negó. Minato todavía estaba en peligro, especialmente ahora que estaba embarazado.

Mientras Danzo Shimura estuviera vivo, representaba una amenaza para los Uchiha.

Danzo codiciaba todo aquello que tuviera Madara, su clan, a su esposo y su eventual control sobre Kumogakure, un legado heredado a través de su matrimonio con Minato, el hijo doncel del anterior rey y hermano del actual.

Y ahora, debido a la tenue paz en sus tierras y la amenaza que Danzo Shimura planteaba no sólo a los clanes vecinos, sino también al trono del rey Tobirama, Itachi tuvo que aceptar el matrimonio que habría de consolidar una alianza entre su gente y el clan cuyas tierras se encontraban entre Kumogakure y las de los Uchiha.

Sería un buen enlace. Naruto Uzumaki era hermoso, aunque era un doncel extraño que prefería vestirse y hacer los deberes de un hombre sobre los de apropiados para un doncel. Con su matrimonio, Itachi poseería lo que nunca tendría si permanecía junto a Madara: su propio clan, sus propias tierras y un sucesor que heredaría el liderazgo del clan después de él.

Así que ¿por qué no estaba más ansioso por subirse a su caballo y cabalgar en dirección a su destino?

Se volvió al oír un ruido a su izquierda.

Minato corría por la ladera o al menos lo intentaba y Obito, el guardia asignado ese día para su protección, parecía exasperado mientras le seguía de cerca.

Una gruesa manta se envolvía con fuerza a su alrededor mientras sus labios temblaban de frío.

Itachi le tendió la mano y el doncel la agarró, inclinándose hacia él mientras intentaba recuperar el aliento.

—No deberías estar aquí, rubio—le reprochó—. Acabarás enfermando.

—No, no debería—coincidió Obito—. Si Lord Madara se entera, se enojará.

Minato rodó los ojos y luego miró ansiosamente hacia Itachi.

—¿Tienes todo lo que necesitas para el viaje?

Itachi sonrió.

—Sí, lo tengo. Uruchi ha incluido suficiente comida para un viaje el doble de largo.

Minato apretó la mano de Itachi, se notaba preocupado mientras se acariciaba el incipiente vientre con la otra mano. Itachi le atrajo más cerca, así tendría el calor de su cuerpo.

Enamorado de un UchihaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora