Capítulo 35

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Minato caminaba por el pasillo rodeado por cuatro guardias. Estaba más nervioso a cada minuto que pasaba ante la idea de enfrentarse cara a cara con su tío.

Estaba decidido a defender a Madara y decirle todo lo que Danzo había hecho. Después de escuchar por completo lo que tenía que decir, el rey no podría inclinarse a favor de Danzo.

El guardia llamó a la puerta y ésta fue abierta por Zabuza, quien les hizo señas hacia el interior. Sonrió y tomó la mano de Minato mientras le guiaba hasta una cómoda silla en la lujosamente decorada sala de estar.

—Me temo que el rey no se siente muy bien el día hoy —dijo suavemente—. Se ha visto obligado a retirarse y transmite sus más profundas excusas por no ser capaz de hablar con usted en privado como había esperado. Yo actuaré en su nombre y daré mi juicio sobre el asunto ante la corona.

El temor golpeó el pecho de Minato cuando se colocó más cómodamente en la silla. Sus manos temblaban y las escondió entre los pliegues de su kimono para no delatar su inquietud.

—Espero que la dolencia de Su Majestad no sea grave—dijo cortésmente—. Había esperado poder conocer a mi único pariente de sangre.

—Eso no es del todo exacto—dijo Zabuza—. Yo soy el primo del rey,  lo que nos hace estar relacionados por la sangre.

—Sí, por supuesto—murmuró.

—Tendré que pedirte que esperes aquí, primo, hasta que seas convocado al gran salón. Te proporcionaré, por supuesto, un refrigerio. No te faltará nada durante tu estancia aquí.

Llamarle primo y luego hacer una referencia casual a su confinamiento, hizo que los pelos de la nuca de Minato se erizaran. Sin embargo, Zabuza le miraba con amabilidad y parecía realmente preocupado por su bienestar, así que sonrió y ofreció su agradecimiento.

—Me gustaría hablarle, si me lo permite, sobre el asunto que se presenta ante usted.

Zabuza le dio una palmadita en el brazo.

—No es necesario, mi querido primo. Estoy seguro de que los acontecimientos han sido lo suficientemente tratados y es mi deber llegar al fondo de los mismos escuchando los argumentos de ambos hombres. Te aseguro que haré lo correcto.

Tuvo que obligarse a no discutir. Lo último que quería era la ira del hombre que tenía su vida en sus manos.

—Ahora, si me disculpas, debo dirigirme a la gran sala y convocar a los Lores para que den su testimonio. Yo, por supuesto, te llamaré cuando estén listos.

Minato asintió con la cabeza y apretó las manos en su regazo. Cuando el primo del rey salió de la habitación, rezó a todos los dioses que conocía para que la justicia prevaleciera el día de hoy y que Danzo Shimura fuera enviado al infierno, a donde pertenecía.

Madara esperaba fuera del gran salón con sus hermanos y los tres hombres que los acompañaban a la espera de que les llamaran. Más alejado estaba Danzo Shimura con sus hombres y le tomó todo su esfuerzo no lanzarse contra él y matarlo en el acto.

Danzo fue convocado primero y pasó al lado de Madara con una mirada de satisfacción petulante. No era sólo su falsedad lo que le molestaba, era la suprema confianza tanto en su mirada como en su actitud. Era un hombre que no temía el resultado de la audiencia de hoy.

Sasuke puso su mano sobre el hombro de su hermano.

—No importa lo que pase, estamos contigo, hermano.

Madara asintió su apreciación, entonces murmuró en voz baja para que sólo sus hermanos pudieran oírlo.

—Si las cosas van mal, quiero que abandonéis la audiencia, encontréis a Minato y lo saquéis del castillo. Su seguridad es lo más importante. Independientemente de lo que tengáis que hacer para mantenerle seguro, hacedlo.

Enamorado de un UchihaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora